presión alcista en los precios de los alimentos genera máxima preocupación y debates hacia adentro mismo del Gobierno. También, duros cruces entre las empresas productoras y las cadenas de supermercados. Y tensiones entre los funcionarios del sector comercio y las compañías del retail.
De fondo están las constantes remarcaciones en los precios de los alimentos. Enero se despide con incrementos vinculados, en su mayoría, con la reimplementación del IVA a los productos de la canasta básica.
Esas subas fueron negociadas por el Gobierno con los supermercados y la industria. Hubo alzas promedio del 7% para algunos alimentos básicos. Pero lo cierto es que en aquellos que quedaron por fuera del acuerdo entre fábricas, comercios y Gobierno, los aumentos superaron largamente el 20 por ciento.
Sobre esa dinámica, febrero arranca con nuevas listas de precios por parte de algunas de las alimenticias líderes.
A partir del lunes, habrá incrementos en los principales productos de la canasta básica. A diferencia de meses anteriores, sobre todo en aquellos que siguieron a una devaluación, esta vez los aumentos no son generalizados.
Las compañías han optado por realizar ajustes en grupos de productos de cada rubro. En todos los casos se respetan los acuerdos firmados en el plan de Precios Cuidados, que no tendrán cambios hasta abril próximo.
El arroz tendrá un aumento de entre 3,5% y 11,2%, según las distintas presentaciones. El azúcar vendrá con un alza de entre 6% y 8%. Se trata de uno de los productos que quedó fuera de Precios Cuidados y sobre el que, se prevé, habrá subas adicionales en los próximos meses.
¿La causa? Hay faltantes en el mercado. De hecho, ya existe una amplitud significativa entre las distintas marcas. Hoy en día se presentan entre $42 y $50 el kilo, y algunos fabricantes mencionan la posibilidad de que escale hasta los $60 en el corto plazo.
De hecho, algunas fábricas que utilizan azúcar para elaborar sus productos de manera intensiva -como las gaseosas, golosinas o cereales- ya están pagando más caro por el producto y fundamentan en ese movimiento las subas que se darán en sus propios artículos.
El sector lácteo es otro de los rubros que vuelve a calentarse. Los quesos tendrán un ajuste del 6% promedio.
También hay presiones sobre la leche. Si bien el Gobierno decidió la nulidad del IVA para la leche, la decisión nunca se plasmó en el Boletín Oficial a través de una resolución o un decreto.
Para algunos fabricantes, ese agujero legal les da margen para volver a aplicar el impuesto, con lo cual la suba en los precios sería inminente, a menos que se oficialice la medida por escrito.
En el segmento de los aceites también se vienen incrementos. El aceite de girasol, por ejemplo, tendrá un alto del 4%. Y del 9% en el caso de la presentación en aerosol.
La yerba, uno de los productos que más se encareció en el último año, volverá a elevarse un 4% en febrero.
El café tendrá un salto de entre 3,4% a 4,3%, según las marcas y las presentaciones. Y los «congelados» (desde verduras a hamburguesas y productos en base a pollo) ajustarán entre 6% y 9,5 por ciento.
Las golosinas, en tanto, mostrarán alzas desde 6% y hasta el 18%, con el mencionado problema del azúcar como la principal causa. En el caso de los «polvos para preparar postres», la suba promediará un 9,1 por ciento.
Tensión con los supermercados y alimenticias
La presión inflacionaria en los alimentos provoca tensiones en la (siempre) crítica relación entre las cadenas de supermercados y los fabricantes. Ninguno quiere quedar como «el malo de la película» frente a los clientes. Ni frente al Gobierno nacional.
Cuentan los propios empresarios consultados para esta nota que desde la Secretaría de Comercio, comandada por la economista Paula Español, se sigue un discreto monitoreo sobre la evolución de los precios. Que sí existe un celo especial por el cumplimiento sobre la lista de los Precios Cuidados. Pero que, al menos por ahora, existe una clara intención de diferenciarse de la época de Guillermo Moreno en la misma oficina pública.
El Gobierno está jugado a que la inflación tenga una rápida y notoria desaceleración, sobre todo en el rubro de los alimentos.
El calendario lo obliga: Alberto Fernández decidió un congelamiento de las tarifas de los servicios públicos por seis meses, de los cuales ya transcurrieron dos. También se suspendieron las actualizaciones en el transporte público por 120 días (restan 60). Tampoco hay cambios en los surtidores de naftas y gasoil.
Para acelerar la desaceleración inflacionaria, el Banco Central tiene pisado al tipo de cambio. Hoy en día, el dólar vale prácticamente lo mismo que en agosto, después de las PASO. Todavía hay coincidencia entre los economistas en que los $63 del «oficial» se mantiene en carrera como un tipo de cambio competitivo. Pero no por mucho tiempo más. No es casual que el Banco Central venga aplicando homeopáticos movimientos en las últimas dos semanas.
Miguel Pesce, presidente del BCRA, confía entre sus colaboradores que él aguarda una inflación «inferior al 3%» en enero, algo que el INDEC debería refrendar el jueves 13, cuando divulgue el índice de precios.
Con esos datos en la mano, el Directorio del Banco Central apresuró una nueva baja de la tasa de referencia del 50% al 48% anual. Ante la pregunta de si esa baja no podría ser arriesgada, dado que ya se ubica por debajo del 42% que los economistas proyectan de inflación para este año -es decir, son negativas en términos reales- los funcionarios responden que una en un nivel del 50% equivale a una «tasa efectiva anual» del 60%, «bien por encima de la inflación interanual».
Lo llamativo, en todo caso, es que se mantenga una dinámica de alza en los precios de los alimentos en medio de esas condiciones de estabilidad en variables claves de la economía (dólar, tarifas y combustibles).
La consultora Elypsis, que monitorea 50.000 referencias en las góndolas de los supermercados, indica que los alimentos registraron un alza del 0,6% en la primera semana de enero -al momento del regreso del IVA- para moderarse en las semanas siguientes.
Pasó al 0,4% en la segunda semana y en la tercera semana; y al 0,3% en la última del primer mes de 2020. Para Elypsis, la inflación de enero se ubicó en el 3,5%, por encima a la expectativa del BCRA, y apenas dos décimas por debajo a la inflación de diciembre.
Para otra fuente, el Índice Barrial de Precios de ISEPCI, el alza de la canasta alimentaria fue de 5,2% durante enero.
Comentarios