En 2019 se fabricaron 7 millones de teléfonos celulares en las distintas plantas ubicadas en la isla de Tierra del Fuego. Fue la cifra más baja desde que se inició el ciclo de producción macional, allá por 2009, luego del llamado impuestazo tecnológico, el nombre de la ley 26.539 con la que se aprobó el aumento de los gravámenos a los productos tecnológicos importados como computadoras, celulares y otros de electrónica de consumo masivo.
Para este 2020 atravesado por la pandemia del coronavirus y las restricciones que se establecieron el pasado 16 de marzo, las previsiones más optimistas señalan que apenas si se alcanzarán a integrar 6 millones de smartphones.
Entre enero y abril se fabricaron 1.150.847 celulares en el sur, según datos de AFARTE, la cámara que nuclea a las terminales ubicadas en Tierra del Fuego. Para llegar a esta cifra confluyeron dos fenómenos que, más que en simultáneo, fueron sucesivos e impactaron en la menor producción.
«Hasta el 16 de marzo las plantas estaban operando con un 57% de capacidad ociosa. Esto era en función de cómo venía reaccionando la demanda. A partir de esa fecha las plantas cerraron», explicó a medios nacionales Federico Hellemeyer, presidente de AFARTE.
«Las plantas estuvieron produciendo en ese momento con los insumos que tenían porque no se recibían embarques nuevos de partes. Las plantas chinas pararon en febrero y recién abrieron a mediados de marzo cuando cerraron acá. Ese aspecto complicó el abastecimiento porque, con la cuarentena, las personas que debieron hacer trabajo remoto invirtieron en equipamiento informático, entre ellos, celulares. Los operadores y cadenas de retail vendieron los stocks que tenían sin lograr reabastecerse al nivel que necesitaban de acuerdo a la demanda», indicó el abogado.
Las plantas de Tierra del Fuego reabrieron a mediados de mayo pero ni siquiera con los niveles de producción de marzo, sino mucho menores por los protocolos sanitarios que se establecieron tanto a nivel nacional como provincial.
«Tierra del Fuego estableció una jornada laboral máxima de seis horas, además de habilitar una línea de producción por planta por turno, cuando las plantas suelen tener entre seis y ocho líneas de producción. De modo que se arrancó con una baja capacidad que se fue ampliando a medida que se fueron flexibilizando las restricciones», agregó Hellemeyer.
En enero, febrero y hasta la mitad de marzo la producción se mantuvo «en niveles normales de un año flojo. A partir de la segunda mitad de marzo hasta mediados de mayo no hubo actividad. Y en junio, la fabricación es de laboratorio», detalló.
Ahora ya se está trabajando con tres línes de producción por fábrica pero las tareas continúan siendo muy limitadas. Limitación que se profundizó este miércoles cuando la UOM de Tierra del Fuego inició un paro por 48 horas tras rechazar la propuesta salarial de AFARTE.
De modo que, si se hace una proyección lineal sobre lo que se produjo en los primeros cuatro meses del año, apenas se llegaría a los 5 millones de celulares para finales de 2020. Claro que esto no será así. Se estima que haya una mejor producción a partir del segundo semestre, aunque todo está por verse.
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Con información de iProfesional
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