EL CALAFATE.- Aunque el proceso que culmina en un espectáculo que maravilla al
mundo ya está en marcha, no es posible predecir cuándo ocurrirá porque depende de factores climáticos y la flotabilidad del hielo, dijo el intendente del Parque Nacional Los Glaciares, Carlos Corvalán, quien ve aún el dique «muy firme y un proceso diferente» al que en otros años llevaron al rompimiento.
Corvalán, un mendocino de 55 años que el lunes último cumplió 15 en el mayor parque nacional del país -726.900 hectáreas en el sudoeste de Santa Cruz, con unos 350 glaciares, 13 entre los más conocidos- refirió que el desnivel medio al momento de la ruptura es de unos 10 metros, pero que hubo ocasiones en las que fue de más del doble.
En los 80 el brazo Rico subió 25 metros y anegó las tierras circundantes de tal modo que años después se podían ver aún las lengas derribadas por el agua, que tras la ruptura inundó también algunas áreas de El Calafate, la villa turística emplazada en la margen sur del lago, a 50 kilómetros del ingreso al parque.
El fenómeno supo tener un régimen de cuatro años, con cierre del Canal de los Témpanos en primavera y rompimientos en verano.
Pero hace tiempo que eso cambió: hubo un largo lapso entre las rupturas de 1988 y 2004 y luego se dieron cada dos años, en 2006 y la última el 9 de julio de 2008, en pleno invierno.
El calor, que acelera el deshielo y debilita la pared congelada, favorece ese proceso pero no lo define.
El «momento crítico» lo marca la flotabilidad del hielo, cuando el dique se despega del fondo y por debajo comienza a fluir el agua, explicó a Télam Luciano Benacchi, director del Glaciarium inaugurado hace un año a la salida de El Calafate hacia el parque.
Ese Museo del Hielo Patagónico sintetiza a través de imágenes, filmes -uno en 3D-, infografías, maquetas y textos, el origen de la Tierra y las etapas glaciares, de las cuales el Moreno y otros colosos como el Upsala y el Viedma, en el mismo parque que en 1981 fue reconocido por la Unesco como Patrimonio Natural del Mundo, son vestigios milenarios.
Un recorrido por el Glaciarium brinda al turista la información necesaria para comprender cómo se formaron esas enormes moles, cuya observación conmueve y paraliza, y valorar su importancia como reservorios de agua y punto de investigación sobre el cambio climático, entre otros aspectos.
Corvalán indicó que también puede ocurrir que parte del frente del glaciar se apoye más en tierra y el dique que tapona el canal se haga más grueso y pesado ofreciendo mayor resistencia, lo que demoraría el rompimiento.
El Perito Moreno es, sin embargo, una maravilla natural más allá de esa faceta impresionante: el gigante que baja de los Andes al lago Argentino, donde exhibe su frente de 5 kilómetros de ancho y 60 metros de altura, es suficiente atractivo en cualquier momento del año.
Contenido por los cerros, el río de hielo desciende de las altas cumbres como una enorme masa blanca matizada por el oscuro de las rocas que arrastra (bloques erráticos), los nunatacs (afloramientos rocosos) y los múltiples tonos de azul en las grietas y aristas de su superficie y frente.
Un moderno sistema de pasarelas de casi 5 kilómetros con varios balcones y un paseo costero por el Canal de los Témpanos permite observarlo desde distintos ángulos, igual que los safaris náuticos en torno a éste y otros glaciares.
La oferta incluye, para los más osados, caminatas guiadas sobre el hielo del Perito Moreno.
Con sus 254 kilómetros cuadrados de superficie y 31 kilómetros de largo, el Moreno es famoso por el estremecedor espectáculo que brinda la ruptura, pero no es el más grande: antes están el Viedma (977 kilómetros cuadrados, 70 kilómetros largo) y el Upsala (765 y 55, respectivamente), otros de los principales atractivos del parque.
La superficie del glaciar supera en 30 kilómetros cuadrados la suma de los territorios de los pequeños estados europeos de Andorra (160), San Marino (61,2), Mónaco (2) y Ciudad del Vaticano (0,44), en donde viven en total unas 143.000 personas, poco más que la mitad de la población total de Santa Cruz según datos del censo 2010.
El Perito Moreno se muestra diferente por los juegos de luces y sombras según la estación del año y la luminosidad del día. Otra cosa es de noche, cuando ya no hay visitas y ofrece -en una intimidad reservada a los guardaparques- su magnífica belleza.
En el frío atardecer de mediados de febrero, las nubes que se fundían con el hielo tapaban las cumbres andinas y daban al blanco conjunto indescriptibles texturas de las que sólo se diferenciaban los nunatacs, los filos rocosos de las veladas montañas y las crestas azules en la agrietada superficie del coloso.