Juegan largas horas en la computadora, pero piden ayuda para vestirse. Llaman a sus amigos desde el celular de mamá, aunque todavía no aprendieron a comer bien solos. Se divierten con una aplicación de la tableta mucho más que con cualquier juguete de los que llenan su habitación. Tienen entre 2 y 5 años y nacieron en el mundo tecnológico. Los mismos que tienen su foto en Facebook desde la primera ecografía.
Distintos estudios realizados en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra afirman que están aprendiendo a usar la tecnología antes que muchas de las habilidades necesarias para la vida cotidiana . Los ejemplos que da la compañía de software AVG son bastante claros: “el 58% de los nenes de entre 2 y 5 años sabe jugar en la PC, contra el 52% que sabe andar en bicicleta; el 25% puede abrir una página de Internet y el 20% puede nadar; el 19% puede jugar con la aplicación de un teléfono inteligente y el 11% atarse los zapatos”.
Los especialistas argentinos coinciden que en el país esta tendencia se repite. La psicóloga educacional Débora Nakache cuenta que los chicos “se apropian del mundo y la cultura que los rodea y no habría forma de que no quisieran acceder a la tecnología cuando los papás lo hacemos a diario”.
Las pantallas los hipnotizan, los seducen casi más que cualquier otra cosa, pero, ¿qué sucede con las otras habilidades que también son parte del aprendizaje? “Atarse un cordón necesita una motricidad fina que usar el teclado de una computadora no precisa. La operación mental de ambas acciones es igual de compleja, pero llevarlas a cabo manualmente es muy distinto”, explica Mercedes Miguel, Directora general de planeamiento educativo de la Ciudad de Buenos Aires. Y agrega un detalle fundamental: lo que reproduce esa pantalla es más atractivo que el cordón de una zapatilla, con un resultado inmediato. Tocar un botón trae imágenes y sonidos, y aprender lo útil que resulta andar bien calzado lleva bastante más tiempo.
Por su parte, Roxana Morduchowicz, del Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación, muestra otro aspecto de esta realidad.
Para andar en bicicleta, aprender a nadar e incluso para acciones más simples, los chicos necesitan de la asistencia de un adulto . Un papá que se quede un rato largo sosteniendo el triciclo o la bici en la plaza. “El 90% de los infantes manejan distintas herramientas tecnológicas solos, para las otras actividades necesitan de la ayuda de sus padres”, dice la especialista y aconseja justamente lo contrario de esta soledad: “Es necesario que en sus habitaciones no haya PC, celulares o televisión al menos hasta los 12 años; todos estos equipos deben estar en lugares de acceso colectivo, donde los adultos puedan ver lo que sus hijos miran, se sienten con ellos y compartan lo que hacen”.
Sin embargo, hay un fantasma que debe despejarse: la tecnología no perjudica la educación de los nenes . Al contrario, “estimula su curiosidad y ansiedad por explorar y descubrir nuevas cosas”, afirma Mercedes Miguel.
Los especialistas coinciden en que la clave está en encontrar el equilibrio, sumando otros juegos y llevando a los chicos a jugar con sus pares al aire libre. Y sin dudas, estar más presentes con ellos.
(Clarin)