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Mercedes Sosa cumpliría hoy 80 años

Nació en fecha patria, el 9 de julio de 1935. Fue una de las más grandes voces de la canción americana.

Apenas dos semanas más después de la muerte de Carlos Gardel, en el trágico accidente ocurrido en el aeropuerto de Medellín, la Argentina trataba de sacudirse la tristeza y celebrar el aniversario nº 119 de la declaración de la Independencia.

En la misma ciudad de San Miguel de Tucumán, muy cerca de donde los patriotas sellaron el destino de una nueva nación libre, una madre paría una beba a quién iba a llamar Marta Mercedes Sosa Girón. Aunque la casa de Doña Ema del Carmen Girón y Ernesto Quiterio Sosa era humilde (él era obrero de la industria azucarera y ella lavandera; eran descendientes de calchaquíes que luchaban contra las adversidades de una provincia tan chica como desigual), allí sobraba amor.

Amor y…algo de picardía, porque Don Tucho a la hora de anotar a su hija en el Registro Civil sufrió un olvido e inscribió a la recién nacida como Haydée Mercedes Sosa. “Claro, como es lógico, en mi casa mandaba papá, pero siempre se terminaba haciendo lo que quería mi mamá», explicaría de adulta “La Marta”, (como la llamaban su hermanos Clara Rosa, Orlando y Fernando). Sin reparar en los nombres, lo cierto es que la chiquita nacida el 9 de julio creció, cantó y un día resultó que se había convertido en la gran voz del continente.

Curiosidades del destino, durante ese mismo 9 de julio de 1935, en Entre Ríos, otra madre traía al mundo a una hija con destino célebre. En Concordia, una inmigrante napolitana llamada María Elena Sarli daba a luz a Hilda Isabel Gorrindo Sarli. La Coca, tal el apodo cariñoso de su madre, encarnó el gran símbolo sexual argentino y fue protagonista de una de las historias de amor más extrañable.¿Quién dijo que la realidad no supera la ficción? Si se hubiera guionado no hubiera salido más redondo: el mismo día pero una en el Noa y la otra en el Litoral, nacieron dos de las mujeres más grandes de nuestra cultura.

EL PRIMER ESCALÓN

Debutó con el seudónimo de Gladys Osorio. Se presentó en un concurso de Radio Tucumán. Lo hizo a escondidas de sus padres pero ganó y la mentira tuvo patas cortas. Cantó «Triste estoy», una pieza del repertorio de su admirada Margarita Palacios (la cantante y compositora catamarqueña, con la que mucho tiempo después llegaría a grabar; casualidades al margen, hoy se cumplen 32 años de la muerte de Margarita) y allí se inició el camino de la música. Cantó en peñas, actos partidarios peronistas y hasta en circos. Su nombre artístico fue Gladys Osorio hasta el día en que se cruzó con Oscar Matus. Tenía 21 años y un novio, a quién abandonó para seguir al amor de su vida.

Oscar Matus era un músico popular de fuertes convicciones políticas y poesía renovadora. «En Tucumán nací, pero en Mendoza me hice mujer”, sintetizó alguna vez Mercedes. Es que allí se zambulló en otra etapa de su vida. Estaba enamorada, en su vientre empezó a latir el corazón de su hijo Fabián y un buen día dejó atrás y para siempre Gladys Osorio. Es que el seudónimo ya no era necesario. En Tucumán, sería siempre La Marta pero en Mendoza…se convirtió en “Mercedes”, la mujer del Negro Matus, es decir La Negra.

Junto a Armando Tejada Gómez, Tito Francia (más una larga lista de artistas y periodistas), Mercedes y El Negro Matus cambiaron el paradigma del folclore, que hasta entonces descansaba en un tono costumbrista y paisajístico. Se propusieron buscar la raíz de la música nacional, sus expresiones más populares y las manifestaciones de todas las regiones. Con ese espíritu, en 1962 Mercedes Sosa lanzó su primer disco, “La voz de la zafra”, editado por el sello RCA pero gestionado por Ben Molar. Entre otras, se incluía “La zafrera” y “Zamba de los humildes”).

En pocos años, Mercedes Sosa había ganado prestigio pero aún faltaba algo para alcanzar la popularidad. La oportunidad llegó el 31 de enero de 1965, en la quinta edición del Festival de Cosquín. Entonces, Jorge “El Turco” Cafrune se disculpó con la organización por su atrevimiento pero hizo subir al escenario en la última noche a la que definió “como una mujer purísima”. Se decía que era resistida por la organización por su militancia en el Partido Comunista. Cantó acompañada por su caja “Canción del derrumbe indio”, del compositor tucumano Fernando Iramain. El público la ovacionó.

Tiempo después la familia Matus se instaló en Buenos Aires. Aunque el dinero no les sobraba y vivían en una pensión, aún eran tiempos felices. Cuando el hijo de la pareja tenía 7 años el matrimonio se disolvió y representó para Mercedes un dolor dificil de superar. Sola con el pequeño Fabián, Mercedes cambió de pensión y se abocó más que nunca a la música. Allí encontró el estímulo para seguir adelante y terminar de consolidar un camino artístico en franco ascenso.

Con renovados aires estéticos y con enorme popularidad, el folclore encontró en Mercedes la aliada perfecta para interpretar a los poetas de las diversas zonas del país y tiempo después de la América Latina toda. Con su voz de afinación perfecta y tan caudalosa como expresiva, fue el camino perfecto para convertir en himnos las letras de tantos poetas. Lógicamente, fue también la encarnación perfecta para los himnos que millones ciudadanos anónimos querían escuchar.

En su vastísima discografía, colaboró junto a Eduardo Falú y Ernesto Sábato en el Romance de Juan Lavalle, participó de la “Misa Criolla”, grabó las antológicas «Mujeres Argentinas», «Cantata Sudamericana», «Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui» y «Serenata para la tierra de uno» (que fue su último registro antes del exilio). A su regreso de los años en España, no sólo realizó una serie de conciertos memorables en el Teatro Opera (en febrero de 1982), sino que le prestó su voz a una nueva generación de autores: León Gieco, Charly García y tantos más. Se atrevió a prácticamente todos los géneros y a todas las sociedades artísticas.

Su último disco fue “Cantora: un viaje íntimo” (2009), en el que incluyó 34 canciones interpretadas a dúo con Joan Manuel Serrat, Calle 13, Luis Alberto Spineta, Shakira, Gustavo Cerati, entre otros. Murió el 4 de octubre de 2009 y su funeral, como el de Gardel, fue uno de los acontecimientos populares más masivos y conmovedores.

(TN)

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