Figura en su documento -y así quedará asentado en los listados del Juzgado Electoral- como Juan Eduardo Castro. Pero más allá de los fríos papeles, para toda la sociedad y para su profundo interior hoy es Victoria, o Juani Castro, novena candidata a Concejal de la lista de Forja en Río Grande.
Es el primer caso en la historia de Tierra del Fuego de un candidato (o candidata) transgénero.
Pero la vida de Juani es mucho más que eso. Con su pareja, fueron el primer matrimonio igualitario en Latinoamérica que adoptaron a chicos judicializados. Los que hoy son sus hijos y con los cuales forman una familia digna de una película.
¿Cómo fue el día en que decidió vestirse de mujer para completar la “transición” que le llevó media vida? ¿Por qué su relato desborda orgullo y alegría y se pone en las antípodas de la victimización?
Todo lo logrado, lejos de ser un drama, es un ejemplo de vida. El lugar que ya se ha ganado, lo vive con una simpleza y una naturalidad asombrosas. No sólo no le molesta hablar del tema, de su transformación física, sino que además disfruta transmitir sus vivencias sin otra pretensión que animar a otros a mostrarse tal cual son frente a la sociedad.
En diálogo distendido con Emiliano Quezada y Oscar D’Agostino, Juani Castro se niega a enterrar al varón que fue en su niñez y lo rescata (como si hablara de otra persona) con todos sus méritos para explicar lo que hoy es su carácter, su condición de mujer, valores de los que se siente infinitamente orgullosa.
El varón que fui, la mujer que soy
“Gracias a ese señor me ha ayudado a llegar a esta parte de mi vida siendo la persona y la mujer que soy”, reverencia a Juan Eduardo, el que hoy sobrevive en su documento de identidad y en las raíces de toda su personalidad.
Lo de transgénero es, para ella, no más que una “nota de color”. Lo que le importa es contar su experiencia de vida para que muchos más la sigan sin traumas, sin dramatismo, simplemente con el objetivo vital de ser lo que se siente, de mostrarse tal cual es.
Un diálogo muy a fondo, con pasmosa naturalidad y explosiones de franqueza. Para entender que la cuestión de género ya nunca más puede ser un tabú.
Para escuchar muy atentamente y reflexionar. Ni más ni menos.
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