El cambio climático supone eventos meteorológicos más extremos y las crías de pingüinos en el sur de Argentina y en otros lugares de la Antártida están pagando el precio con sus vidas, afirman un par de estudios publicados este miércoles.
Al provocar con mayor frecuencia eventos climáticos extremos -tempestades, diluvios e inusuales olas de calor- el cambio climático ha acabado con un enorme número de jóvenes pingüinos de Magallanes en la Patagonia, sur de Argentina, afirma uno de las investigaciones publicadas en PLOS ONE.
«Es el primer estudio a largo plazo que muestra que el cambio climático está teniendo un gran impacto en la supervivencia y éxito reproductivo de las crías», apunta la principal autora del estudio Dee Boersma, una profesora de biología de la Universidad de Washington.
En el transcurso de 27 años, una media de un 65% de las crías murieron anualmente, afirmó el estudio, que siguió a 3.496 ejemplares menores de tres meses.
Un 40% de ellos murieron de hambre y el cambio climático sería responsable por acabar con una media de un 7% de las crías por año.
Sin embargo el cambio climático acabó con el 43% y 50% de las nuevas crías en dos años de clima extremo.
Los animales fueron especialmente susceptibles entre sus primeros 9 y 23 días de vida, cuando eran demasiado grandes para ser protegidos por sus padres pero demasiado jóvenes como para tener plumas protectoras del agua.
«Vamos a ver años en el que no sobreviva ninguna cría si el cambio climático convierte las tormentas en más grandes y frecuentes en la temporada de vulnerabilidad de la crianza como predicen los climatológos», afirmó el coautor Ginger Rebstock.
El estudio fue realizado en Punta Tombo, Argentina, la zona de mayor crianza del mundo para pingüinos de Magallanes.
El otro estudio publicado también en PLOS ONE se centró en los pingüinos Adelaida en la Antártida.
Estos pingüinos fueron seguidos durante 13 años para observar cómo la ruptura de los icebergs gigantes impactaba en su sobrevivencia.
En 2001 dos gigantescos icebergs invadieron la zona de alimentación de los animales en el mar de Ross.
Los icebergs redujeron de forma «drástica» el acceso de estas aves marinas a sus presas, aunque muchos todavía pudieron criar a sus bebés, afirma la autora principal, Amelie Lescroel, del Centro Francés de Investigaciones Científicas.
Sin embargo, añadió, si fenómenos extremos como este ocurren más a menudo «será muy difícil predecir cómo las poblaciones de pingüinos amortiguaran los cambios futuros en las placas de hielo».
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