Docentes de todo el país coincidieron que la aplicación WhatsApp no sólo resultó imprescindible para continuar con la educación virtual en la pandemia, sino que su uso quedó instalado como una herramienta más para dar clases.
Así lo destacaron los docentes que participaron en una charla realizada en la Semana Unipe Federal Virtual «Alternativas para pensar en la Educación que viene» realizada por la Universidad Pedagógica Nacional (UNIPE),
quienes coincidieron en cómo «aprovechar la velocidad, la fragmentación y la instantaneidad de los chats» en el regreso a las clases presenciales.
En la disertación llamada «La escuela en Whatsapp. Dinámicas de trabajo, límites y posibilidades del flujo de enseñanza y aprendizaje en redes sociales», docentes de distintas partes del país recogieron su experiencia en integrar las nuevas tecnologías y el dictado de clases durante el aislamiento y aseguraron que la utilización de servicios de mensajería instantánea con los alumnos se «convirtió en parte de la narrativa pedagógica».
«Por primera vez no tuvimos que trabajar con los docentes en transmitir el encanto de las tecnologías porque las estábamos todos usando. Las pantallas eran la única manera de trabajar para garantizar los encuentros y eso nos llevó a pensar el vínculo con la tecnología de manera diferente», aseguró Paola Roldán, quien trabaja en formación docente Córdoba y elaboró el trabajo «Dar clases en WhatsApp».
«En esta vuelta a la presencialidad se puso en discusión que sin la presencialidad no había escuela pero todos sabemos en las dificultades en que dimos clases el año pasado. Dar las clases es mucho más que lo que se traduce en el aula», reflexionó.
En ese sentido, Roldán aseguró que, «en un contexto altamente precario y complejo», la aplicación de mensajería WhatsApp se convirtió en una pieza fundamental para el dictado de clases.
«El Whatsapp lo usamos en innumerables actividades cotidianas, pero se volvió una herramienta para el intercambio escolar y para el sostenimiento de un vínculo con los alumnos», aseveró.
«Algo tiene esa red que se instaló de manera rápida y que perduró en el tiempo, aunque con una variación en los modos de uso», aseguró Roldán y agregó que «el desafío es pensar que rasgos se pueden aprovechar de la velocidad, la fragmentación y la instantaneidad de los chats» para el nuevo ciclo de clases presenciales.
María del Rosario González, docente que trabaja en las localidades bonaerenses de Caseros y Morón, contó que «validamos el año pasado el trabajo con WhatsApp, desde el primer día nos preguntamos cuáles eran los pros y los contras».
«Se usó mucho para grupos de difusión y charlas individuales. Nos sirvió mucho el uso de audios y tutoriales preparados por nosotros mismos. Nos hemos ido renovando todos y buscamos replicar la escuela en la casa», afirmó.
Andrea Farré, docente de Bariloche, Río Negro, aseguró que el servicio de mensajería ayudó a conectar a profesores entre sí para tener una mejor planificación de los contenidos curriculares.
«El espacio de planificación fue mucho mayor porque las clases tuvieron que ser más cortas y sin la interacción del aula. Se planificó mucho con otros
 profesores, se hizo un trabajo interdisciplinario y fue como una manera de salir del aislamiento del aula entre los docentes.
Pensar en conjunto con otros es enriquecedor», aseveró en su intervención.
Por último, Roldán reflexionó que los chats «permitieron una trama vincular donde las clases se transformaron en audios, creando vínculos, palabras de aliento o de referencia».
«Pudimos resolver la situación porque queríamos que algo sucediera en la clase», aseguró y agregó que «los profesores fueron aprendiendo que era lo impostergable e imprescindible».
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