Este 21 de junio se produjo el solsticio de invierno para el hemisferio Sur -al mismo tiempo que el de verano en el hemisferio Norte-, por lo que en la latitud de la ciudad de Río Grande se vivió el día más corto del año, aquel con menor tiempo de luz solar de los 365.
La jornada menos iluminada del año, según información distribuida por la Estación Astronómica Río Grande, tuvo en lo concreto un poco menos de 7 horas y media de luz solar, con puesta del sol a las 17 horas y 11 minutos, habiendo amanecido a las 9 horas con 50 minutos.
“Este fenómeno de las estaciones es producto de la inclinación del eje de rotación del planeta” explicó en ((La 97)) el titular de la Estación Astronómica, el profesor José Luis Hormaechea.
Consultado sobre si debería ser tan estricta la coincidencia entre el solsticio y la época de más bajas temperaturas a lo largo del año, Hormaechea distinguió que más frío o menos frío en determinado momento, “es un fenómeno climático. La estadística de los últimos 10 años muestra que a veces es más frío en mayo, otros es junio, o julio, alguna vez incluso agosto. Eso varía año tras año y seguramente está vinculado con efectos globales como (los fenómenos climatológicos) el Niño, la Niña. Hay inviernos más húmedos, otros menos húmedos, más hielo, o más barro. La estadística en una década es insuficiente para determinar una tendencia” apreció entonces.
Para ejemplificar su explicación apeló al recuerdo del año de la pandemia, el 2020, que fue extremadamente frío: “Hacía 15 años que no se registraban temperaturas tan bajas, fue noticia en medios nacionales e internacionales”, consignó Hormaechea.
En cambio, tanto en el año pasado como en el actual, “vemos temperaturas bastante diferentes, aunque estamos teniendo una tercera semana de junio bastante fría”. El experto explicó que, ante estas impredecibles variaciones, “la atmósfera de la Tierra y su dinámica es lo que más juega”.
“La meteorología es una ciencia muy compleja. Predecir la dinámica de la atmósfera es muy difícil y las consecuencias son estas diferencias entre inviernos, entre estaciones, entre un año y otro”. Hormaechea se despojó por un momento de su incuestionable saber científico para anhelar, pedestremente, que “lo único que espera uno a esta altura es que no haga tanto frío”.
Sobre el final de la entrevista, el científico esbozó una explicación en relación con el desfasaje temporal que cada año se va acumulando, consecuencia de la relación entre la arbitraria medición del tiempo que hace el hombre, y la naturaleza propiamente. A ese respecto, dijo que, como “nos guiamos por una escala de tiempo mantenida por relojes atómicos en infinidad de laboratorios por todo el mundo, esa escala de tiempo no coincide exactamente con la escala de tiempo rotacional y con la revolución de la Tierra alrededor del Sol”.
Es por esa razón que la humanidad adoptó un tipo de corrección patentizada en los llamados años bisiestos, “pero aún ese ajuste cada cuatro años no es suficiente. Por eso hay que hacer una corrección cada 100 años y luego otra corrección cada 1000, para más o menos aproximarnos”.
(Solsticios – Foto: Getty Images)
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