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Descendiente Selk’nam

Se graduó la primera abogada indígena de Tierra del Fuego

«Lucharé por los derechos de mi comunidad», se comprometió Antonela Guevara. Es la primera representante de un pueblo originario de Tierra del Fuego en completar la carrera de abogacía.

Antonela Guevara, una mujer de 37 años y madre de cinco hijos que se convirtió en la primera representante de un pueblo originario de Tierra del Fuego en completar la carrera de abogacía, aseguró a Télam que «luchará por los derechos» de su comunidad y que inició sus estudios al darse cuenta que «las leyes no los contemplaban».

Integrante de los Selk´nam (también conocidos como Onas), habitantes originarios de la zona norte y centro de la isla fueguina, Antonela es también bisnieta de Enriqueta Gastelumendi, considerada de los mayores exponentes de la cultura de la región y descendiente directa de su pueblo, fallecida en 2004 después de haberse radicado durante gran parte de su vida en la ciudad de Ushuaia.

Antonela se graduó de abogada luego de cursar estudios a distancia durante cinco años, en la Universidad Blas Pascal que tiene una sede en la capital fueguina.

«Hace mucho tiempo me involucré con la causa indígena por problemas internos de la comunidad. También comencé a participar de reclamos administrativos y de causas judiciales. Me empecé a dar cuenta de que las leyes no nos contemplaban, y que las respuestas jurídicas no eran las adecuadas. Decidí estudiar derecho porque casi ningún abogado quería tomar nuestros casos y no teníamos plata para pagarles», contó a Télam la mamá de Rocco, Valentín, Amaia, Francesco y Gianna, sus cinco hijos.

También recordó que estudiar una carrera universitaria constituía un «anhelo personal», ya que después de terminar el colegio secundario quedó embarazada y debió postergar ese proyecto.

«Cinco años en la vida de una persona es mucho tiempo. Empecé la carrera cuando una de mis hijas tenía dos años, en 2017. Vivía en Río Grande hasta que en 2019 me divorcié. Pasé de vivir en un barrio privado a un departamento con mis cinco hijos. Me fui con lo puesto y cinco bolsas de ropa, para volver a empezar», relató la mujer.

Guevara explicó que en aquellos años su vida económica «era un caos» y que muchas veces no le alcanzaba el dinero para pagar la cuota de la universidad.

«Tuvieron muchas contemplaciones conmigo. Me dejaron rendir materias, aun cuando yo estaba atrasada con los pagos», destacó la abogada recién graduada.

En 2020, cuando tuvo lugar la etapa más restrictiva de la pandemia de coronavirus, Antonela aceptó el consejo de uno de los hijos y se mudaron al municipio de Tolhuin, donde actualmente residen en una casa propia.

«Estábamos mejor porque ya no alquilábamos pero el estudio se convirtió en un problema. No tenía internet ni una librería para comprar tóner e imprimir mis apuntes. Fue muy complejo», rememoró.

Sobre esa época, dijo que era habitual escaparse de las restricciones de circulación en un auto, buscando algún lugar con internet libre para poder descargar material o rendir una prueba.

«La Policía me encontraba y me golpeaba la ventanilla. Yo le decía que necesitaba estudiar y me entendían, por suerte», señaló.

«Recuerdo que un examen me tocó rendirlo mientras en simultáneo participaba de una audiencia judicial vinculada con mi divorcio. En una pantalla tenía la audiencia y en la otra la evaluación. Rendí llorando, me quedó media hora, nada más, después de terminada la audiencia. Por suerte me saqué un siete», evocó.

Antonela afirmó que con su título de abogada podrá representar a la comunidad Selk´nam en varios conflictos que la involucran, la mayoría relacionados con derechos de propiedad sobre terrenos ubicados en la zona central de Tierra del Fuego.

