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Cómo viven la cuarentena una familia de riograndenses en Madrid

Recién llegados, los recibió la epidemia de coronavirus en uno de los países más afectados por la pandemia. Las vivencias y el mensaje constructivo de una familia de Río Grande en España.

Tienen apenas ocho días de establecidos en Madrid y la experiencia que vivieron desde el mismo momento en que arribaron no se podrá olvidar en sus vidas.

Gabriel Moroni y Marcela Ramírez se forjaron en Río Grande un presente venturoso, trabajando ambos en la industria electrónica. Vieron crecer a sus hijos Stefano (9 años, cursó hasta el año pasado en el EADEB) y Venezia (4 años, egresada del jardín Rosarito Vera) y, con 40 años cumplidos creyeron oportuno buscar otro destino en España.

“Cuando llegamos, Madrid estaba en una situación cotidiana, normal –relata Marcela, en diálogo vía Skype con ((La 97)) Radio Fueguina-  pero enseguida se fue tornando el tema serio por la epidemia y de pronto nos encontramos en cuarentena”.

Tenían una semana de establecidos en el que sueñan como su nuevo hogar. Vecinos del célebre Parque del Retiro, salieron a recorrer su entorno cuando un policía les advirtió de que debían volver a su casa. Tomaron conciencia entonces de que algo muy grave estaba sucediendo y de que la situación empeoraba minuto a minuto.

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Desde entonces, “al levantarnos, lo primero que hacemos es escuchar las noticias, vemos las estadísticas, nos informamos de pronto que en un asilo de ancianos murieron veinte abuelos, es terrible, nos da miedo por lo que pueda pasar de ahora en adelante”.

El aislamiento “es total, absoluto, no hay movimiento en las calles, en los negocios, en ningún lado”, se alarma Marcela.

Sus escasas salidas, limitadas, tienen como única justificación la compra de alimentos y elementos de limpieza: “Podemos hacer las compras en un supermercado vecino, entran de a cuatro personas, un policía controla que no permanezcas más de 5 minutos, hay sólo dos empleados trabajando en un local como los que conocemos de los supermercados en Río Grande”, compara.

De aquella situación despreocupada a este presente de angustia pasaron muy pocos días; a un ritmo vertiginoso, la pandemia rodeó a todos a nivel mundial. En España, todos fueron sorprendidos por la realidad. Marcela admite que “costó caer, pensábamos que esto era algo así nomás, como les paso estos días ahí, en Argentina”.

Pero los españoles saben que no hay margen para distraerse: “A medida que pasan las horas y que se va complicando, uno se preocupa por todos, por nuestras familias y nuestros amigos en la Isla”, se angustia Marcela Ramírez. “Da ganas de gritarles cumplan, con total seriedad y responsabilidad lo que dictan el gobierno y los que saben”. “Suena trillado esto de quedarse en casa, pero viviéndolo acá de tan cerca nos damos cuenta de que es muy serio, nos va a afectar a todos de alguna forma mientras no haya una vacuna”.

Desde su mirada cercana, esta fueguina puede avalar lo que leemos en los diarios: “El sistema de Sanidad está colapsado, en ningún lugar del mundo hay hospitales preparados para recibir a  mil o tres mil afectados por una enfermedad que pueda ser  mortal”.

Comparte Marcela el temor de que la calamidad que azota a los europeos se puede replicar en nuestro país y en nuestra provincia, si no se actúa con rigor y urgentemente. “La verdad, que esto es un camino que vamos a recorrer todos los países; lamentablemente caímos en éste, en España, que va varios casilleros adelantados respecto del nuestro”. “Lo veo como algo a favor, porque siento que puedo ir transmitiendo desde mi experiencia lo que se avecina, depende de todos que se alargue lo menos posible”.

Anoticiada de cómo se ha enfrentado la situación en Tierra del Fuego, Marcela considera que “Son complicadas las medidas extremas, pero la verdad es que digo siempre, lo primero es la salud, protegernos todos”. Celebra que “en Tierra del Fuego han tomado medidas acertadas, hay que ser muy rigurosos y de nosotros depende cumplir con todas las recomendaciones”.

Venezia y Estefano ya no podrán iniciar el colegio en Madrid, y seguramente van a perder un ciclo lectivo. Pero eso no es lo que les preocupa prioritariamente. Marcela y

Gabriel anhelan que la crisis sanitaria pase pronto para empezar, en serio y en libertad, a forjar esa vida tan soñada lejos de su Río Grande, pero sembrada de promesas y proyectos por realizar.

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