Katherine Korniejczuk, es una apasionada licenciada en Ciencias de la Educación. A sus 29 años, esta joven fueguina ha recorrido un camino educativo y profesional que refleja su profunda vocación por el aprendizaje y su deseo de impactar positivamente en la sociedad.
Originaria de Ushuaia, Catherine decidió dar un gran paso hacia su futuro cuando, a los 17 años, se trasladó a La Plata para estudiar en la Universidad Nacional de La Plata. «Siempre me gustó estudiar y tengo una curiosidad innata. La educación me ha generado mucho placer en términos de su capacidad de transformación del mundo», destacó durante el segmento radial «Chicos que crecen», del programa “Un Gran Día”.
Katherine señaló que su interés por la educación comenzó en su niñez, influenciada por docentes que inspiraron su espíritu crítico y político. “Recuerdo a mis profesores de sociales, que nos hacían cuestionar y reflexionar sobre la política. Eso despertó en mí un gran interés”, afirmó.
Esta pasión por el aprendizaje la llevó a realizar pasantías en trabajo social durante su secundaria, donde se percató de que su verdadera vocación era la educación, una elección que le permitiría una “via más profunda y transformadora”.
Graduada a los 23 años, Katherine ha estado involucrada activamente en diversos roles en instituciones sociales y educativas de Buenos Aires, y en el Ministerio de Educación, donde se dedica a la capacitación a través de plataformas virtuales.
Su trabajo incluye la enseñanza de herramientas básicas de ofimática, como Word y Excel, dirigidas a agentes estatales. «La educación ocupa un espacio muy importante en mi vida. Me gusta estar formándome continuamente, y afortunadamente, tengo trabajos en los que aprendo todo el tiempo», enfatizó.
También se manifestó a favor de una educación que vaya más allá de lo inmediato y superficial. “Educar es un proceso complejo. No se puede exigir que sea rápido, sino que requiere un tiempo para pensar. Es fundamental que dediquemos tiempo a educarnos, a concientizarnos y a imaginar el futuro que queremos vivir», expresó.
Para ella, la educación representa un espacio de reflexión en un mundo acelerado, e invita a la comunidad y al Estado a tomar este proceso con la seriedad que merece.
Su trayectoria es un testimonio de cómo la educación puede ser un motor de cambio social. A través de su labor, redefine el papel de los educadores, subrayando la necesidad de cultivar una ciudadanía crítica y participativa.
La pasión y dedicación que Katherine despliega en su trabajo nos recuerdan que educar no solo es transmitir conocimientos, sino también formar personas capaces de cuestionar, pensar y actuar en pos de un mundo más justo y equitativo.
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