Uno de esos casos se vincula con un incendio en campos de la empresa forestal Lenga Patagónica (filial de la multinacional Trillium Corporation) que afectó 15 hectáreas de la comunidad indígena, aunque en el acuerdo entre privados posterior al siniestro «no figuramos como damnificados y mucho menos como querellantes porque no teníamos plata para pagar un abogado», detalló la letrada.

Cuando todavía no era estudiante de derecho, Antonela participó del debate de la comisión legislativa bicameral sobre la reforma del Código Civil nacional.

También hay una causa por cesión de tierras de la comunidad «legalmente intransferibles y protegidas por una ley nacional» que «nos impide actualmente acceder a lagunas, un cementerio y lugares sagrados para nosotros. Sitios donde estuvieron nuestros ancestros y donde, por ejemplo, se practicó el último ritual del Hain (de iniciación de los jóvenes a la edad adulta)», mencionó.

Según expresó, cada uno de esos expedientes implican «fuertes presiones» porque involucran a «sectores políticos» o a «empresarios poderosos», aunque nada de ello le produce temor.

«Vengo de una familia de mujeres que sobrevivieron a un genocidio, cuyos cuerpos fueron exhibidos como trofeos en museos humanos. Mi abuela desapareció durante un temporal de nieve en 1995. Mi madre sufrió violencia. Tengo en mi familia más de seis generaciones de mujeres que lo único que han hecho es sobrevivir, pero que me han enseñado a sobreponerme y a seguir luchando siempre», concluyó Guevara, la primera abogada de los pueblos originarios fueguinos.

Enriqueta Gastelumendi

Conocida también como la «India Varela», aunque a ella no le gustaba ese apodo, Gastelumendi fue una talladora artesanal de prestigio y por ello está considerada una de las mayores exponentes de la cultura de la región.

La bisabuela de Antonela Guevara, la primera abogada indígena de Tierra del Fuego, es Enriqueta Gastelumendi, descendiente directa del pueblo Selk´nam que habitó la zona norte y centro de Tierra del Fuego durante miles de años antes de la llegada de los europeos.

Hija de madre Selk´nam, María Felisa Cusanchi, y padre español, Ramón Gastelumendi, había nacido el 15 de julio de 1913 en la estancia Viamonte de la ciudad de Río Grande, siendo la menor de cinco hermanos en una época en que la población originaria se había reducido a unas 500 personas.

Desde pequeña ya tallaba figuras de animales de la zona en madera de lenga, y continuó haciéndolo cuando la familia se trasladó primero a la estancia Harberton y más adelante a la estancia Moat, sobre la costa del Canal Beagle.

Sin embargo, al fallecer su padre, Enriqueta quedó al cuidado del encargado de la estancia, Jesús Varela, quien primero fue su padrastro y luego, al cumplir 13 años, se convirtió en su marido a instancias de la madre de la joven, que la obligó a casarse.

«Tuvo hijos producto de violaciones. Ella fue sumamente infeliz y triste durante esos años y por eso no le gustaba el apodo de India Varela, no por el condimento indígena, sino por el apellido de su esposo», recordó su bisnieta en diálogo con Télam.

Ya radicada en Ushuaia sus tallados comenzaron a ser vendidos al turismo, y en la capital fueguina trabajó como docente en el taller de libre expresión de la Dirección de Cultura y como maestra de tallado en el colegio Don Bosco.

Luego confeccionó la llave de la ciudad y se la reconoció como ciudadana ilustre en 1993.

Llevan su nombre la Casa Municipal de la Cultura, la biblioteca de la Escuela Nº9 de Ushuaia, un colegio secundario y la feria del paseo de los artesanos.

Falleció el 29 de agosto de 2004, a los 91 años, como consecuencia de una neumonía que se le había presentado en junio de ese año.

«Fue un prócer viviente de la comunidad indígena en el momento de su creación y un ejemplo para mí. En honor a ella yo no puedo permitirme renunciar a ninguna lucha», afirmó su bisnieta y primera abogada representante del mismo pueblo originario.

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