Sería “terminar con la industria nacional”, advirtió en un comunicado la Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras (CAPIP), un “enérgico rechazo” a la iniciativa de permitir un “corredor marítimo” para que los buques extranjeros, en su mayoría chinos, que al borde de la milla 201 depredan todo el calamar que les sea posible, incluso al borde de la legalidad, amarren en puertos de la Argentina para reaprovisionamiento y sustento logístico.
La CAPIP sentó postura ante el avance por concretar el avance, principalmente impulsado por los operadores portuarios que ven en la enorme flota una forma de recuperar su alicaída economía, depreciada en paralelo a la crisis de la industria pesquera nacional.
La presencia en aguas más allá de la Zona Económica Exclusiva de una flota de más de 4o0 embarcaciones, chinas pero también taiwanesas, coreanas y españolas, es competencia directa y desleal de la pesca de bandera nacional, dado que “opera sin ningún tipo de regulación ni consideración a elementales normas de conservación, demostrando un total desprecio por los intereses y derechos pesqueros argentinos, así como por los principios de pesca responsable y sustentable” según reza el dossier entregado a la prensa.
En las últimas semanas, los empresarios pesqueros ya habían manifestado su adhesión a objeciones expuestas por Carlos Liberman, subsecretario de Pesca y Acuicultura de la Nación, en palabra del propio director ejecutivo de CAPA, Darío Sócrate, ante requisitorias periodísticas.
“Los productos de estas flotas compiten con los nuestros en los mercados internacionales, incluyendo el propio mercado chino”, señalaron, toda vez que el producto de la pesca ingresa sin aranceles, que nuestros productos sí deben pagar. “China es un reconocido protagonista y principal actor de la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada” añadieron.
Concretamente, para los empresarios del sector dar amarre en los puertos patagónicos a la flota china “constituirá reconocimiento expreso y consentimiento a su presencia en la zona”, lo que a la larga redundará en “terminar con la industria nacional”.
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