Un coqueto hotel de la capital provincial en plena San Martín fue el escenario elegido por el actual presidente de la UCR en Tierra del Fuego para salir del ostracismo en el que se guardó después del cachetazo electoral de junio de 2015.
Una vez más, lo que lo motivó a salir de su escondite fue una acusación contra su ética y su honradez. Como si los continuos embates de sus correligionarios y las críticas de los vecinos por los despedazados servicios públicos de Ushuaia ni siquiera lo rozaran, evidenció que lo único que hoy lo motiva es cuidar su “buen nombre”.
Se presenta como víctima de una difamación, lejos de explicar los hechos.
En este caso, se sentó junto a los pocos soldados que no abandonaron el barco al momento del hundimiento y enfrentó a los (también escasos) periodistas que guardan cierta relación con el ángel caído de la política fueguina para hacerle frente a las acusaciones de su sucesor, Walter Vuoto.
Es que el intendente camporista realizó ayer una producción fotográfica en las escalinatas de la Justicia ushuaiense para demostrar que se iba a investigar la “presuntamente fraudulenta” concreción de la millonaria obra del Polo Pioneros Fueguinos, por la que se habría pagado tres veces más de lo presupuestado.
Sin embargo, (la vida tiene sorpresas) y tal como consta en los registros del Concejo Deliberante de Ushuaia, el propio intendente Walter Vuoto formó parte de la Comisión de Seguimiento de este emprendimiento cuando aún ocupaba una banca de edil en la capital provincial. Por ello, no llama la atención la respuesta de Sciurano a los ataques del joven Intendente: “Él también debería denunciarse”.
Una denuncia por corrupción. Una contradenuncia por ¿omisión? Nada queda claro en la conflictiva Ushuaia. Sólo que los, a todas luces, victimarios se disfrazan de víctimas para distraer la atención de los verdaderos perjudicados: miles de vecinos que no pueden entender cómo con un presupuesto millonario, que sería la envidia de otros intendentes capitalinos del país, aún no se puede limpiar la bahía.
Ni despejar las calles en invierno. Ni erradicar el profundo olor que desprende en pleno centro el servicio de cloacas. Ni solucionar la profunda crisis habitacional y de empleo. Ni otras cosas que no vale la pena mencionar, ya que seguramente serán utilizadas por Vuoto y Sciurano para un nuevo round de esta telenovela de mal gusto.
Sciurano, como tantos, debería escaparse de la ya instalada costumbre de “naturalizar” la corrupción y entender que lo están acusando de un delito grave, que se paga con la cárcel y que es al pueblo al que debe rendir cuentas, no a un contrincante político.
Las escenas faranduleras no son propias ni le hacen bien a la República. Algunos colaboradores del exintendente ostentan hoy fortunas que merecen alguna explicación. La discusión acerca de la corrupción no es un sketch de un programa de TV, es una pelea que debe darse en la Justicia, sin fantochadas, sin excesos y sin actos circenses.
Porque el latrocinio desde el Estado es la base de la pobreza y el atraso que Ushuaia, como toda la Nación soportan. Y no es para tomarlo en broma o convertirlo en una simple lucha en el barro. Porque las víctmas son siempre los contribuyentes, el pueblo; nunca los políticos.
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