Los albatros de ceja negra son aves océanicas que surcan los mares con apoyo del viento y pueden desplazarse hasta varios cientos de kilómetros de la costa, por lo que sus sitios de anidación se encuentran en islas oceánicas como el Cabo de Hornos y Diego Ramírez, en Chile, y las Malvinas, en Argentina.
Por eso sorprendió en 2003 el hallazgo de un sitio de anidamiento en un islote al fondo del seno Almirantazgo de Tierra del Fuego, una lengua de mar que se extiende al este del estrecho de Magallanes, bordeando la cordillera Darwin, muy lejos del mar abierto. Es el único en el mundo de su tipo.
Desde su descubrimiento, los científicos han monitoreado el lugar. A partir del año 2009 se involucró en su protección Karukinka, el parque natural que la Wildlife Conservation Society (WCS) mantiene en Tierra del Fuego, junto al mismo fiordo.
«Este año identificamos 60 parejas reproductivas, lo que es pequeño comparado con las islas Malvinas, donde hay miles, pero la población de aquí es ecológicamente muy particular», destaca Claudia Silva, coordinadora de estrategias de conservación de WCS Chile.
Es así como las aves no solo anidan en estas aguas interiores, sino que también buscan alimento para ellas y sus pichones en la zona del estrecho, lo que han comprobado con apoyo del Instituto Antártico Chileno (Inach) y el Centro de Estudios del Cuaternario.
«Capturan peces como la sardina patagónica y también el langostino de los canales», cuenta Javier Arata, biólogo del Inach que participó en el estudio.
En el último monitoreo de febrero, los científicos se encontraron con una ingrata sorpresa. «No hallamos evidencia de nidificación en plena época de reproducción y en cambio vimos a un visón», revela Silva. Se trata de una especie invasora que ha causado estragos en Tierra del Fuego. Suponen que llegan nadando y luego trepan los acantilados del islote.
Como se trata de una colonia pequeña, es una tremenda amenaza, asegura. «En el peor de los casos, si ven su reproducción en peligro, los albatros pueden decidir irse a otro lado».
Desde que se descubrió la colonia, cuenta Arata, habían notado un aumento de las parejas reproductivas, pero en los últimos años vieron un cambio. «Nos llamaba fuertemente la atención que de todos los huevos que se ponían al inicio de temporada, muy pocos sobrevivían, cuando en otras partes el éxito reproductivo de estas aves es mayor al 50 por ciento».
Su hipótesis inicial era que los pescadores artesanales se comían los polluelos, lo que ocurre en otros lugares de Chile, dice.
El hallazgo de visones los pone en otro escenario. «La incubación, que parte en octubre, demora 90 días y deben pasar cuatro meses más para que el pollo abandone la colonia, en ese período un visón puede comerse varios huevos al día y, a la larga, eliminar toda la productividad de polluelos», dice.
Por eso desde Karukinka planean una estrategia de combate con apoyo de organismos de gobierno. «Lo primero es poner trampas y monitorear si se verifica la depredación sobre los albatros u otras aves. Si es así, habrá que pensar en adoptar medidas más drásticas, como barreras que les impidan entrar al islote».
Comentarios