La paciencia es una forma de sabiduría, demuestra que nosotros comprendemos y aceptamos el hecho de que a veces las cosas se tienen que desplegar en determinado momento y no antes.
Un niño puede intentar ayudar rompiendo la crisálida a que una mariposa salga, aunque por regla general la mariposa no resulte nada beneficiada con ese esfuerzo, cualquier adulto sabe que la mariposa solo puede salir al exterior cuando le llega el momento indicado, y que ese proceso no se puede acelerar.
De la misma manera, cuando nosotros intentamos calmarnos y bajar nuestro estrés debemos cultivar la paciencia hacia nuestra propia mente y nuestro propio cuerpo. De forma expresa nos recordamos una y otra vez que no hay necesidad de impacientar nos con nosotros mismos y tratamos de no juzgarnos, y tratamos de comprender que a veces estamos nerviosos o asustados o angustiados. Ese tiempo que nos damos es sumamente importante para lograr el proceso que necesitamos.
La paciencia puede ser una cualidad especialmente útil para invocarla cuando la mente está agitada y puede ayudarnos a aceptar lo errático de esta, recordándonos que no tenemos por que ser arrastrados a los viajes que realiza la mente. La práctica de la paciencia nos recuerda que no tenemos que llenarnos de actividades e ideas cuando en realidad quizás necesitamos frenar. Nos ayuda a recordar que, lo que es verdad, es precisamente lo contrario.
El hecho de llenarnos de actividades lo único que va hacer es acelerar todo nuestro metabolismo, nuestro modo de pensar, toda la cantidad de pensamientos, el caudal de idea se va a agrandar, y en la paciencia lo que necesitamos hacer es estar totalmente atentos al momento presente, y a veces eso significa esperar.
Tener paciencia consiste sencillamente en estar abiertos a cada momento, aceptándolo en su plenitud y sabiendo que, al igual que en el caso de la mariposa, las cosas se descubren cuando les toca.
A veces, tenemos que tener paciencia y soportar una emoción, otras veces tenemos que tener paciencia y soportar una situación desagradable, pero qué importante que es darnos ese tiempo para poder encontrarnos con nosotros mismos. La paciencia, decíamos al principio, es una forma de sabiduría. Seamos sabios démonos, así como la mariposa, el tiempo que cada uno necesita.
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