Dicen que Juan Román Riquelme tiene un lápiz en su botín derecho. Cuentan que lo lleva disimulado entre los colores del cuero, casi desapercibido, pero que está. El lápiz de Román tiene la potestad divina de dibujar casi cualquier cosa en el firmamento de lo posible. Con él, pinta gambetas, caños, pisadas y mágicas combas como la del domingo. Hay científicos que afirman que el lápiz de Juan es que el mayor cantidad de sonrisas dibujó en la historia de Boca, pero no hay estadísticas concluyentes al respecto. A pesar de que dibuja casi cualquier cosa, hay una sola que el lápiz no puede delinear. El lápiz de Riquelme no dibuja renovaciones de contratos…
Luego del tiro libre magistral del domingo, en Boca quedó instalado el tema de la renovación del contrato del 10. El vínculo de Román, que finaliza el 30 de junio, es el gran tema a tratar en el futuro inmediato de Boca. Los dirigentes, que públicamente no salen de la declaraciónpolíticamente correcta del momento, afirman en privado que de ninguna manera extenderán la estadía de Román en el club. Así lo expresan por medio de sus operadores cercanos, buscando posicionar el tema de a poco. Está claro que la actuación del 10 ante River, en el medio de tal contexto, para muchos es un dolor de cabeza.
Daniel Angelici y César Martucci pusieron un portón público sobre la cuestión con un discurso similar. “Román sabe que cuando termine el campeonato nos vamos a sentar a hablar, no descarto nada.
Riquelme va a cumplir 36 años, el tiempo nos pasa a todos. Puede ser una alternativa que dé un paso al costado, él es muy hincha de Boca y siempre dijo que quiere lo mejor”, deslizó Angelici. “Cuando finalice el contrato de Riquelme en junio, lo evaluaremos con él. Si hay voluntad, en cinco minutos habrá acuerdo”, declaró Martucci.
Román, por su parte, tiene decidido que seguirá jugando al fútbol después de junio. Más allá de que ha dicho que no se imagina jugando con otra camiseta que no sea la de Boca, sabe que hoy no depende solamente de su determinación. Sergio Massa sigue pensando que lo verá de enganche en Tigre. Lo cierto es que el sueño de Riquelme es seguir junto a Bianchi hasta el final del contrato del entrenador, en diciembre del 2015. Así se lo consultó a Angelici en aquella reunión en la casa del entrenador, cuando el 10 todavía estaba retirado. Quiere un“suframos juntos” hasta el final.
¿Cómo reaccionará la dirigencia si la cancha pide por la renovación? ¿Tomará el mismo camino que agarró el día que expulsó del club a Julio Falcioni y optó por Carlos Bianchi?
Lo cierto es que en las oficinas de Boca hay un enorme temor al descontento popular. Tan grande es el miedo, que el mismo les ha hecho volver a bancarse la presencia de Riquelme e incluso llamar a un entrenador que se ha sabido enfrentar con el macrismo. Por eso no hay seguridades a la hora de afirmar cuál será el final.
El lunes después del tiro libre tuvo a Román en ojotas, descartado del duelo de mañana ante Rosario Central. Aunque el 10 sintió que se le cargaban los isquiotibiales sobre el final del Superclásico, la realidad es que buscan preservarlo del viaje para que se encuentre en condiciones de jugar ante Godoy Cruz, el fin de semana. Bianchi prefiere cuidarlo, debido a que viene de una seguidilla de partidos, y considera que después de bancarse una cancha pesada ante River, exponerlo en el Gigante de Arroyito sería imprudente.
Al margen de todo, el lápiz de Román sigue dibujando sonrisas lejos de los escritorios y cerca de la gente. Para la historia de tamaño artista, suena a poco imaginarse un final como el que piensan los dirigentes.
Parece increíble que un jugador que ha cosechado todos los doctorados posibles tenga que seguir rindiendo los exámenes que le corresponden a los recién ingresados. Pero el chango de Don Torcuato sigue escribiendo con su pierna derecha. Es cierto que menos. También que lo hace cuando puede. Pero la caligrafía de su clase se mantiene inconfundible. Y su seña de identidad en un fútbol descolorido es todavía un bien a defender para Boca. ¿Lo será para sus dirigentes?
Fuente: Clarín – Sebastián Varela del Río
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