Docentes del colegio EMEI de Río Grande hicieron un regalo de fin de año a sus egresados. El presente fue una forma de expresar su afecto y un premio por el esfuerzo de los estudiantes en este contexto de pandemia.
La vicedirectora del establecimiento educativo, Celeste Menescardi, remarcó que lograron sorprender a los alumnos, ya que no se esperaban el desayuno y el presente brindado por sus maestros durante la mañana del sábado. “Fue un hecho muy emocionante, más de lo que esperábamos”, expresó la docente.
Los regalos fueron confeccionados y repartidos por los profesores. “La idea que surgió por parte de una profe, a medida que se fueron sumando, fuimos organizando y, la verdad, salió excelente”, comentó la vicedirectora, y agregó que “le llevamos un desayuno a cada uno de ellos, que son 87, de ambos turnos, de 4 divisiones, a cada una de sus casas, con la colaboración de todos los profes”.
“La iniciativa comenzó por la profe Patricia Muñoz, qué es la coordinadora pedagógica de turno tarde, luego yo pensé en hacer algo más, como para dar los presentes, para que ellos no estén tan apagados porque están realmente muy sensibles con todo esto de que no han podido hacer lo que hace cada egresado todos los años”, indicó Menescardi.
Se pensó en colocar entonces pasacalles o pintar la calle, pero debido a las inclemencias meteorológicas, se decidió colgar un cartel en el balcón de la escuela, donde quedaron plasmadas “algunas palabras para nuestros egresados” y fotos que representaron a cada curso.
“Más allá del esfuerzo que están haciendo cada uno de ellos para poder terminar, nosotros, por ahí a diferencia de otros colegios, hemos estado trabajando todo el año, entonces vale la pena el esfuerzo y un mimo para ellos”, explicó Menescardi.
La sorpresa fue de todos los estudiantes, ya que los docentes se organizaron en secreto: “Organizamos que ponía cada uno, quién vive para ese lado y quién vive para el otro lado, qué día tienen libre, y el día viernes nos juntamos todos en el SUM, qué es amplio, bajo protocolo, con guantes, con barbijo, con alcohol, con todo, y armamos todas las cajitas”.
“Al otro día, el día sábado temprano, nos juntamos de nuevo los profes que íbamos a repartir, algunos profes estuvieron colaborando con parte del desayuno, los directivos, también, el dueño de la escuela, también abriendo la puerta los porteros, también pidiendo las direcciones a escondidas, para que no sospechen y se dio así -relató la profesora-. Ese día nos repartimos según la zona que vivía cada uno y lo logramos, fue complejo porque algunos no estaban en la casa, pero lo logramos y el sentido, que era sorprenderlos estuvo, y nosotros nos llevamos la mejor parte, al ver esos rostros con caritas de sensibilidad”.
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