“No es una actuación más, porque vengo de la emoción de ayer”. Intentando bajar el estrés de 95 minutos de una actuación descollante, que cerró con el público aplaudiendo de pie el “Ave María”, mitad en francés y mitad en español, Jairo compartió con Radio Fueguina las sensaciones de una experiencia única en su extensa carrera profesional.
Se había ganado una cuota adicional de admiración la noche anterior cuando soportó estoicamente el rigor del clima y una dolencia que lo tenía a mal traer, para no perderse detalle de lo que fue la Vigilia, en toda su extensión. “Escuché en una radio porteña lo que todo Río Grande sabe, que la de Río Grande es la más importante del país, y va a seguir creciendo”, se admiró, sintiéndose ya parte de este fenómeno patriótico y popular.
Hablando de su show, explicó sin retaceos el espíritu de su última obra “Propio y ajeno” y los temas que presentó en el gimnasio “Padre Bonuccelli”. Sus versiones con impronta propia de temas de autores tan dispares como Palito, Favio o Los Beatles.
Dedicó un tramo largo y mucha nostalgia a recordar a su amigo y compañero Daniel Salzano, con quien crearon “entre setenta y setenta” temas que han sido éxitos resonantes, y adelantó su próximo proyecto a modo de homenaje al poeta y escritor fallecido a fines del año pasado.
“Es uno de los personajes más importantes de la cultura cordobesa”, se admiró. La obra, que será un tributo, “Se va a llamar Jairo-Salzano, algo así, adelanta y refiere que buscará unir varias canciones en una sola historia, en una búsqueda que será una creación única para el cancionero nacional.
Destaca luego como uno de sus temas preferidos “El ferroviario”, mezcla de autobiografía y rebeldía contestataria: “En realidad tiene formato de canción de protesta de otra época. Es la canción más importante del repertorio mío”, se enorgullece y aclara que se imagina “una especie de Robin Hood en los rieles”.
Sus inicios en Francia, su admiración por Atahualpa Yupanqui, sus deseos de volver, resumidos en una charla con un toque de intimidad, diálogo con un artista que dejó en Río Grande no sólo su excelsa jerarquía, sino además su hombría de bien y su humildad, sólo reservada a los grandes de verdad.
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