SEMBLANZAS
Por Jorge Daniel AMENA (*)
NR: Comisionado por las Naciones Unidas como Voluntario en Africa, Jorge Amena asistió en julio pasado a los homenajes a Nelson Mandela (un auténtico prócer en vida), mientras su pueblo oraba por su salud. Vivencias y emociones de un blanco entre más de quinientos mil negros, mimetizado con el pueblo africano en un lugar mágico, en un momento singular de la historia.
SAWUBONA
Casi una nota musical, o la nota persistente de un perfume, que se mantiene en el tiempo, a lo largo de muchas jornadas, así se percibe el saludo. “Sawubona” (Hola, te veo).
╗ Una mañana temprana con un recorrido errático a medias, que incluía un transitar por los valles preñados de Mil Colinas, escenario de sangrientas batallas entre los zulúes, comandados por el sagaz y luego perturbado a niveles incomprensibles Rey Shaka. Obviamente el escenario es la Provincia de Kua Zulú Natal, cuya capital Durban, es bañada por el Océano índico, hábitat confortable del temible “Gran Blanco”, una especie de tiburón que supera los 8 metros de largo, y donde uno puede afincarse tranquilamente parado (con parte del mobiliario de su casa, si se quiere) dentro del aparato digestivo del animalejo, previo paso por unas mandíbulas provistas de unos dientes del tamaño de la mitad de una mano normal, los que lógicamente se desgastan con el uso; pero que no significan un problema para el sujeto, dado que cambia 9000 veces de dentadura, durante su existencia.
Pero la magnificencia de la naturaleza, (imponente por caso), tornase opaca ante la realidad humana circundante; para ello uno debe obligarse a convertirse en uno más, que no es poca cosa en tiempos en que el individualismo descarnado ha logrado que la soledad intelectual y política o la atomización conceptual, sea nada más ni nada menos que ser una persona “globalizada en lo económico” y en forma individual tan solo un exponente solitario de las redes sociales.
Y por esas cosas del destino, ser por una vez en la vida (o al menos dos), pero menos, convertirme en un sujeto sin fronteras rígidas de prejuicios raciales, religiosos y ser uno entre miles, alguien que no tenía que ver nada con el asunto, pero en ese momento uno fueron todos, y todos eran orgullo, y ese orgullo ajeno pasó a ser propio.
Camino a Stanger a algunos kilómetros de Durban, se elevan a lado izquierdo edificaciones que son habitadas por nativos negros; y a mano derecha, poblados indios (no hindúes, aunque si los hay), zulúes los primeros en su mayoría, y descendientes de las oleadas coloniales inglesas, de principios del siglo XIX, al otro lado de la carretera.
De esta manera se fue conformando una sociedad variopinta, no exenta de movilizaciones populares, las primeras protagonizadas por Ghandi, quien había cursado sus estudios de abogacía precisamente en la mencionada ciudad, y comenzó con los primeros ensayos de llenar los huecos de ausencia de dignidad que como un entramado subterráneo se enseñoreaba por aquellos lares. Sin llegar a ser el “apartheid” en su sentido pleno, se le parecía bastante.
Por aquellos tiempos también veía la luz el ANC. (Consejo nacional Africano) de la mano visionaria de Oliver Tambo, que fue exiliado tantas veces como tantas veces regresó, hasta que dos derrames cerebrales hicieron que nos dejara en 1993. Cosas de la vida, también en abril de 1994, Sudáfrica votaba por primera vez en su historia. Don Oliver no llegó a verlo.
Y por allí en un campus-escuela de niños negros, con gente orando por “Madiba” se transitó por un rato. No se respiraba tristeza, un algo que sobrepasa lo meramente humano.
Y yo estaba allí, con una camiseta negra que decía “Celebrate Mandela”. Su cumpleaños era un día después, los aviones llevaban la inscripción “Mandela´s Day”, los autos, las gentes, y parado entre miles, el color blanco que resalta entre la multitud, con fotos y filmaciones, caras serias y de sorpresa.
Sonrisas de los chiquilines.
…
Una urna de madera lustrada, no de cartón sino de maderas nobles, la que fuera receptora del voto de Mandela en ese día de 1994, es un monumento venerado que no degrada el
tiempo, ni se recicla; y su dicho, premonitoria sentencia, a las autoridades de mesa: “Tengo que informarle, Sr. Presidente, que a partir de este momento South África es libre”.
…
Se emprendió el viaje de regreso como cae la tarde en Kuazulu Natal. Temprano-
Las candelas se mecían con la brisa del índico.
Y aquella campaña señera que rebotó en occidente como una novedad, que no era tal.
Y lo fue, y lo será.
One man, one vote- Un Hombre, un voto.-
SAWUBONA –
(*) Escritor, Abogado Constitucionalista – Ex Juez Nacional – ex Legislador provincial y Convencional Constituyente Nacional – Miembro permanente de la UNV(United Nations Volunteers) de la ONU.
(Se autoriza la reproducción, citando la fuente. Rogamos informar acerca de su publicación.)
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