No son infrecuentes los comunicados y gacetillas salidas de las oficinas de prensa de la Unión Obrera Metalúrgica conteniendo repudios hacia uno y otro sector o personaje político. Lo novedoso -esta vez- es que tal expresión de enojo y repulsión estuvo destinada a caer dentro mismo del sindicato metalúrgico.
Es que las viejas rencillas habidas entre el titular del gremio en Río Grande, Oscar Martínez y su par de Ushuaia, Héctor Tapia, estallaron con toda su furia luego de la sorpresiva frustración electoral padecida por el “Frente Popular y Solidario de los Trabajadores”, con el cual pretendía buscar su reelección el actual Diputado Nacional.
Tapia y Martínez ya se habían mostrado los dientes cuando (en 2011) el conductor del gremio en Ushuaia accedió a un cargo de legislador en el que tuvo un desempeño lastimoso, casi siempre ausente y pasó rotundamente desapercibido. Pero la situación empeoró cuando –además- fue él mismo quien decidió ignorar a los trabajadores metalúrgicos de Río Grande que le dieron la mayoría de los votos con los que alcanzó a arañar la última banca disponible.
En aquella oportunidad, Tapia (que iba como segundo candidato del FpV) se mostró en campaña siempre acompañado de la por entonces diputada Rosana Bertone, con lo que la buena relación entre ambos arrastra al menos 6 años continuados.
En el tobogán
Pero el boom electoral del partido metalúrgico explotó en 2013, cuando Oscar “el zurdo” Martínez accedió a una banca en el Congreso Nacional con una cosecha sorprendente de 15.734 sufragios. Dos años después, el patrimonio en votos de la UOM se reduciría a menos de un tercio (4.159 votos en la provincia) y lo dejaría fuera de la pelea por una banca.
Y en 2017, ya desde las PASO, la realidad es triste y presagia no tener remedio en octubre. Es que los ecos de la derrota traen sonido de tambores de guerra y pronóstico de una grieta insalvable entre la capital de la provincia y la ciudad industrial.
A la hora de analizar la debacle que lo aleja de toda posibilidad de ser reelecto, Martínez obvió cualquier forma de autocrítica (se pudo amparar en la crisis de las fábricas y culpar por ello al gobierno, por ejemplo), ensayó el típico “la gente no captó nuestra propuesta” y fue furibundo al acusar de “traición” a Tapia y los suyos.
Las razones del “zurdo” se explican en números: sus 5.218 votos (5,82% de los emitidos en la provincia) tuvieron origen en un 82% en Río Grande (4.261 boletas con su nombre en la urna contra 956 de Ushuaia) a pesar de que la crisis industrial duele mucho menos en la capital provincial y se hubiera esperado una mayor expresión de fe de sus afiliados.
Golpe y contragolpe
Martínez no apeló a eufemismo alguno para llamar traidor a Tapia y lamentó que el conductor de la UOM capitalina haya “preferido apoyar a la lista oficialista comandada por la concejal Laura Colazo”. Y no lo achacó a un cambio de rumbo imprevisto, sino que lo interpretó como fruto de una larga relación marital entre Tapia y el gobierno provincial. “La obsecuencia y subordinación que vienen teniendo desde hace ya un tiempo”, deploró el diputado obrero.
“De ese lugar no se vuelve”, apostrofó Martínez, dejando claro que la pelea es para siempre, y dejó libradas a la imaginación de cada uno las consecuencias que la grieta garibaldiana traerá para los vapuleados metalúrgicos acechados por el desempleo.
La respuesta de Tapia tampoco fue tibia: bajo el consabido título de “repudio” (esta vez hacia adentro) la UOM Ushuaia “a través del congreso de delegados” (esto es, dictado por Tapia y firmado por sus acólitos) lamenta que Oscar Martínez haya “injuriado a secretario general, comisión directiva y a todos los metalúrgicos que apoyamos y acompañamos al compañero Tapia al frente de la seccional Ushuaia”.
Sin molestarse por desmentir las acusaciones de Martínez, los de Tapia acusaron al perdidoso líder riograndense de no estar “a la altura del lugar que ocupa actualmente como Diputado de la Nación”.
La UOM contra la UOM
El “doble discurso y las mentiras vertidas” son muestra de “su falta compromiso (sic) con la sociedad y con los trabajadores”, agregan los que hasta el domingo decían apoyar a Martínez en su precandidatura.
“Señalar que la seccional Ushuaia tiene algún grado de responsabilidad por el resultado electoral obtenido en las PASO resulta ridículo, demostrando su inmadurez política”, concluye el repudio, dejando igualmente cerrado todo camino de reconciliación.
Varias veces se habló de que Martínez podía llegar a bajarse de su candidatura. La derrota demoledora, el regreso de los rumores, y esta guerra interna le harán ver, seguramente, que nunca segundas partes fueron buenas y que su primavera electoral se torna en un helado invierno.
Con el agregado de una pérdida de poder dentro del gremio como jamás lo hubiera imaginado aquel día en que juró como Diputado.
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