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Comparan la tragedia del Costa Concordia con la del Monte Cervantes

En 1930 el Monte Cervantes, un lujoso barco alemán, chocó contra un risco en las costas de Ushuaia; excepto el capitán, sobrevivieron los casi 1200 pasajeros a bordo. El diario La Nación recuerda ese suceso.

El 22 de enero de 1930 se produjo un terrible accidente náutico frente a las costas de Ushuaia: el barco «Monte Cervantes» varó contra unas formaciones rocosas sumergidas y se hundió cerca del faro Les Eclaireurs, en el Canal de Beagle.
Entre este barco que se hundió en costas argentinas hace 82 años y el Costa Concordia , que naufragó en aguas italianas el pasado 13 de enero existen varias coincidencias.
El primer punto en común es la similitud de las fechas de ambos hundimientos: uno el 13 de enero pasado y el otro un 22 de enero, 82 años atrás. Además, los dos barcos se caracterizaban por su lujo y suntuosidad.
Las dos tragedias ocurrieron por un cambio de ruta decidido por sus propios capitanes, y las maniobras de los mismos fueron muy similares.
En ambos casos fueron formaciones rocosas cercanas a la costa las responsables de abrir sendos cascos, y dejar los barcos a la deriva. Los dos botes permanecieron con sus proas hundidas e inclinados a babor.
Llama la atención que, aparte de las coincidencias, hay dos puntos sorprendentemente opuestos: primero, en la tragedia de 1930 no murió ningún pasajero -a diferencia del Concordia, en el que ya se registraron 16 muertos y por lo menos 20 desaparecidos-, y segundo, el capitán del Cervantes, Teodoro Dreyer, luego de salvar a todos sus pasajeros, decidió volver al barco para hundirse con él, postura absolutamente disímil a la que tomó el capitán italiano Francesco Schettino , quien habría decidido huir del barco antes de que se hundiera .
El Monte Cervantes había zarpado ese 22 de enero de 1930 desde Ushuaia. De origen alemán, tenía 160 metros de eslora y pesaba 20.000 toneladas, movidas con cuatro motores diesel que erogaban 5.000 kw en total. Se encontraba realizando un viaje turistico que unía Buenos Aires, Puerto Madryn, Punta Arenas, Ushuaia y Yendegaia.
Al salir de Usuahia fue conmovido por un golpe seco y violento: chocó con unas rocas y la proa se levantó. Con el pasar de las horas el buque se inclinó bruscamente hacia babor y, en pocos segundos, el mar helado empezó a invadir cubiertas y camarotes.
El Cervantes permaneció a flote durante 24 horas, y luego, cuando bajó la marea, dio una vuelta campana y desapareció de la superficie. La única persona que estaba arriba era el capitán Dreyer, quien decidió morir junto a su barco.
Los 800 habitantes que había en Ushuaia en 1930 albergaron a los náufragos, que duplicaban a la población del lugar. Se alojaron en viviendas particulares, en la iglesia, la escuela y hasta los presos de la antigua Cárcel de Reincidentes colaboraron en el rescate de los náufragos.
En 1954, la empresa Salvamar intentó llevar el barco hasta la costa de Ushuaia para desguazarlo. Los obreros cortaron los últimos tres pisos de camarotes, que luego fueron encontrados a 40 metros de profundidad. Después de poner el barco «cabeza abajo» comenzaron a transportarlo hacia la costa. Pero la maniobra fracasó a los 20 minutos de iniciada y el barco se fue a pique. Se hundió para siempre en las aguas del Canal de Beagle.

(Fuente: La Nación)

Esta nota fue escrita con la colaboración del material de Adrián de Antueno Berisso , autor del libro «Monte Cervantes, carta y recuerdos del naufragio». .