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España desde adentro

«Realmente un caos en el país» por la falta de una normativa general

Polémica en la península ibérica por la flexibilización de las medidas contra el Covid-19 y las fiestas populares que se generaron en las calles. Desde el lugar de los hechos, el profesor de Matemáticas, Luis Bravo, nos relata los pormenores de la controversia.

España se despidió este domingo pasado 9 de mayo, a las 0 horas, del Estado de Alarma por la crisis sanitaria del virus covid-19.

El Estado de Alarma es un conjunto de normas que ha afectado durante los últimos 6 meses los derechos fundamentales de los ciudadanos. 

El Estado de Alarma limitaba la circulación de las personas por calles y carreteras mediante un toque de queda entre las 12 de la noche y las 6 de la mañana, excepto para adquirir medicamentos, productos sanitarios y otros bienes de primera necesidad, o cumplir con las obligaciones laborales y retornar al lugar de residencia habitual, repostar en gasolineras y otras obligaciones ineludibles. 

El Estado de Alarma prohibía la salida y entrada de las comunidades o territorios autónomos (España tiene 17”, salvo para las actividades anteriormente citadas, y limitaba también la estancia en espacios públicos a un máximo de 6 personas, salvo que convivieran en el mismo domicilio. 

En lugar del Estado de Alarma de implantación nacional, el Gobierno español ha decidido que sean los gobiernos de las distintas comunidades autónomas los que, por razón de la evolución de la pandemia, impongan las medidas que consideren necesarias, tales como el horario de cierre de establecimientos públicos, fundamentalmente bares y restaurantes, o el cierre perimetral de sus barrios o pueblos, en función de su incidencia de afectados.

Dado que los territorios autónomos tienen gobiernos de diferentes partidos, esta llamada dejación de funciones por parte del Gobierno central ha sido interpretada políticamente por parte de la sociedad como una medida para delegar en las comunidades las normas a implantar, que son tan impopulares en la comunidad.

En Andalucía, donde está Málaga, mi ciudad, se han eliminado todas las restricciones de circulación y se fija un límite máximo de 8 comensales por mesa en el interior de los establecimientos y de 10 en el exterior.

La mayor novedad llega para el ocio nocturno. Tras más de un año sin actividad, los bares y las discotecas podrán abrir hasta las 2 de la madrugada, en lugar de hasta las 10 de la noche, respetando el mismo aforo de la hotelería. 

Análogamente, otras comunidades han establecido normas similares en este sentido, llegando a la situación de que cada territorio tiene normas diferentes a los de los restantes, pero hay un malestar común entre los gobiernos autónomos ante la ausencia de un plan nacional que sea correcto jurídicamente, que afectara a todos los territorios de los ciudadanos y que debiera haber sido impulsado por el Gobierno de la nación en sustitución del Estado de Alarma para evitar un repunte de los contagios por coronavirus. 

Teniendo en cuenta que el toque de queda sólo puede darse bajo el Estado de Alarma, y éste ha desaparecido, los gobiernos de los territorios autónomos se ven en una imposibilidad jurídica de implantarlo, habiendo recurrido algunos de ellos a pedir amparo a los Tribunales Superiores de sus respectivas comunidades, dándose la situación de que en algunos casos los jueces han aceptado la implantación del toque de queda entre determinadas horas, otros entre horas distintas y otros han ordenado que el toque de queda sea eliminado. 

En el resto del territorio, donde no se han pronunciado los jueces, que arguyen que ellos están para jugar y no para dictar leyes, hay un vacío jurídico, realmente un caos en nuestro país a falta de la medida general que debiera haber sido prevista por el Gobierno para este nuevo orden de cosas y a lo que me refería antes.

Después de 6 meses de imposibilidad de reunión de más de 6 personas, de toque de queda y de restricciones a la circulación en diferentes ciudades de España, la población, fundamentalmente joven, ha salido a la calle a partir de este domingo a celebrar el final de estas normas restrictivas, como si fuera una fiesta, ignorando que la obligación de llevar barbijo y de respetar la distancia sigue en activa.

Al grito de “libertad” se han organizado imprudentemente reuniones masivas en las calles y plazas, sin tener en cuenta que el virus sigue circulando y el peligro de contagio sigue, lo que ha provocado que diferentes biólogos y expertos de la Organización Mundial de la Salud expresen su opinión en forma preocupante sobre la posibilidad de una nueva Nueva Ola de contagios en las próximas semanas, que destruiría los logros de reducción de los casos de infecciones que se ha conseguido en estos últimos dos meses. 

Hay que tener en cuenta que las vacunaciones, que alcanzan a varios millones de vacunaciones, han empezado por los ciudadanos de mayor edad y la población de menor edad aún está sin vacunar.

En definitiva se trata de un caso de irresponsabilidad, tanto de las autoridades nacionales como de parte de la población, que ha confundido el final del Estado de Alarma con el final de la pandemia. 

Da la impresión de que en este grupo de irresponsables hay una percepción de una falsa seguridad de que se ha terminado la pandemia, o que se ha terminado el riesgo de contagio, cuando esté riesgo está muy presente todavía. 

Por otro lado, la inmensa mayoría de los ciudadanos está actuando con la responsabilidad de saber que esto no es ahí, sí que el peligro existe y que, a pesar de que el Estado de Alarma se haya abolido, las normas esenciales, como llevar barbijos, respetar la distancia de seguridad y evitar las reuniones masivas, son fundamentales para seguir disminuyendo los índices de afectados y evitar una nueva ola de contagios.

Esperemos que este clima de falsa sensación de ausencia de peligro termine pronto y la sociedad tome conciencia de continuar con las normas lógicas y necesarias para evitar la propagación de la enfermedad en un futuro próximo. 

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