Uno de los factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular es la pérdida de fuerza y masa muscular. Muchas veces no se lo menciona en la consulta médica y, al no remarcarlo como algo importante, no lo pensamos como parte del tratamiento para la enfermedad de nuestro cuerpo.
La actividad física regular se realiza para aumentar la fuerza muscular, mejora la salud a través de mecanismos que no conocemos, como por ejemplo la liberación de sustancias por los músculos esqueléticos, que se llaman mioquinas. Estas afectan a todo el sistema cardiovascular y así podemos lograr, por ejemplo, disminuir la formación de placas de grasa en el sistema vascular más allá de los factores de riesgo que tenga la persona.
La contractilidad del músculo cardíaco mejora el sistema eléctrico del corazón, evitando las arritmias cardíacas. Estás mioquinas, también liberadas por el músculo en la actividad física, da lugar a un medio antiinflamatorio saludable en el organismo, como es también la microbiótica intestinal saludable, que es el conjunto de microorganismos que viven en nuestro intestino.
Todos estos beneficios se reportan principalmente con la actividad física de resistencia dinámica, que sería el ejercicio aeróbico donde intervienen los músculos grandes, como por ejemplo trotar, correr, andar en bicicleta, correr en cinta o nadar.
Por otro lado, tenemos que la actividad física para mejorar la fuerza también tiene un potencial terapéutico importante. Por ejemplo, en pacientes diabéticos mejora la capacidad funcional, mejora el control de la azúcar en sangre, la grasa visceral que sería la grasa del abdomen, logramos en el exceso de peso el control arterial, logramos niveles de líquido en sangre en pacientes añosos, se facilita la capacidad de realizar la actividad de la vida diaria mejorando la capacidad funcional de la independencia de las personas de elevada edad, además de la situación metabólica. Por otro lado, trabajar los miembros inferiores produce la activación del diafragma, mejorando la función respiratoria y, por ende, la función cardiovascular. También la actividad física libera endorfinas que mejoran el estado anímico, mejora la autoestima y con eso contrarrestamos la situación de estrés y de ansiedad a las que estamos sometidos en la vida cotidiana.
Por todo lo que hemos mencionado, deberíamos considerar la actividad física como parte del tratamiento de muchas enfermedades crónicas y fomentar las actividades físicas. Hay que tener en cuenta que esta actividad física también es dosis-dependiente, lo cual quiere decir que mientras más realizamos ejercicio mejor para es nosotros. Tampoco tiene efectos adversos como los medicamentos y es de bajo costo o gratuito, así que es para tener en cuenta.
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