Según reveló el investigador del CADIC, Doctor Jorge Rabassa, tarde o temprano un temblor dividirá a Tierra del Fuego, en dos islas a la altura de Lago Fagnano.
También auguró que, en veinte años, o menos, Ushuaia no dispondrá de los glaciares para tomar agua para potabilizar. Esta, y otras perspectivas sobre cambio climático, ambiente y paisajes se debatieron en el congreso que se desarrolló en Ushuaia entre el 8 y el 13 de abril. «Las perspectivas no son buenas a partir del cambio climático para la provincia y Ushuaia, además, tiene un límite temporal concreto para acusar problemas de agua dulce, por la retirada de los glaciares» aseguró el científico.
Lo cierto es que por primera vez, en Ushuaia, se reunieron científicos de todo el mundo, para participar del sexto congreso de la Asociación Argentina de Estudios del Cuaternario y Morfología.
Con temática amplia, hubo ponencias sobre cambio climático, ambiente, paisajes, y posibilidad de intercambio entre los estudiosos en la materia. El Dr. Jorge Rabassa participó como investigador de CADIC, con diagnósticos ya elaborados que alertan sobre la necesidad de medidas de contención: la falta de agua que tendrá la zona sur y el gran sismo que, tarde o temprano, volverá a sacudir la tierra fueguina, por el movimiento que registra la falla del Fagnano.
El Dr. Jorge Rabassa dio a conocer algunos detalles del congreso que se desarrolló en la capital fueguina y que culminó el lunes 13.
Se trata del Sexto Congreso de la Asociación Argentina de Estudios del Cuaternario y Morfología, una organización integrada por especialistas de ciencias de la tierra, geólogos y arqueólogos, dijo.
“Es la primera vez que una asociación nacional lleva adelante su congreso periódico en Tierra del Fuego. A pesar del costo del transporte, estamos cerca de los 200 inscriptos que han confirmado su participación, de todas partes del país, hasta de la Universidad de Jujuy. Hubo participantes de distintos lugares del mundo que se suman a este congreso”, afirmó.
Como figura destacada, se presentó el científico de la Universidad de Barcelona y la Academia de Ciencias de Cataluña, el Dr. David Serrat. “Es un gran amigo personal y ha trabajado muchos años en estos temas, en Tierra del Fuego”, sostuvo el geólogo.
Los tres primeros días estuvieron destinados a presentaciones científicas en Ushuaia, con una temática amplia, entre ellas estudio del cambio climático, modificación del ambiente, la presencia humana en distintas partes del país y el mundo, paisajes volcánicos, pluviales, lacustres, glaciares, marinos, costeros. “Hubo un número limitado de presentaciones orales y más de 120 en forma impresa. El que tiene interés puede leerlos y conversar con los autores”, señaló sobre este intercambio.
De parte del CADIC, el grupo de investigadores trabaja en distintos campos, “en depósitos segmentarios marinos, glaciales, fluviales, eólicos, materiales volcánicos. Nuestro trabajo tiene un proyecto muy importante en el estudio de las lagunas de la región norte de la isla y su evolución en el tiempo; y cómo los primitivos pobladores de la isla encontraron allí un ámbito favorable para sobrevivir a lo largo de diez mil años”, indicó Rabassa.
Sin agua en veinte años
Las perspectivas no son buenas a partir del cambio climático y Ushuaia tiene un límite temporal concreto para acusar problemas de agua dulce, por la retirada de los glaciares.
Desde el CADIC se analiza lo que sucede con los pequeños glaciares de montaña de los Andes fueguinos. “Hay varios cientos de pequeños glaciares en las montañas, que se alimentan de la nieve caída. Este proceso es afectado por el cambio climático. Con mayor temperatura en la región, la línea de nieve permanente se ubica cada vez más cerca de la cumbre de la montaña y la alimentación a los glaciares se va reduciendo”, explicó Rabassa.
“Si los glaciares pierden su fuente de alimentación, su tamaño empieza a disminuir y en varios casos de forma muy rápida”, dijo, previendo “serios problemas de abastecimiento de agua a medida que crece la población. Si estos pequeños glaciares desaparecen, no va a quedar ni nieve ni hielo para abastecer las necesidades de la ciudad. Aunque llueva, si desaparece el hielo no hay forma de conservar la nieva caída el invierno anterior y esto va a afectar la provisión de agua”, sostuvo, fundamentalmente en verano.
No falta mucho: “El lapso es de veinte años para quedar sin agua en verano, poco tiempo, teniendo en cuenta que hace poco más de veinte años se juró la Constitución”, dijo habiendo sido uno de los convencionales.
No corresponde a los investigadores buscar la solución para un serio problema en el mediano plazo. “Nosotros detectamos un problema y establecemos un diagnóstico, no damos las soluciones. Alertamos sobre los inconvenientes y si alguien nos convoca nos vamos a presentar a trabajar, pero no es la responsabilidad de la institución, que se aboca a la investigación”, manifestó.
Para poder sortear este futuro complejo y bastante cercano, dijo que “requiere de obras de mantenimiento de un recurso determinado y es clara competencia provincial”.
