Ellos (pequeños irreverentes) también se retrasaron, es cierto y la paciente “guardia periodística” se extendió más de lo debido.
Los primeros bebés nacidos en el 2013 dejaron a Tierra del Fuego con el dudoso privilegio de ser la única provincia donde no hubo alumbramientos en el primer día del año.
Pero la tardanza de los “nuevos fueguinos” no tenía por qué darles derechos adicionales a los funcionarios que se tardaron una eternidad en hacerse cargo de la novedad.
No es un hecho imprevisible, por cierto. El rito tradicional de sacar algo al fiado de la tienda de ropa para bebés y correr a posar para la foto con el protagonista de la historia y su mamá es algo que los funcionarios practican desde tiempos inmemoriales (y escrito en el manual del buen funcionario) y bien podría prepararse con la debida anticipación.
De hecho, el Municipio de Río Grande repite la tradición cada año puntualmente y ese renglón de la agenda (y del manual del buen funcionario) se cumple con puntualidad.
Pero pareciera que esta vez a alguien, en el gobierno provincial, se le ocurrió que la ocasión bien podría ser una oportunidad para generar un acontecimiento feliz (uno, al menos) en algo que tenga que ver (aunque lejanamente) con la Salud.
De la idea al hecho, hubo un trecho y dos días de distancia. Quizás porque todos (o casi) los funcionarios están de vacaciones, acaso porque a este gobierno ya nadie le quiere fiar ni siquiera un ajuar (menos si son dos), lo cierto es que los recién nacidos debieron recibir sus presentes más como un regalo de Reyes, si uno se fija en la fecha en que llegó.
Encontrar al funcionario que visitara a los agasajados (ya dados de alta de la clínica) resultó ser otra odisea. Nadie de Protocolo disponible, pareció buena idea que la función de improvisado “rey mago” recayera en una funcionaria de cuarta línea del área de Salud y no de Protocolo. Al fin de cuentas, para visitar al bebé seguramente habría que poner cara de experto en el tema salud.
Claro que a la funcionaria nadie le explicó de qué se habla en estas circunstancias y, dada la coyuntura, qué temas sería preferible no tocar. Mucho menos, al encargado de redactar la obligada gacetilla se le indicó que meterse con eso de la salud pública y la privada no era recomendable en estos tiempos de hospitales derruidos.
Con tanta improvisación y tanto apuro, entonces, el parte de prensa reflejó, además de las lógicas palabras de circunstancia, la “sorpresa” de la funcionaria porque ambos nacimientos habían ocurrido en clínicas privadas “Este año ha sido un poco atípico, no sólo porque los primeros bebés tardaron en llegar, sino también porque ambos nacimientos tuvieron lugar en instituciones privadas”, dicen que dijo la funcionaria, asombrada de que los hospitales hayan dejado de ser el lugar natural para los temas importantes en Salud.
Las triviales palabras que siguieron no dejan de ser más de lo mismo, párrafos de perogrullo del manual del funcionario sin nada que decir (o mucho que callar)
Lástima que ni esta funcionaria ni ninguno de sus pares se avengan a reflexionar acerca del porqué de que los niños ya no nazcan, exclusivamente, en el Hospital. O quizás sea una maniobra más de marketing a favor de la medicina privada.
Algún mal pensado podría suponer que si los partos se daban en el Hospital la visita de la funcionaria jamás habría sucedido.
Lo único seguro es que los bebes en cuestión son los únicos inocentes en esta historia.
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