Víctor Manuel «Vitillo» Abalos, de 91 años, protagonista -con el quinteto Hermanos Abalos- de una parte esencial de la música popular argentina, comenzará su despedida de los escenarios con un concierto el viernes 20 en el teatro SHA del barrio de Once.
«Siempre me voy despidiendo despacito: nunca de golpe», advirtió Abalos, entre risas, y a modo de anuncio de una gira de despedida, que probablemente incluya una presentación con la pianista Martha Argerich en Lugano, Suiza.
Penúltimo de los hermanos Abalos, Vitillo sostiene, a los 91 años, una intensa actividad musical, combinada con la divulgación de la música de raíz folclórica en Radio Nacional.
Con 75 años de trayectoria y 60 con el célebre quinteto, el bombisto santiagueño se presentará el viernes 20 desde las 21.30 en el teatro SHA (Sarmiento 2255), en el prólogo de su alejamiento de los escenarios.
Víctor Manuel «Vitillo» Abalos Los Hermanos Abalos (que además se integraba con Machingo, Adolfo, Roberto y Machaco) fueron creadores y recopiladores de clásicos del cancionero popular: «Agitando pañuelos», «Chacarera del rancho», «Nostalgias santiagueñas», «Carnavalito quebradeño», «Zamba de los yuyos», «El gatito de Tchaikovsky», entre más.
Vitillo nació en Santiago del Estero el 30 de abril de 1922 en casa de músicos. En 1933 integró la compañía infantil de Andrés Chazarreta y en 1938 fundó con sus hermanos el histórico quinteto.
Un salto en la popularidad del conjunto se consumó con la interpretación de «Carnavalito» en la película «La Guerra Gaucha» (1942), dirigida por Lucas Demare.
Los Hermanos Abalos llegaron al Festival de Cosquín en 1966 y se despidieron de esa espacio en 1997. «No queremos que uno zapatee y los otros lo estén sosteniendo», justificaba entonces, con una dosis de humor, su retiro del festival.
Sin embargo, la historia le hizo un guiño a Vitillo, que volvió al escenario cordobés en 2011 como invitado de otro santiagueño, el cantautor Raly Barrionuevo.
A las puertas de su retiro, Abalos recibió a Télam y reflexionó sobre la actualidad de la música folclórica.
«El arte popular tiene su ciencia. Y los jóvenes tienen que aprenderla, que conocerla primero. Yo ando mucho con jóvenes, pero con aquellos que han estudiado. Siempre se dice que la música es el arte de combinar los sonidos, pero, como decía mi hermano Adolfo, también se trata de combinarlos bien», apuntó.
¿Cómo evalúa la evolución de nuestra música folclórica de la que fue testigo y protagonista en sus 75 años de trayectoria y 91 de vida?
Nuestro arte popular no es tan antiguo como tanta gente cree. Antes de la década del 40 no estaban los Falú, los Yupanqui, los Atahualpa. No había repertorios, no había letras. Todo eso se construyó.
Ahora a la distancia, estoy convencido de que hay que argentinizar al habitante argentino, pero sin prohibirle nada, sin prohibirle bailar otras cosas.
Por eso creo que en las escuelas falta una materia, Identidad Cultural, para realmente conocer. La chacarera o la baguala hay que conocerlas como son para poder alterarlas o mejorarlas. Es el camino.
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