El padre Fabián no lo podía creer. Primero, logró sortear la valla de seguridad y llegar al papa Francisco. «¡Santo Padre!», le gritó, para llamar la atención de Jorge Bergoglio, a quien conoce del trabajo pastoral en Buenos Aires. Pero encima, después, el Santo Padre, con total naturalidad, le preguntó si estaba solo y, ante la respuesta afirmativa del sacerdote argentino, lanzó: «¡Vení, subí!».
El padre Fabián Báez quedó atónito, igual que los guardias que custodian al Papa, que volvieron a ser testigos de un nuevo acto fuera del protocolo a los que Bergoglio ya los tiene acostumbrados.
Francisco obligó a frenar el papamóvil hasta que subiera su amigo y, cuando lo hizo, le advirtió en un tono porteño y pícaro: «La foto va a dar la vuelta al mundo».
El papamóvil volvió a arrancar, con el padre Fabián feliz, mientras el Papa se sumergió en su habitual «baño de multitudes» después de la audiencia general de los miércoles.
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