Terapistas, kinesiólogos y enfermeros alertaron a principios de septiembre sobre la escasez de personal para las áreas de cuidados críticos, destinadas casi en su totalidad a pacientes con coronavirus, situación que a seis meses del inicio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) se ve profundizada por la creciente demanda, la falta de descanso y el fallecimiento de trabajadores de la Salud.
Según un relevamiento realizado por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) se registraron «32.300 contagios y 110 muertes por Covid-19 entre los trabajadores de la salud de todo el país», dijo a Télam Rodolfo Arrechea, coordinador nacional de Salud del gremio.
Desde el 20 de marzo, día en que comenzó a regir el ASPO, los trabajadores de la salud atravesaron «distintas etapas», afirmó Arrechea, quien precisó que «al principio pedíamos elementos de protección personal porque no nos entregaban, después eso se reguló, pero nos mandaban insumos deficientes, que no servían».
«Una vez que conseguimos tener elementos de protección personal (EPP) de calidad, comenzó a hacerse evidente el cansancio físico y psíquico de los trabajadores, que además de tener suspendidas sus licencias y vacaciones, a veces ni pueden tomarse sus francos», puntualizó.
Los testimonios obtenidos a los largo de distintas recorridas en hospitales públicos de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires por esta agencia dan cuenta del cansancio de los trabajadores que en general afirman que no es sólo físico, sino que enfrentan día a día situaciones de estrés y presión que los pone «al límite».
«Los intensivistas, que ya éramos pocos antes de la pandemia, hoy nos encontramos al límite de nuestras fuerzas, raleados por la enfermedad, exhaustos por el trabajo continuo e intenso, atendiendo cada vez más pacientes», afirmó un comunicado de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) emitido el pasado 3 de septiembre, que remarcó que los trabajadores de la salud sienten que están «perdiendo la batalla».
En el hospital de agudos Carlos Durand, del barrio porteño de Caballito, murieron tres enfermeros, todos ellos con factores de riesgo, pero decidieron no pedir sus licencias porque sino no podían acceder al dinero que obtienen por realizar horas extras.
«Es que un enfermero que recién empieza a trabajar cobra 32 mil pesos», precisó a Télam Héctor Ortiz, delegado de ATE de ese centro de salud.
En este sentido, explicó que en 2018 hubo un cambio en las categorizaciones de trabajadores del Gobierno de la Ciudad y colocaron a los licenciados en enfermería dentro del «escalafón general y no del profesional, eso implica un menor salario, pero también un ninguneo a nuestras tareas y a nuestra formación universitaria».
Para visibilizar esta problemática y exigir al Gobierno porteño una nueva categorización y el pago de un bono por esencialidad del mismo monto que el de los médicos, enfermeros de los distintos centros de salud marcharán el lunes al Congreso de la Nación, manifestación que se replicará en distintos puntos del país.
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