Una serie de pasos que se darán en los próximos días podría cambiar de manera drástica el negocio de naftas, gasoil y otros derivados del crudo en el país. La petrolera YPF, la mayor empresa de la Argentina, definirá hoy si hace una oferta para quedarse con los activos de refinación y comercialización de combustibles de Shell en el país, confirmaron a LA NACION fuentes al tanto de las negociaciones. La oferta, estiman en la petrolera estatal, sería de US$ 900 millones.
La vendedora conservará su participación en exploración y producción de hidrocarburos, con fuerte presencia en Vaca Muerta.
Hoy definirá si hace una oferta, que rondaría los US$ 900 millones; incluye la refinería de Dock Sud; la angloholandesa mantendrá sus operaciones de exploración y producción de hidrocarburos
La empresa estatal competirá con otros interesados en quedarse con el negocio de refinación y distribución de combustibles de Shell en la Argentina. YPF definirá en las próximas horas si presenta una manifestación de interés para comprar los activos de una de sus mayores competidoras, que incluye un paquete compuesto por la refinería en la localidad de Dock Sud y una red de 630 estaciones de servicio a través de las cuales Shell abastece aproximadamente un 13% del mercado.
La conducción de la compañía bajo control estatal estima que podría pagar US$ 900 millones por los activos en juego, según explicaron fuentes del mercado que valuaron la operación. Es probable que el número sea escaso para Shell, que buscará estirar esa cifra hasta los US$ 1500 millones.
El interés de YPF por Shell tiene lugar en el marco de un proceso que la empresa angloholandesa lanzó meses atrás para evaluar la venta de su negocio en el país. La compañía le dio el mandato de la operación al banco Credit Suisse, que había puesto plazo hasta este mes para la presentación de ofertas. El banco también les cursó invitaciones a otras empresas locales e internacionales. Según la fecha que manejaban hasta el viernes los invitados a la compulsa, el final del plazo estipulado por el Credit Suisse para presentar manifestaciones de interés era hoy.
Como suele ocurrir en esta clase de operaciones, Shell puso condiciones que limitan a los potenciales interesados en quedarse con sus activos.
En primer término, las empresas que quieran participar de la compulsa deben hacer una oferta en la que expresen interés, sin que eso sea vinculante para la vendedora. En otros términos: Shell no está obligada a aceptar ninguna propuesta e incluso puede retirarse de las negociaciones.
Si el número es suficientemente atractivo como para mantener las discusiones, continuará el proceso formal de venta, que seguramente demorará varios meses.
Más que un «adiós», la intención de la firma europea parece quedar mejor explicada como un «hasta luego». Sucede que Shell puso otro tabique a la venta de su negocio más antiguo en el país: el comprador deberá conservar su marca y no podrá reemplazarla con una propia. Es una característica llamativa, dado que las grandes compañías suelen mostrar recelo al uso de su nombre por parte de un comprador. Es lo que ocurrió cuando Esso le vendió sus activos de refinación y red de estaciones a Axion, la empresa de la familia Bulgheroni y la china Cnooc. La continuidad del nombre responde a una jugada de ajedrez por parte de Shell, ya que de esa manera se asegura la posibilidad de reingresar al negocio local en el futuro, si es que le interesa.
Más allá de lo ingenioso, hay motivos para pensar que la decisión esta guiada por una lógica empresaria de largo plazo. Shell cumplió en 2014 el centenario de su llegada a la Argentina. En ese lapso logró quedarse con la crema del mercado de combustibles. Suele tener los precios más altos, pero sus clientes consideran que tiene productos de una calidad superior a los de sus competidoras. Son dos características que la podrían volver a conducir a la Argentina cuando su situación de caja sea más favorable.
Por estos días, Shell necesita fondos para digerir compras millonarias que hizo en el último tiempo a nivel global (en enero del año pasado cerró la adquisición del gigante gasífero británico BG Group). De hecho, la empresa comunicó oficialmente que tenía previsto vender activos en el mundo por US$ 30.000 millones para reducir su deuda, algo que en parte ya hizo. Esa inspiración se puede ver en sus últimos movimientos en la región. Por ejemplo, la única refinería que opera en esta parte del mundo es la de Dock Sud, después de vender sus negocios en Brasil y en Chile.
Maniobra defensiva
A diferencia de lo que se podría pensar en un primer momento, la oferta que presentará YPF no tiene como objetivo crecer exponencialmente en el negocio de los combustibles, sino protegerse de la eventual llegada de competidores hostiles que podrían herir su dominio del mercado.
Se trata de una jugada largamente estudiada en el piso 32 de la torre de YPF en Puerto Madero, donde conviven viejos conocedores de las grandes ligas de las fusiones y adquisiciones empresariales.
Dos son los nombres temidos: Trafigura y Vitol. Se trata de traders gigantes de combustibles cuyo tablero de juego no se limita a un país o a una región, sino que se extiende por todo el mundo. Compran combustibles en los mercados donde estén más baratos y los comercializan donde tienen redes de estaciones.
La preocupación de YPF es que la llegada de una compañía de esa estirpe le dé una nueva fisonomía al negocio, más vinculado a la importación de combustibles terminados que a la refinación local.
Ése es el principal negocio de YPF, que tiene tres refinerías y es la mayor productora de crudo del país.
La petrolera bajo control estatal, además, sabe que la compra de Shell no pasaría de ninguna manera los filtros de la Comisión de Defensa de la Competencia, que cuida que no haya posiciones dominantes en los diversos mercados.
YPF tiene cerca de un 55% de participación en las ventas totales de naftas y gasoil en el país. Sumar otro 13% la colocaría en una posición imposible de sortear frente a las autoridades antimonopolio.
Por eso, si prospera la oferta por Shell, deberá acompañarla de un plan de desinversión, algo que ocurriría luego de un proceso que en inglés se denomina de forma simpática «pick and choose», algo así como tomar y elegir. Lo que resulte descartable de esa elección iría para un socio, cuya búsqueda figura entre las tareas del management de la mayor empresa del país.
Hay otras compañías con actividad en la Argentina que ya definieron que harán una oferta por el negocio de Shell en el país. Es el caso de Pluspetrol, una de las mayores productoras locales de crudo y gas, con un fuerte crecimiento en los últimos años de la mano del aumento de la extracción propia y la compra de activos en exploración y producción de hidrocarburos.
Para Pluspetrol, el paquete de Shell es muy apetecible porque le permitiría convertirse en una compañía integrada. Así se denomina en el mercado a las empresas que tienen al mismo tiempo producción propia de petróleo y refinación y venta de combustibles.
Salvo Shell, todas las compañías que tienen estaciones de servicio responden a esa situación, como Axion (dos de sus socios son también dueños de una parte de Pan American Energy), Petrobras (fue adquirida por Pampa Energía) y la propia YPF.
Tecpetrol, la petrolera del Grupo Techint, también podría hacer una manifestación de interés, aunque los voceros de la compañía no confirmaron esa decisión.
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