El aeropuerto de la ciudad de Río Grande lleva el nombre de Ramón Trejo Noel en homenaje a quien fuera el gobernador del Territorio, designado en 1983 por el presidente Raúl Alfonsín y fallecido trágicamente el 15 de mayo de 1984.
El país, aquel día, se conmocionó al difundirse la noticia que llenó de congoja al pueblo fueguino. En las aguas heladas del canal Beagle había caído el Lear Jet de la Gobernación y en él perdieron la vida el gobernador, su esposa y doce de sus funcionarios.
Poco más de 38 años después, otra tragedia aérea en el ámbito fueguino trajo para muchos el recuerdo de aquel drama. Es que el de hoy se transforma en el segundo peor accidente aéreo ocurrido en 38 años en Tierra del Fuego con un avión Lear Jet como triste protagonista. 71 años atrás, un Douglas operando para la primitiva Aerolíneas Argentinas se desplomó en la ribera Norte del río Grande, y murieron 11 de sus ocpuantes. Aquel fue el segundo más grave accidente aéreo en isla, en toda la historia. El de hoy, trágicamente sería el tercero mas cuantioso en víctimas, en esa crónica luctuosa.
Esta vez no era el de la gobernación (en rigor, la nave está en desuso y sólo vuela con carácter oficial el histórico Arava) sino un avión de una empresa privada dedicada a efectuar vuelos sanitarios.
El aparato -un Lear 135 matrícula LV BPA perteneciente a Flying América S.A.- había partido en la mañana desde el aeropuerto bonaerense de San Fernando. Viajaban en él los dos pilotos, un médico, una enfermera y el paciente, un bebé de 5 meses, acompañado por su mamá y su padre, numerario de la Armada Argentina. El niño había sido derivado a Buenos Aires con diagnóstico de botulismo y retornaba con indicación de guardar internación domiciliaria por encontrarse traqueotomizado, en período de recuperación.
Los tres pacientes bajaron del avión, que repostó combustible y se preparó para decolar nuevamente con destino a su primera escala, Comodoro Rivadavia. Llegó al final de la pista y el piloto intentó ganar altura, pero una imprevista falla técnica (cuya naturaleza determinarán los peritos) le frustró fatalmente la maniobra.
El avión se frenó bruscamente en el aire, se inclinó hacia la izquierda y cayó casi de costado, con estrépito, contra una verja de madera sostenida por caños de hierro en terrenos todavía de la Base Aeronaval Río Grande. No había llegado a recorrer en total mil metros cuando finalizó su trayectoria con una explosión y se prendió fuego ante la mirada azorada de los controladores de vuelo.
Sin posibilidad alguna de salvar sus vidas, quedaron entre los restos del aparato el piloto, Claudio Canelo, el copiloto, Héctor Vittore, el médico Diego Ciolfi y la enfermera Denis Torres García.
Sus cuerpos fueron rescatados por personal de Bomberos aeroportuarios, los primeros en llegar al lugar del siniestro, mientras la columna de humo hacía saber a los vecinos de Río Grande que algo terrible acababa de ocurrir en la zona de la aeroestación.
Investigación en curso
Con el dolor y la tragedia, llegaría el interés de todos los medios periodísticos del país que demandaban información con mucha mayor urgencia que la cautela y la prudencia recomendaban a sus improvisados corresponsales ad-honorem en Río Grande.
A última hora, los canales de televisión de Buenos Aires, sobre todo, elaboraban urgentes hipótesis y exponían las más diversas explicaciones de lo, por ahora, inexplicable.
Ezequiel Sicardi, un experto en materia aeronáutica, apremiado por TN Noticias para que exponga irrefutables conclusiones, prudentemente calmó la ansiedad periodística y pidió bajar la expectativa informativa y acompañar con respeto a la familia aeronáutica en su duelo.
Pero dejó dos definiciones, dos indicios, que, por venir de su clínico ojo, son por demás atendibles: dijo que la pista del aeropuerto de Río Grande tiene las dimensiones suficientes y necesarias para que un avión como el siniestrado opere con normalidad. Y llamó la atención sobre el comportamiento de la columna de humo que mostraban las imágenes del avión en llamas. Revelaba que las condiciones meteorológicas reinantes, principalmente el característico viento, no serían factor que hubiera determinado la ocurrencia del accidente.
Por la tarde llegaron a la ciudad los integrantes del Equipo de Trabajo de Investigación de Campo (ETIC) de la Junta de Seguridad en el Transporte (JST). Julián Obaid, presidente de la Junta, informó que las pericias comenzarán este sábado.
Serán ellos quienes deban dilucidar lo sucedido y responder los lógicos interrogantes que no servirán, no obstante, para disminuir el duelo por la tragedia, la segunda peor en la historia de la aviación de Tierra del Fuego, en medio siglo.
La causa judicial y la eventual determinación de responsabilidades quedó a cargo del Juzgado Federal de Río Grande, cuya titular es la Dra. Mariel Ester Borruto. La comunidad toda, en tanto, no sale de su conmoción.
Comentarios