Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Algunas historias tienen puntos de origen algo inciertos. Este artículo, por ejemplo, podría comenzar con el hallazgo, algún tiempo atrás, de una serie de fósiles de la mega fauna prehistórica en las orillas del Río Reconquista, en la provincia de Buenos Aires, por parte de un paleontólogo aficionado.
Pero, si de orígenes hablamos, qué mejor que contar el fruto de ese descubrimiento, que no fue uno más y que habla, a su vez, de otros inicios: gracias a una serie de marcas lineales en estos fósiles, se plantea la hipótesis de que los primeros pobladores en el continente americano habrían llegado 5 mil antes de lo que se creía.
El hecho puntual es que, luego de todo un proceso de trabajo, investigadores del CONICET y del Museo de La Plata pudieron confirmar que esas marcas en el esqueleto de un gliptodonte no son azarosas ni naturales, sino de origen humano. Los restos fósiles, hallados en el límite entre las ciudades bonaerenses de Merlo y Moreno y publicados en la prestigiosa revista científica Plos One, se configuran, así, como la primera evidencia de interacción temprana entre los primeros habitantes y la megafauna que habitó la región.
“Luego de varios análisis de distinto tipo, pudimos comprobar que las marcas son de origen humano. Están ubicadas en lugares estratégicos del espécimen, sobre todo en lugares de mayor densidad de carne, como la pelvis y la cola. Eso hablaría de una secuencia de desposte o despiece de parte de esos primeros pobladores”, explica a la Agencia CTyS-UNLaM el doctor Miguel Delgado, investigador del CONICET y uno de los autores de la publicación.
Delgado señala que lo interesante del asunto es que, según los modelos de poblamiento tradicionales, los humanos ingresaron a la región pampeana hace unos 16 mil años, cuando estos fósiles tienen una antigüedad de 21 mil años.
Identikit de una mega mamífero prehistórico
Los restos incluyen el esqueleto incompleto de un gliptodonte perteneciente al género Neoesclerocalyptus –pariente de las mulitas y peludos actuales y extinto hace 10 mil años– con partes articuladas. Se trataba de un animal acorazado, con un peso de alrededor de 400 kilos, 90 centímetros de alto y 1,30 de largo.
El autor del hallazgo fue Guillermo Jofré, autodidacta de la paleontología y que tiene a su cargo el Repositorio Paleontológico Ramón Segura de Merlo. “Gracias a toda una serie de fósiles importantes que encontró, ha construido un repositorio donde se alberga esta información. Estos en particular aparecieron cuando una máquina estaba ampliando el río Reconquista, y Guillermo pudo preservarlos y dar aviso a los investigadores del Museo de La Plata”, relata Delgado.
Allí comenzó una tarea de análisis, limpieza y preservación del material, que incluyó escaneo 3D de los huesos, estudios de anatomía comparada y también geoquímicos, tanto de los sedimentos como de los huesos. Además, se realizaron fechados radiocarbónicos para averiguar la antigüedad, entre otros análisis.
El principal propósito, más allá de indagar en profundidad sobre el contexto e historia de los restos del gliptodonte, era confirmar si esas marcas en los huesos eran de origen humano o no. “Podría haber sido el caso de marcas de dientes de carnívoros, por ejemplo. O, cuando hay un espécimen enterrado, el pisoteo de otros animales pesados hace que se aprisionen, se fragmenten y se rayen con piedras en el sedimento, lo que deja una marca”, enumera Delgado.
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