La diputada nacional por Tierra del Fuego Rosana Bertone está triste. ¿Por qué está triste la diputada Rosana Bertone?
Por la radio colega FM Del Pueblo, palabras más menos palabras menos, la ex gobernadora sugirió: “A lo mejor terminamos proscriptos, en una gran proscripción, como la de Cristina Fernández de Kirchner”. Porque si la van a proscribir, que sea a lo grande.
Es obvio que el tiro por elevación tuvo como destino a sus propios compañeros fueguinos que, pragmáticos y veloces, acordaron prolijamente para las candidaturas una continuidad en masa (no Massa, por ahora), todos con los piecitos dentro de los platos.
Y va de suyo, quién no lo sabe, que si a alguien en algo no se lo consulta, se lo está proscribiendo. Acá y en la China.
Ahora, no haber mencionado con nombre y apellido al ladino autor de tan grande proscripción -la segunda más grande sería-, Bertone dejó la puerta abierta de par en para echar a rodar la imaginación.
Va aquí la terna de sospechados de proscriptores, según el manual del buen bertonista en las artes políticas:
Sospechoso 1: La Justicia
Así como a la gran proscripta del pueblo argentino, la Justicia, en espejo, eligió su segunda víctima y proscribió a Rosana Bertone.
Nuestra aguda investigación arroja como resultado que es altamente improbable que sea la Justicia la que haya pergeñado tan alta afrenta reñida con los principios democráticos.
Es que ninguna de las causas por irregularidades que se le cursan a la gestión de la parlamentaria en los tribunales fueguinos, recuerdos de su mandato, ha experimentado avance o resolución alguna. Más bien todo lo contrario, gozan de un rozagante estado de inmovilidad.
Ni siquiera la más mediática y evidente que involucra a quien fuera su propio secretario de Seguridad, acusado de otorgarle graciosamente una vivienda a la hija de la persona que denunciara falsamente al actual gobernador, Gustavo Melella, en lo que muchos aún interpretan como miserable argumento de campaña.
Sospechoso 2: El justicialismo vernáculo
Los propios compañeros pejotistas más australes del mundo, se juntaron y no hallaron nada mejor que proscribirla y pasarla a archivo.
Difícil de comprobar también esta hipótesis. Los descamisados fueguinos sufrieron en carne propia tener que sostener a Bertone y su gestión en su capricho por la reelección, y se comieron la más grande humillación en décadas.
Más aún, pese al papelón, los justicialistas de Tierra del Fuego no dijeron ni mu y le liberaron la zona para que usufructuara una beca por cuatro años en la Cámara de Diputados. Difícil que quienes así la apapacharon, de buenas a primeras la intenten proscribir.
Sospechoso 3: el bloque
¿La bancada que integra en la Cámara baja habrá pergeñado su proscripción? Impensable. Ya bastante les cuesta justificar su presencia entre los suyos, ante el raquítico palmarés de Bertone en su función propia de legislar para el pueblo argentino como para andar metiéndose en camisa de once varas y teledirigir una proscripción a 3.000 km.
Más bien estarían optando por el disimulo. La conspicua ex mandataria isleña apenas pronunció 5018 palabras sumadas todas las sesiones del año, y no tiene en su haber ningún proyecto de Ley que revista alguna trascendencia concreta. Tan magra performance no parece motivar a nadie a querer terminar su oscilante carrera.
El sospechoso fantasma
Así dadas las cosas y sin culpables a la vista, las pesquisas revelan a último momento un sorpresivo sospechoso, un tapado: el electorado. El pueblo fueguino sería el que estaría impulsando la proscripción patriótica que denuncia hacia sí misma Rosana Andrea Bertone.
Las huellas dactilares del autor del delito -lo dicho, el electorado- son incontrastables, y quedaron flagrantemente marcadas en las elecciones de 2019, cuando la aspirante a seguir ejerciendo, se convirtió en la primera gobernadora (o gobernador) de la provincia, en la historia de la democracia, en perder en primera vuelta su anhelo de reelección.
En ese estamento comparte laureles con un tal Mauricio Macri, con quien supo llevarse de perlas cuando ambos ejecutaban: el hijo de Franco fue el único presidente desde que rige la segunda vuelta en perder su reelección en la primera.
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