El drama de las industrias fueguinas se vive en el día a día, con su carga de angustia, incertidumbre y gritos en el desierto. Pero pasarlo a cifras produce un impacto aún mayor y brinda una idea de hasta qué punto el daño provocado por la política del gobierno nacional –contraria a la ley 19640 y a la propia existencia de la industria electrónica en Tierra del Fuego- puede ser definitivo e imposible de revertir.
Mientras Ushuaia vive del turismo, del empleo público y de una sola fábrica electrónica importante (protegida además por los sucesivos gobiernos), todo el peso de la crisis y el desempleo sobreviniente se padece en Río Grande.
Más allá de las consideraciones y los análisis políticos, los números son contundentes: más de la mitad de los puestos de trabajo desaparecieron entre 2015 y 2018, tanto en electrónicas como en textiles.
El relevamiento –según cifras que maneja la Unión Obrera Metalúrgica- indica que se registraban en al año 2015 un total de 15.745 trabajadores con trabajo asegurado; el número no incluye los empleos indirectos que la actividad de las fábricas genera.
Para entonces el crecimiento era persistente casi todas las empresas radicadas (particularmente BGH y Brighstar) anunciaban inversiones y ampliación de los proyectos productivos.
A partir del 2016 sobrevendría la debacle. Fruto, en parte, de las condiciones del mercado (costo argentino, apertura de las importaciones, devaluación progresiva del peso, etcétera) pero principalmente por la efectivización de una política nacional dirigida a hacer desaparecer gradualmente el costo fiscal que genera la Ley de Promoción Económica 19.640.
Tres años después, a fines de 2018, la planta de trabajadores que declaran las fábricas que aún subsisten, se reduce a 7.997, según la misma fuente. En ese lapso cerraron nueve plantas fabriles (algunas de más de 30 años de radicación), se desmantelaron líneas de producción, se reduce progresivamente la actividad, se eliminaron horas extras y se encuentra en marcha un plan (consensuado con el gremio) de reducción de las horas de actividad semanales.
Es decir, si se quiere medir la crisis en términos económicos, se estima que la masa salarial se ha reducido en más de un 73 por ciento en relación a 2.015. Esto es, por cada cien pesos que la actividad fabril aportaba al mercado local en materia de salarios, hoy sólo se inyectan 27 pesos.
En el rubro textil, en tanto, la caída es proporcionalmente similar. Según datos de Setia, de 1.800 puestos laborales que se registraban en 2.015, al año 2.018 se contabilizaban algo menos de mil. Y la caída se aceleró en 2.019.
Las fábricas que cerraron:
(Son todas de Río Grande)
- Visteon
- Leanval
- Telecomunicaciones Fueguinas
- Foxman
- Audivic
- Jo y Ed
- Yamana
- Athuel (Casio)
- Ifsa
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