Es un fueguino neto, nacido y criado en Río Grande junto con otros dos hermanos, y periodista destacable a nivel local. El colega Emiliano Quezada pasó por la columna “Chicos que Crecen” de ((La 97)) Radio Fueguina y contó su historia de crecimiento personal.
Emiliano reconoció las instituciones educativas que lo vieron desarrollarse, tales como el Jardín “Arcoíris” y la Escuela 23, esta última atravesada por un conflicto docente (entre los años 1998 y 1999) que desencadenó que se cambiara a la EMEI, donde terminó de estudiar y consiguió amistades que perduran hasta el presente.
Finalmente, egresado a los 17 años llegó el momento de decidir por su futuro, situación que fue problematizada por el joven periodista: “Realmente fui encontrando la carrera a través de los años, no tengo la historia de encontrar un libro que me muestre el camino, aunque siempre fui muy curioso. De hecho, cuestiono un poco que nos hagan elegir una carrera a los 17 años”, objetó.
“Exigirle a un pibe de 16 o 17 años que tome una decisión que va a marcar su futuro me parece apresurado”, sentenció Emiliano. Finalmente, y a pesar del abanico de carreras que se abrían ante él y los test vocacionales hechos en la escuela, su preferencia por el fútbol dictó el camino.
“Me gustaban mucho los programas de televisión de fútbol así que decidí que quería estar en la tele, comentando sobre fútbol”, recordó. “Ese fue mi primer objetivo y con eso en mente me fui a Mar del Plata, para estudiar periodismo deportivo en el terciario TEA”.
En dicha institución puede optarse por las carreras de Periodismo General o Periodismo Deportivo, que permiten seleccionar una rama en particular a medida que avanzan los años.
“Empecé a hacer periodismo deportivo, luego el segundo año ya no me gustaba tanto y el tercero nada, así que en el tramo final me cambié a periodismo general”, narró Emiliano y destacó la pedagogía del terciario ya que no se vertía solamente conocimiento teórico, sino esencialmente práctico.
Así, aprendiendo a hacer haciendo, “te hacer rendir desde el primer día, te dan una suerte de primera semana de adaptación y a partir de ahí se generan trabajos radiales, de televisión o de gráfica”. Y recordó alegremente: “De hecho, en la gráfica escribíamos en máquinas de escribir”.
“Prácticamente rendías todos los días, porque la idea era hacer un trabajo que se clasificaba en publicable, no publicable, o publicable con necesidad de correcciones”, detalló.
Una vez culminó la carrera, Emiliano sintió que se sacaba un peso de encima y Río Grande lo llamaba a volver, “particularmente para empezar a trabajar y ‘hacer la mía’”, dijo y esta ansia de forjarse un camino era alimentado por su filosofía particular: “Soy de la idea de que no me voy a morir haciendo esto, no me molestaría ir a hacer otras tareas que nada tengan que ver con lo que hago”. Así arribó a la provincia en diciembre y ya en febrero se encontraba trabajando como periodista.
Sin embargo, fue en este traspaso donde Emiliano encontró la particularidad fueguina: “Uno venía muy ‘seteado’ a nivel nacional, se hablaba de política y fútbol a nivel país. Entonces me costó mucho meterme en en la agenda local, los fueguinos tenemos una agenda muy nuestra, nos gusta lo nuestro”, había descubierto.
Adujo que esta dificultad se fue simplificando con los años gracias a un avance no solo técnico en la comunicación, sino también discursivo a nival local, “quienes se dedican a esto hoy lo hacen de mejor manera que hace 10 años”, consideró.
“De hecho, uno se encontraba entonces en los medios con un locutor y no solía existir personal capacitado desde lo técnico, solo personas que lo hacían de oficio. Soy fan y defensor de las herramientas y creo que los comunicadores deben capacitarse”, sentenció Emiliano.
El joven periodista fue consultado por sus planes a futuro y anunció que trabaja fuertemente en un “proyecto de comunicación, radial y de streaming, junto a un grupo de amigos y colegas que me dio la profesión. Vamos a probar suerte con este proyecto, que motiva y aterra, genera miedo y alegría”, dijo reflexionando sobre la incertidumbre de arrojarse a lo nuevo.
Así, Emiliano Quezada se despidió de ((La 97)), destacando el tercio de su vida que transcurrió en el estudio, más de 10 años, de los cuales no solo “mantiene su gorra” (bromeó), sino cientos de recuerdos de su paso por este medio.
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