La prolija y silenciosa investigación de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) de Río Grande, en colaboración con la Fiscalía Federal, llevó más de tres meses, abarcó a por lo menos tres provincias y reveló una oscura historia de tráfico, engaño y prostitución forzada.
La primera consecuencia visible fue el cierre preventivo de un prostíbulo en Río Grande, dos mujeres demoradas en esta ciudad, una detenida en Mendoza (sería la principal imputada) y dos mujeres más aprehendidas en Buenos Aires.
Todo comenzó una mañana de mayo en el aeropuerto local, a bordo de un avión de Aerolíneas Argentinas. Cuando todo el pasaje había descendido de la máquina, en un asiento del fondo una joven mujer se negaba a bajar a tierra firme.
Los esfuerzos de la tripulación para convencerla no rindieron frutos y enseguida se dio parte a las autoridades aeroportuarias.
Entonces, la mujer reveló que venía de Buenos Aires, que residía en la localidad de Tigre, que tenía dos hijas pequeñas y que había viajado engañada, por lo que deseaba ser devuelta a su lugar de origen.
La atribulada joven expresó que si bajaba del avión temía ser capturada por tratantes y pedía protección de las autoridades. Refirió que había decidido trasladarse a Río Grande persuadida por una mujer que le había prometido trabajo en una fábrica electrónica. Aparentemente, le habrían hecho firmar un contrato antes de partir, para darle visos de seriedad al trato.
Pero antes de subir al avión, alguien la llamó para advertirle que el puesto en la fábrica era una mentira, que había sido engañada por una banda de proxenetas y que en realidad el trabajo que le darían estaba ligado a la prostitución.
Confirmada la veracidad del relato, la joven mujer fue puesta bajo protección de las autoridades locales para luego retornarla a su ciudad de origen. En tanto, se puso en marcha un complejo mecanismo investigativo que llevó hasta Mendoza donde se detectó a una mujer de apellido Zapata, quien sería la propietaria de un burdel ubicado en Río Grande y donde presuntamente habría de ser destinada la víctima que nunca bajó del avión.
El caso adquirió ribetes movilizadores para la PSA que trasladó efectivos a Río Grande desde Ushuaia, Bariloche y Buenos Aires hasta completar un equipo de unos cuarenta sabuesos abocados a atrapar a los integrantes de la red de proxenetas. A ellos se sumaban los investigadores destinados al caso, tanto en Buenos Aires como en Mendoza.
Zapata tendría en Buenos Aires, entre otros contactos, a dos mujeres de apellidos Tapia y Garrido, dedicadas a reclutar a las víctimas que serían trasladadas a Río Grande. En esta ciudad, en tanto, el operativo se completaba con al menos un hombre y dos mujeres que recibían a las víctimas al pie del avión y se encargaban de ponerlas a “trabajar”, en condiciones que fuentes judiciales calificaron como “espeluznantes”.
A la acción
Este sábado, para los jefes de la PSA y para el Fiscal Marcelo Rapoport, la investigación estaba terminada y llegaba el momento de actuar.
Cuatro móviles y unos veinte hombres de la fuerza irrumpieron de madrugada en el local nocturno “L’Etoile” (sito en calle Obligado, en el llamado casco viejo de la ciudad) en tanto otro número similar de efectivos registraban simultáneamente tres domicilios particulares, que oficiarían de viviendas de las administradoras del boliche y varias de las mujeres que trabajaban en el boliche.
Documentación de todo tipo, anotaciones, documentos migratorios y ocho mujeres sometidas al “trabajo” de la prostitución integran la nómina de probanzas que el Fiscal pudo aportar a la denuncia, para sumar a una causa de proporciones ya inéditas para Tierra del Fuego.
“La documentación migratoria está en regla, pero el modo como fueron captadas no tanto”, deslizó una fuente de la investigación que describió como “tétrica” la situación en que cumplían su penosa tarea las ocho mujeres, cinco dominicanas, dos paraguayas y una argentina, que fueron inmediatamente puestas bajo la protección de personal del ministerio de Desarrollo Social de la Provincia.
Pasillos tenebrosos, dos camas de cemento, colchones de aspecto asqueroso, parte del panorama que presentaba el local allanado, que inmediatamente quedó rotulado en sus puertas con las fajas de clausura del Juzgado Federal. Las dos mujeres que lo administraban quedaron demoradas en sede judicial, fueron impuestas de la acusación y luego excarceladas provisoriamente por orden la jueza Federal actuante.
Fuera de la provincia, en tanto, Zapata, Tapia y Garrido están detenidas y a la espera de los avances de la causa que aún puede tener importantes derivaciones, pero que ya se ha convertido en la más importante en la historia de la prostitución en Río Grande, donde la trata, el engaño y el tráfico de mujeres es una realidad, aunque muchas prefieren negarla.
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