Esas normativas, destinadas a blindar los puestos de trabajo, paradójicamente dejaron en una situación incómoda a los gremios que admiten la imposibilidad de las empresas de sus rubros de afrontar los sueldos del personal, incluso con el compromiso del Ejecutivo de que la Anses aportará hasta 50% del neto salarial a las empresas en crisis a través de la Anses. Dicho de otra forma, una vez que el Gobierno aumentó la promesa de ayuda (antes había ofrecido un máximo de un salario mínimo, vital y móvil por cada empleado, con pagos decrecientes en la medida en que subía la nómina de personal) privó de argumentos a la dirigencia sindical que se aprestaba a convalidar por su cuenta el mecanismo de suspensiones contra pagos del orden del 70%.
La meta de liquidación esta semana de los salarios de abril movilizó en bloque a la CGT y a la UIA en tratativas con el Gobierno y terminó de frenar las conversaciones individuales de organizaciones como la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Comercio o la Asociación Obrera Textil entre otras. Hasta este fin de semana, la hipótesis de máxima de la central fabril era repartir las cargas de a tercios: que el Estado se hiciese cargo de una tercera parte del costo salarial (equivalente, dicen, al 50% ofrecido del neto), los empresarios de otra, y los trabajadores resignaran el otro tercio.
Para la CGT, en cambio, la irrupción del Estado con el DNU 376, que amplió el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) con el subsidio de hasta 50% de cada salario levantó la vara y debería llevar el valor del sueldo en licencia por cuarentena a un 80% del neto. Anoche los negociadores del equipo económico confiaron a este diario que la referencia preferida se acerca al 75%.
Comentarios