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Se cumplen 50 años de la llegada del hombre a la Luna

La misión se envió al espacio el 16 de julio de 1969, llegó a la superficie dlunar el 20 de julio y al día siguiente logró que dos astronautas (Armstrong y Aldrin) caminaran sobre la superficie lunar.

En 2019 se cumplen 50 años de la llegada del hombre a la Luna, un hito histórico que llevaron a cabo los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins a bordo del Apolo XI. La llegada del hombre a la Luna es una de las mayores hazañas de la historia de la humanidad.

El ser humano primitivo ya se preguntaba hace miles de años  qué había más allá, en los cielos, desde el momento en el que pudo mirar hacia arriba y tuvo la capacidad para preguntarse quién es, de dónde viene y hacia dónde va.

Por ello, no solo colocar un artefacto humano sobre otro cuerpo celeste, sino transportar en él a los primeros humanos dispuestos a pisarlo (aunque sea nuestra ‘cercana’ Luna a 384.000 kilómetros de distancia) supone un hito tecnológico y, además, antropológico, casi filosófico. El 20 de julio de 1969 cambió la concepción del espacio vital humano, reconociéndose que se tenía, y se tiene, capacidad para colonizar otros mundos fuera de la Tierra.

No podemos olvidar que la llegada a la Luna fue un logro motivado por la Guerra Fría, en una carrera espacial que culminó con la hazaña de Neil Armstrong, Buzz Aldrin, Michael Collins, y milles de ingenieros y operarios de la NASA.

Aquel día, los tres astronautas tomaron un completo desayuno y se encaminaron a la rampa de lanzamiento en Cabo Cañaveral (brevemente bautizado como Cabo Kennedy), desde donde despegaría el cohete Saturno V, ante millones de personas (la mayoría no autorizadas) que se agolpaban para no perderse el despegue en las inmediaciones.

Otro aspecto importante de la misión Apolo XI es que no solo rompería moldes por lo histórico de su objetivo, sino que los medios de comunicación de masas (y por primera vez la televisión) iba a emitir un acontecimiento de exploración espacial como este.

Los que lo vivieron seguramente lo recordarán como si estuvieran viviendo en un sueño de futuro.

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Tras cuatro días de viaje sin ningún incidencia reseñable, y tras capturar algunos vídeos a color del aspecto de la Tierra a cientos de miles de kilómetros de distancia, el módulo lunar hacía los últimos metros pilotado por Neil Armstrong para posarse en el Mar de la Tranquilidad. Horas después, el primer humano posaba su pie sobre la Luna en directo ante millones de espectadores: “Es (un) pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”; y minutos más tarde, el segundo humano hacía lo propio: “Magnífica desolación”.

Los astronautas volvieron a la Tierra reconocidos como héroes, como una suerte de Beatles de la exploración espacial.

El programa Apolo (serían 12 misiones, la mitad de ellas estaban diseñadas para alunizar, y así lo hicieron) se diseñaron con el expreso propósito de explorar los límites más inmediatos a la Tierra de una manera mucho más precisa, incluyendo órbitas lunares, terrestres, y el reconocimiento del terreno lunar. La última de ellas tuvo lugar en 1972, y desde entonces no hemos vuelto a pisar nuestro satélite. De hecho, no lo haremos hasta 2024, con el programa Artemisa (bello y poético nombre de la esposa de Apolo), el capítulo siguiente de la historia de la humanidad en su camino a la conquista de nuevos mundos.

 

La proeza, paso a paso

Fue el 20 de julio de 1969, a las 22.56 de la Argentina, cuando Neil Armstrong, el astronauta designado por la agencia espacial de los Estados Unidos, pisó la superficie lunar, convirtiéndose en el primer hombre en hacerlo. Luego, 20 minutos más tarde, Buzz Aldrin lo siguió, mientras que Michael Collins tuvo a la Luna bajo sus pies pero no pudo pisarla: fue él quien se mantuvo en el módulo de mando de la misión Apolo 11, parte del programa Apolo, destinado a la exploración espacial.

El despegue de la nave había sido el 16 de julio a las 9.32, desde Cabo Cañaveral, Florida, Los tripulantes eran los tres mejores astronautas con los que contaba la NASA, y tenían 38 y 39 años. La mayor parte de los ingenieros del centro de control y de los que habían trabajado en la misión eran más jóvenes: su edad promedio era de 27 años.

Sin embargo, el trabajo en equipo, de un despliegue descomunal y necesario -no ya  por el interés científico, sino por las implicancias geopolíticas y de propaganda en el punto álgido de la Guerra Fría contra la Unión Soviética- justificaban para el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, semejante inversión.

Tras el despegue, la nave se puso en órbita terrestre y tras su segunda vuelta al planeta, el módulo Eagle emergió del interior de la nave, que avanzó hacia la Luna a 3 kilómetros por segundo.

Al día siguiente, aún en viaje, y tras algunas correcciones técnicas del vuelo espacial, los tripulantes hicieron su primera transmisión en color desde una nave espacial, para mostrar una imagen única: la Tierra, vista desde unos 200.000 kilómetros de distancia.

El 19 de julio se produjeron dos momentos claves de la misión: el Eagle pasó por detrás de la Luna y, luego, tras perder contacto con la Tierra, el cohete alcanzó ponerse bajo la órbita lunar.

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Casi a las 9.30 de la mañana del día 20, el previsto para el alunizaje, Aldrin encendió el motor del Eagle y desplegó su tren de alunizaje. Una hora después, se separó de la nave, con Aldrin y Armstrong en su interior, mientras Collins se mantuvo en la nave principal, girando alrededor del satélite. A las 16.18, al fin, y luego de diversas maniobras dede Armstrong, el Eagle se posó sobre la superficie de la Luna.

Tras más de seis horas de preparativos dentro del módulo, al fin Armstrong descendió y puso su pie izquierdo en la superficie de la Luna, mientras transmitía a Cabo Cañaveral las palabras célebres que emocionaron a todo un planeta que seguía la transmisión en vivo por TV. Esta se vio en muchos países, pero no en la Argentina, que disfrutó sólo de la transmisión radial y tuvo que conformarse con ver las imágenes en diferido.

Tras bajar también Aldrin y recorrer parte de la Luna, además de clavar sobre ella una bandera estadounidense, ambos astronautas regresaron al Eagle. Trece horas más tarde, ya en el día 21, encendieron el motor de ascenso para acoplarse otra vez con la nave principal, objetivo que lograron a las 17.35. Durante los dos días siguientes, esa nave tomó rumbo de regreso y el 24 de julio, a las 12.35, volvió a entrar en la atmósfera terrestre para caer al mar con éxito a las 12.51 y concluir la misión.

Con la llegada a la Luna, Armstrong, Aldwin y Collins consiguieron hacer pensar a la humanidad aquello de que la realidad a veces supera a la ficción. Y en sentido estricto: 100 años antes, ya Julio Verne había terminado de escribir una historia que se llamó, precisamente, “De la Tierra a la Luna”. Y que, desde ese momento, dejó de ser algo más que un sueño escrito.

 

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