Son los dueños de todas las derrotas. Los paladines del largo proceso que llevó a su ocaso al peronismo fueguino.
Pero ellos siguen allí, subidos al poder desde la penumbra de sus operaciones.
Se llaman a sí mismos “el peronismo” aunque no son otra cosa que fantasmas andantes del pasado que los tiene como sobrevivientes, aunque prefieren no hablar de los “cómo” ni los “por qué”.
Despojados de toda posibilidad de captar votos, hoy se refugian en despachos que les son designados a dedo a cambio de favores inconfesables y desde allí pretenden manejarlo todo para seguir medrando.
Y de a poco han logrado enquistarse en el gobierno, perseguir funcionarios que no son de su calaña y hasta exigir resarcimientos porque quedaron fuera de las listas que otorgan posiciones expectantes para las elecciones venideras.
Es cierto: por alguna razón que le debe asistir (o varias) la actual presidenta del peronismo prefirió llevar encabezando las listas que apoya desde el oficialismo, a referentes que no están reconocidos con el partido Justicialista.
Al fin de cuentas alianzas son alianzas. Pero ellos no entienden razones, ellos no pierden nunca.
Exigen compensación y van a por más cargos en el gobierno. Para ello necesitan “limpiar” a funcionarios que no están sostenidos por su entente y no van a parar hasta reemplazarlos. La cercanía de las elecciones (y la necesidad de la mandataria de evitar escándalos) hace que sus ataques tengan más posibilidades de éxito y así, en el marco de una sorda interna, están seguros de que van a lograr sus fines.
El primero ¿de muchos?
La primera víctima apuntada, el primer sillón apetecido, es el del secretario de Comercio, que no es del Frente para la Victoria, que no está adscripto al Partido Justicialista, no apoya al candidato oficialista y, para peor, no tiene detrás un equipo de malandras que lo apuntalen.
Las horas de Javier Calisaya en el gabinete están contadas. Tarde o temprano tiene que renunciar y los fantasmas andantes confían en que ese cargo es para ellos. No lo decidió la Gobernadora sino ellos, los paladines de la desaparición del Peronismo, que se autodenominan “el peronismo”. Lo decidieron y usaron de vocero al siempre dispuesto Juan ¨Carlos Pino.
“Tiene que renunciar”, sentenció Pino, sin importarle que no es él el titular del Poder Ejecutivo y mucho menos si la gestión de Calisaya es buena o mala.
Esta semana (o la próxima), tratando de que haga el menor estruendo posible, Calisaya será eyectado del gobierno y ellos, desde la penumbra, están seguros de que el cargo les pertenece. E irán por más.
Habrá que ver hasta qué punto la extorsión da resultado y siguen adueñándose de cargos en el gobierno, sin afectar la campaña de los candidatos del Frente Tierra de Unión.
Aunque probablemente a ellos eso sea lo que menos les importa. Al fin de cuentas todo esto empezó cuando se enteraron de que el candidato elegido por Rosana Bertone no era un integrante del club de los fantasmas.
Comentarios