Con el paso de los años, las monedas en la Argentina se transformaron en un verdadero dolor de cabeza a la hora de realizar una transacción comercial. La situación se volvió tan grave que, hace algunos años, era frecuente encontrar promociones del tipo “traé $15 en monedas y te regalamos un pancho”.
Desaparecidas por completo las monedas de 1 a 50 centavos, por estos días las quejas de los consumidores parten de que los comerciantes se niegan a darles vuelto menor a cinco pesos y los obligan a recibir a cambio mercadería que no estaba en sus planes adquirir.
A pesar de las políticas anunciadas por el BCRA, los comerciantes se amparan en que el “cambio chico” escasea y las autoridades bancarias no facilitan herramientas para adquirir monedas de $1 y $2.
También señalan las dificultades que existen para adquirir “de manera habitual” billetes de baja denominación. Es que de cada 10 papeles nuevos impresos por el Banco Central, 8 son de 100 pesos, lo que se ve reflejado en el dinero circulante.
Sonido de tambores
Todo tendía (o parecía que iba) a mejorar con las políticas del Banco Central de la República Argentina, que puso a disposición de los bancos “tambores” de cien mil monedas de $1 y $2, destinadas a los comercios que así lo requieran.
Sin embargo, estas políticas no tuvieron repercusión cierta en Tierra del Fuego. La razón es simple: nadie quiere asumir el costo del traslado aéreo de esos tambores con metálico.
Hace varios años el Banco Central logró que un avión Hércules de la Fuerza Aérea efectuara el transporte, pero fue por única vez. En la actualidad, el Banco Central no envía monedas a Tierra del Fuego y sólo el Banco Nación y el Banco Tierra del Fuego asumen el costo de traerlas, aunque en partidas menores que no llegan a abastecer la demanda.
El viejo y gastado billete de $2
Una situación similar de faltante se observa con el billete de dos pesos, aunque por causas distintas: los que estaban en circulación se han ido deteriorando hasta casi desaparecer y el Banco Central no imprime nuevos.
El resultado: el retorno de la vieja práctica, inevitable para los comerciantes y molesta para el sufrido cliente: “¿Te puedo dar un caramelo de vuelto?, se reitera la pregunta como una frase salvadora para el de la caja y desagradable para el consumidor.
Redondear a favor del cliente es algo que ningún comerciante parece estar dispuesto a hacer, ni siquiera como política de marketing.
El viejo ardid vuelve a ser moneda corriente en la ciudad. El clásico “vuelto chico” en caramelos se instaló e incluso evolucionó: hoy, en los locales ofrecen bombones, gomas de borrar, facturas sobrantes de ayer y hasta huevos de gallina a modo de vuelto.
Ante la consulta de radiofueguina.com, autoridades del Banco Nación admiten que no tienen monedas para distribuir al comerciante que lo solicite. El BTF sí las dispone, aunque no en cantidades importantes.
El vuelto en caramelos y lo que dice la ley
En el grueso de los comercios locales podemos encontrar un cartel, (de significado ridículo, a esta altura de los tiempos), que señala que la diferencia de 5 centavos o menor será siempre a favor del consumidor. Incluso, el año pasado la Cámara de Diputados modificó el artículo 9 de la Ley de Lealtad Comercial y estiró esta diferencia a $1.
Ahora el texto de la normativa señala que «en todos aquellos casos en los que surgieran del monto total a pagar diferencias menores a un peso y fuera imposible la devolución del vuelto correspondiente, la diferencia será siempre a favor del consumidor».
La norma también obliga a los establecimientos comerciales a exhibir un cartel informativo sobre este beneficio «cuyas medidas no serán inferiores a 15 por 21 centímetros».
Diga lo que diga el cartel, ahora el problema se presenta para vueltos menores de 5 pesos. Y el que pierde como siempre (aunque tenga razón) es el cliente.
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