La línea de producción fue desarmada de la forma más brutal por los propios dueños de la fábrica.
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Audivic: Imágenes de un vaciamiento claramente premeditado

Llevan tres meses sin pagarle a nadie. Prometieron reabrir, pero embalaban las máquinas para llevárselas. La maniobra del saqueo con 70 operarios como víctimas.

Hay personas hasta con 26 años prestando servicios en Audivic. No es una “fábrica golondrina” ni una “armaduría” como expresan, perversamente, los voceros del poder.

Audivic era una más de las productoras de aire acondicionado y televisores radicadas en el parque industrial de Río Grande bajo el amparo de la ley de promoción.

Sin ser una megaplanta llegó a dar trabajo a más de 300 personas. Hasta que en 2008 comenzó su lenta decadencia económica. La incomprensible condescendencia del gobierno de Fabiana Rios (con un ministro de Industria que terminó de gerente en una electrónica de Ushuaia) le permitió entrar en una administración desprolija y riesgosa sin perder sus beneficios.

Al extremo de que la por entonces gobernadora les ofreció un millonario subsidio para pagar los sueldos que dejaban colgados mientras derivaban sus ganancias a otros destinos.

 

El principio del fin

En el amanecer del 2018, el destino negro de Audivic ya parecía marcado. Anticipándose a la crisis que se veía venir, en febrero la firma empezó a no renovar los contratos basura con que tenía de rehenes a más de 100 de sus operarios.

 

La empresa de catering retiró los hornos y utensilios del comedor y la cocina.

 

Y ya en abril, la aparentemente calculada cesación de pagos dibujó muecas de preocupación en todos los proveedores de Audivic. El servicio de Catering reclama una deuda millonaria y se llevó sus pertenencias del comedor y la cocina, aprovechando que el personal estaba suspendido y no había actividad en la planta.

Los reclamos de la UOM chocaron con la anomia del ministerio de Trabajo de Nación. Jamás asistieron los empresarios a los llamados de audiencia mientras hacían tiempo y calculaban la huida.

Desde abril dejaron por completo de pagar salarios. La totalidad del personal (los 70 que quedaban en planta) fueron suspendidos con goce de haberes (que de todos modos no se abonarían).

 

Traicionados

“El administrador, el abogado Gustavo Zanone (el mismo que fue funcionario provincial) nos prometió que el lunes 16 nos reincorporarían a algunos pero hoy nos encontramos con esta traición”, se angustiaba uno de los operarios ante la consulta de radiofueguina.com.

“Esta traición” era la línea de producción desmantelada, galpones desolados y máquinas envueltas en film plástico para ser llevadas quién sabe adónde..

 

Una de las máquinas, empaquetada sobre un autoclave, lista para ser subida al camión. Los frenaron a tiempo.

 

Había sospechas, porque durante la semana se había bloqueado totalmente el ingreso a la planta, aun de los jefes de depósito.

Mientras tanto, furtivamente, desaparecieron las chipeadoras (claves en el proceso fabril), se desarmó de la manera más brutal y desprolija la línea de producción y se embaló todo para llevárselo en camiones.

 

La línea de producción fue desarmada de la forma más brutal por los propios dueños de la fábrica.

 

Trabajadores que advirtieron la maniobra y les bloquearon el paso pudieron abortar la mudanza. Pero con desconsuelo advirtieron el faltante de toneladas de cobre (insumos para el armado de aire acondicionado) y algunas máquinas aún sin determinar.

 

Los mismos operarios sellaron el portón para evitar que sigan saliendo camiones con bienes de la fábrica.

 

“Nos quedamos adentro para evitar que el saqueo continúe”, anunciaron los operarios que, en forma unánime se convocaron apenas conocida la triste noticia. Siempre sumidos en la desolación y la incredulidad, la misma que mostraba su secretario General, Oscar Martínez, que fue de los primeros en llegar.

Mientras tanto, a 3.000 kilómetros de todo, Jorge Lanata se mata de risa.

 

Listas para la huida, las máquinas que retiraron de la línea de fabricación.
De la línea de producción al depósito de materiales. Las máquinas, a más de cien metros de su lugar.

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