El fiscal de juicio Mario Montoya y la querella solicitaron la pena de prisión perpetua para el joven acusado de asesinar de un balazo al estudiante de cine Ezequiel Agrest, durante un robo cometido el año pasado en una casa del barrio de Caballito.
Al alegar ante el Tribunal Oral Criminal (TOC) 28 porteño, el fiscal consideró a Sebastián Pantano (26) autor los delitos de «robo calificado, portación ilegal de arma de fuego y homicidio criminis causa», es decir, el que se comete para ocultar otro delito.
El fiscal afirmó hoy, en su alegato ante los jueces Carlos Rengel Mirat, Carlos Mariano Chediek y Luis Oscar Márquez, que el imputado “disparó a matar y con la intención de asegurar el botín” que acababa de obtener en la casa de una amiga de la víctima, de nombre Lucía Agosta.
En la sala de audiencias del edificio tribunalicio ubicado en Paraguay 1536, colmada por familiares y amigos del joven asesinado con remeras con la leyenda “Justicia para Ezequiel Agrest”, Montoya atribuyó a Pantano una “actitud depredadora, la audacia, sangre fría y peligrosidad”.
“No había necesidad de dispararle, estaba atontado, hubiera bastado que lo empujara y saliera corriendo”, agregó el representante del ministerio público, en referencia a que según interpretaron los peritos, Agrest fue agredido con un “culatazo” en el cráneo y segundos después le dispararon.
Momentos antes y en el mismo sentido se había expresado el abogado de la familia de la víctima, el letrado querellante Daniel Borojovich, quien también solicitó al Tribunal que condenen a Pantano a prisión perpetua.
“No era una simple amenaza de robo (la de Pantano), Ezequiel tenía plena conciencia de que su suerte estaba echada”, dijo con lágrimas en los ojos Borojovich, quien además era amigo de la familia y conoció personalmente a la víctima.
De acuerdo al abogado, quedó probado durante el juicio que Pantano “es el autor del hecho” y que su asesinato estuvo motivado “para asegurar el botín”.
Sin embargo, el defensor oficial Gustavo Ferrari sostuvo en su alegato la hipótesis de que el disparo que mató al joven estudiante se dio “accidentalmente” en medio de un forcejeo “violento” con su defendido.
Ferrari pidió a los jueces que no se dejen “llevar por una apreciación meramente sentimental”, ya que creía que quedó claro que la muerte de Agrest “que no es querida por el autor”.
“Nadie vio lo que ocurrió en el baño, son sólo pruebas indiciarias imperfectas”, dijo Ferrari respecto a que tanto Lucía como su hermano Andrés, se encontraban en el lugar del hecho pero manifestaron que estaban acostados en el suelo boca abajo por orden de Pantano, en el momento en que Agrest se resistió.
“Si quiere asegurar la impunidad para sí, no va a disparar a un brazo”, analizó el abogado defensor respecto al lugar por el que ingresó la bala que le ocasionó la muerte a Agrest.
Finalmente, Ferrari solicitó a los jueces que su defendido sea condenado a ocho años de prisión, por el delito “robo con arma, tenencia ilegal de arma de guerra y homicidio culposo”, o subsidiariamente se lo condene a 11 años de prisión, por “homicidio en ocasión de robo”.
El juicio se reanudará el próximo lunes 16 de abril a las 11, cuando los miembros del Tribunal darán a conocer su veredicto.
El homicidio fue cometido el 8 de julio del año pasado en una casa situada en el pasaje Bertrés al 500, casi Pedro Goyena, de Caballito, donde vive Lucía, una compañera de estudio de Agrest.
Ambos fueron sorprendidos por un delincuente armado que ingresó a robar a la casa cuando bajaban cosas de un auto y las entraban a la vivienda.
El asaltante, quien actuó solo, los amenazó con una pistola calibre .45 que nunca fue encontrada y los hizo ingresar a la casa, por lo que la joven le entregó dinero en efectivo.
No obstante, el delincuente no quedó conforme con el botín obtenido y maniató a Lucía y a su hermano Andrés y cuando se disponía a hacerlo con Agrest, éste se resistió, por lo que primero lo golpeó con la culata del arma y luego le disparó dos tiros, uno de los cuales impactó en el suelo.
Los hermanos lograron desatarse y salir corriendo a la calle pidiendo ayuda, pero el delincuente ya había escapado corriendo.
Pantano, hijo de un Policía Federal, fue detenido un mes después del crimen en una vivienda situada en el cruce de las calles Costa Rica y El Tala, de la localidad bonaerense de Lomas de Zamora, e intentó ocultar su identidad al exhibir un DNI falso.
La clave para hallar al sospechoso fue que en el lugar del hecho había olvidado una mochila que contenía su currículum con sus datos personales, el cual, según la madre de Ezequiel, era utilizado en caso que la policía lo detuviera por merodear alguna zona y lo presentaba para que pareciera que estaba buscando trabajo.
Precisamente, para la madre de la víctima, el día del crimen Pantano, quien se encontraba en libertad condicional por una causa en Morón, realizaba tareas de inteligencia para conseguir datos de una empresa situada en la esquina de la casa de la compañera de Agrest, con el fin de asaltarla.