Además, aclaró que el Lago Fagnano, que es una fuente inagotable de agua dulce, no podría suplir la falta de agua en Ushuaia “por el costo energético para poder bombear agua dulce a la zona sur, además de hacer el acueducto”.
Rabassa también alertó sobre el desperdicio que se hace del agua de red, “por la permanente rotura de caños y redes antiguas que no fueron reparadas correctamente”. Aparte de tomar precauciones, “se debe usar sensatamente el agua”, recomendó.
El temblor que viene
Otra alerta que hace tiempo viene encendiendo el CADIC es el sismo de importantes magnitudes que se dará en Tierra del Fuego, aunque no se sabe cuándo.
“La investigación sismológica se desarrolla en la estación sismológica de Río Grade, ubicada en el predio del Aeropuerto. Hay una red de estudios sismológicos que nos da una visión clara de cómo se comporta Tierra del Fuego. Cuando llegué hace 30 años no sabíamos absolutamente nada, hoy tenemos una información mucho más clara en lo que hace al registro permanente de la actividad sísmica”, explicó, y aseguró que “sabemos con certeza que tarde o temprano va a haber un sismo importante en Tierra del Fuego, generado en la falla Magallanes, que es una fractura de primera magnitud”.
Recordó que en diciembre de 1949 hubo un sismo de gran magnitud, de 7.9 en la escala de Richter y uno de los más importantes en la Argentina, cuando los pobladores eran pocos y el impacto podía ser menor.
Esta vez sería una catástrofe y se deben tomar precauciones: “Es posible que un sismo de esa naturaleza se repita. La falla del lago Fagnano se está moviendo entre seis y siete milímetros por año, que en tiempos geológicos representa una actividad muy importante. Es una de las fallas más activas del mundo y hay años que puede tener doce mil o trece mil sismos a lo largo de su recorrido”, precisó.
“Lamentablemente sabemos qué va a suceder, pero no tenemos forma de decir cuándo ni cuál va a ser la intensidad. Podemos imaginar los daños que puede producir pero se requieren planes de contingencia que no podemos hacer nosotros. Para eso están las direcciones provinciales y municipales de defensa civil o los organismos nacionales dedicados a la problemática sísmica”, subrayó.
Consideró que ya se debe trabajar en este tema y que “esos planes de contingencia deben desarrollarse en forma conjunta, incluyendo fueras armadas y de seguridad porque, cuando se produzca, van a tener un rol fundamental en garantizar las condiciones de acceso, desplazamiento y protección de las áreas afectadas. Esta es una política de estado”, sentenció el científico.
Aislamiento total
Cabe señalar que, de haber un sismo de la magnitud que se prevé en la falla del Fagnano, Ushuaia podría quedar aislada del resto de la isla, y sin los servicios esenciales ni vías de comunicación. “El movimiento a lo largo de la falla no es vertical, sino que se mueve en forma horizontal, a lo largo del plano de la fractura. Nuestra única isla, van a ser dos islas, porque tarde o temprano el mar va a inundar el lago Fagnano, como inundó el Estrecho de Magallanes”, advirtió Rabassa.
“El movimiento es de una tijera cuando corta el papel, una parte se mueve para arriba y otra para abajo, y eso produce el corte. Ese es el problema: si el esfuerzo de corte llegara a impedir el transporte, cortando la ruta 3 en el paso Garibaldi o en otro lugar, además seguramente afectará el gasoducto. Sin el gasoducto, Ushuaia se muere en pocos días, porque depende de que funcione ese gasoducto toda la energía de la ciudad”, señaló sobre un panorama alarmante y con base científica.
“Por eso es importante el plan de contingencia, para mitigar el daño y proteger a la población los días subsiguientes. El sismo, según la magnitud, afectaría además el puerto de Ushuaia y el propio aeropuerto, y la llegada de ayuda sería un problema gravísimo. Nuestras condiciones son absolutamente particulares. En el peor escenario posible, si se diera en pleno invierno sería con temperaturas de veinte grados bajo cero por efecto del viento, con cuatro o cinco horas de luz, con caminos bloqueados por la nieve. Por eso tenemos que tener planes de contingencia propios y adecuados a nuestra realidad”, insistió.
Sin planificación
Rabassa agregó una recomendación para poner en funcionamiento el Consejo de Planificación, frente a esta amenaza, al margen de otros debates de importancia que no está dando la provincia. “Nadie ha implementado el Consejo de Planificación que la Constitución prevé, temiendo que pudiera bloquear las iniciativas del gobierno de turno. Es un error pensar el Consejo de esa manera, cuando tiene que ser un organismo que vaya previendo lo que puede suceder con nuestra sociedad en todos los aspectos: ambientales, económicos, productivos, climáticos, de desarrollo industrial y tecnológico, problemas sanitarios, educativos. Tendría que estar integrado y funcionando desde hace mucho tiempo, para ir mejorando la calidad de vida de la sociedad fueguina”, remarcó.
Si bien la ley está aprobada por una iniciativa del legislador Pablo Blanco que acompañó la Cámara, el Ejecutivo todavía no la reglamentó. Para Rabassa la gestión Ríos está dando “un mensaje es muy claro: no quieren que la institución funcione”, concluyó.
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