El papa Francisco tuvo un emotivo encuentro con jóvenes del Centro Cultural Padre Félix Varela de La Habana.
Fue una reunión masiva a unos pasos de la catedral de la capital cubana.
El pontífice animó a los jóvenes cubanos a que «no se arruguen» y que sigan soñando.
Le queremos pedir algo especial, que renueve en nosotros la esperanza de que se puede crecer, estudiar, trabajar, caminar, soñar y ser feliz en esta compleja realidad que nos tocó vivir», dijo Leonardo Fernández, un estudiante del último año de Historia en la Universidad de La Habana, que habló en nombre de ese colectivo social cubano.
Ayúdenos, santo padre, a ser jóvenes que sepamos acoger a quiénes piensan diferente, que no nos encerremos en los conventillos, las religiones o las ideologías», agregó el muchacho.
El papa confesó que una palabra que cayó fuerte en el mensaje del joven fue: soñar. Un joven que no es capaz de soñar, sostuvo Francisco, está clausurado en sí mismo.
Abrite a cosas grandes. No sé si en Cuba se usa esa palabra que los argentinos decimos: ‘no te arrugués’. ¡No te arrugués y soñá!, soltó el papa.
El pontífice les pidió a los jóvenes que sueñen en que el mundo con ellos puede ser distinto.
Francisco retomó las palabras del muchacho y pidió a la juventud no encerrarse en ‘conventillos’ de ideas, religión, palabras, oraciones, prejuicios o ideologías.
Por eso pidió corazones y mentes abiertas y los invitó a que hablen sobre lo que tienen en común.
Una familia se destruye por la enemistad, un país se destruye por la enemistad, el mundo se destruye por la enemistad», advirtió el papa.
«Sean capaces de crear la amistad social», agregó.
Los jóvenes son la esperanza de un pueblo, dijo Francisco y les alertó que el camino de la esperanza no es fácil ni se puede recorrer solo.
Jóvenes cubanos: aunque piensen diferente, aunque tengan sus puntos de vista diferentes, quiero que vayan acompañados. Juntos buscando la esperanza y la nobleza de la patria», les exhortó Francisco.
Diálogo con sacerdotes y religiosas
Antes de la reunión con la juventud, el pontífice encabezó las Vísperas con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, en la Catedral de La Habana.
El papa tenía preparada una homilía que prefirió entregar por escrito al cardenal Jaime Ortega, después de escuchar los testimonios del trabajo social de dos religiosos.
El pontífice les dio un mensaje sobre la pobreza y la misericordia. «Ama la pobreza como a una madre», les dijo.
A los sacerdotes les pidió que no se cansen de perdonar y a las religiosas que sigan trabajando por los necesitados.
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