Piense en “CSI”, en “Bones” o en otras series de televisión parecidas en las que los forenses resuelven tortuosos crímenes con la ayuda de un microscopio, sofisticadas técnicas de análisis y simulaciones por ordenador. Quizá lo que vea en la pantalla le parezca casi ciencia ficción, pero la realidad cada vez se aproxima más a la imaginación de los guionistas.
Diferentes grupos de investigación de Estados Unidos y Europa están desarrollando sistemas de análisis que permiten predecir las características físicas de un sospechoso a partir de una pequeña muestra de su material biológico. Es decir, establecer un retrato genético en el que se puede averiguar cuál es su sexo, de qué color tiene los ojos y la piel, su origen étnico, la edad o si su cabello es rizado o liso. La medicina forense denomina a estas técnicas, que están en pleno desarrollo, fenotipado molecular. Son la última herramienta en la lucha contra el crimen.
Imagine la escena de un crimen, en la que no hay testigos, nadie ha visto nada y ninguna cámara de seguridad ha podido captar a nadie, pero se encuentran restos de ADN. Podría ser un simple pelo, una escama de piel, sangre, saliva, semen… Lo primero que haría la policía sería comparar esa muestra con las almacenadas en un banco de datos genético, donde se almacena la información de sospechosos de otros casos. También la contrastaría con el material genético de amigos y familiares que conocieran a la víctima, pero puede que la búsqueda dé negativa y no encuentre ninguna muestra coincidente. Entonces la investigación quedaría en un punto muerto a la espera de encontrar algún testigo y nuevas pruebas.
La ventaja es que ahora se puede estrechar el círculo sobre los sospechosos elaborando un “retrato robot” que, a diferencia del tradicional, no se construye sobre los recuerdos de un testigo y la interpretación de un dibujante. Se elabora con la ayuda de un programa informático y la precisión de la genética.
Esto es lo que acaba de hacer la Policía de Columbia, en Carolina del Sur (Estados Unidos) en un caso de asesinato que se cerró hace cuatro años sin resolver. Nunca se encontraron testigos del brutal asesinato de una joven madre y de su hija de tres años. Tampoco las cámaras de seguridad facilitaron ninguna pista. Pero el mes pasado, la Policía de Columbia empezó a mostrar a los vecinos una imagen de un posible sospechoso. No era una recreación artística, sino un rostro generado por ordenador a partir de una muestra de ADN hallada hace cuatro años en la escena del crimen. Es, probablemente, la primera vez que la cara de un sospechoso se ha modelado de esta manera y, sin duda, no será la última.
Más que un análisis genético
Los análisis genéticos se utilizan en investigación criminal desde hace más de dos décadas. Han servido para cazar a sospechosos o para liberar a personas que fueron encarceladas por error cuando la genética aún estaba dando sus primeros pasos. Así, años después se ha podido saber si el semen encontrado en una víctima de violación se correspondía con el agresor que había sido encerrado en prisión. Esto es posible porque se pueden comparar dos muestras.
Sin embargo, el fenotipado o retrato molecular es diferente: entra más en el campo de la predicción. “En principio, todos los rasgos de una persona tienen una base genética, pero en algunos de ellos la influencia medioambiental es muy importante. El ejercicio, la dieta, procesos habidos durante la gestación…, pueden modelar la apariencia física.
Para elaborar estos análisis los científicos buscan variantes genéticas asociadas con rasgos físicos de la misma manera que se buscan los genes que causan una enfermedad. Se conocen muchas variantes genéticas relacionadas con una característica física pero su contribución es muy pequeña. Por ejemplo, se ha visto en estudios con gemelos que la estatura está determinada en un 80 por ciento por la genética pero hay 700 variantes genéticas relacionadas con la altura de un individuo y explican solo un 15% de la diferencia entre una persona y otra. Sin embargo, en otros rasgos es más sencillo acertar porque están determinados por un único gen, como sucede con el color de los ojos y el pelo.
Fuente: abc.es
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