(Río Grande, 28 de noviembre de 2011) – La noche del viernes 7 de octubre Hugo García no iba a salir, porque al día siguiente tenía que levantarse temprano para ir a trabajar. Pero su mejor amigo lo convenció por teléfono: se había peleado con la novia y le pidió que lo acompañara a tomar unas cervezas. Esa decisión repentina cambiaría su vida para siempre: poco después de las 5 de la mañana del sábado recibió un tiro por la espalda que le dañó la médula y lo dejó parapléjico. A casi dos meses del hecho no hay detenidos ni pistas firmes sobre quién le disparó, aunque Hugo tiene sospechas y no descarta que el agresor haya sido un policía o un militar.
–¿Qué sucedió esa noche?
–Salí con mi amigo Pablo y anduvimos por un par de lugares de Palermo que frecuentábamos. Primero, fuimos a ver unas bandas a un bar y después a un boliche. Ahí nos quedamos un rato. Pero Pablo se peleó, rompió un vidrio y se fue enojado. Estaba bastante pesado, pasado de copas. Salió del boliche y yo lo seguí para acompañarlo a la casa, porque vive cerca de ahí. Caminamos desde Juan B. Justo y Santa Fe hacia el lado del viaducto Carranza. Pablo iba haciendo quilombo y yo lo frenaba. En la esquina de Ravignani y Santa Fe, él se paró en el medio de la calle y le cortó el paso a un auto. El coche hizo una maniobra, nos pasó por al lado y Pablo le pegó una patada a la puerta del lado del conductor. Yo lo saqué de un tirón. El auto recorrió unos metros y frenó. Yo le di la espalda porque no pensé que iba a… y pasó lo que pasó.
–¿No pudiste ver la cara del que te disparó?
–No.
–¿Te acordás en qué auto iba y si estaba solo o acompañado?
–Era un auto azul oscuro, uno de esos recortados, tipo el VW Gol. Nada más. Tampoco te puedo decir si arriba había una, dos o más personas.
–¿El ataque no tuvo nada que ver con el incidente del boliche?
–Estoy seguro que no. Esto pasó porque arriba del auto iba un loco.
–¿Con Pablo volviste a hablar? ¿Está arrepentido de lo que hizo?
–Lo veo todos los días. Somos mejores amigos y tocamos juntos en la misma banda. Está muy arrepentido.
–¿Él tampoco llegó a ver a los que iban arriba del auto?
–Pablo no se acuerda de nada. Todo el tiempo me dice que eso le hace muy mal. Yo siempre le insisto para que trate de acordarse de algo, pero no hay caso.
–Cuando recibiste el disparo, ¿perdiste el conocimiento?
–No, en ningún momento. Cuando me dispararon me desplomé. Miré al costado y vi al auto que se iba. Ahí mi amigo entró en un estado de pánico y empezó a los gritos y a llamar desde su teléfono al 911. Yo me acuerdo que primero me puse mal, pero después me calmé. Pensé que me moría. Me empezó a agarrar frio y dejé de sentir la mitad del cuerpo y dije: “Bueno acá me muero”. Estuve ahí tirado en el piso hasta que vino primero la policía y después la ambulancia del SAME.
De inmediato lo trasladaron al Hospital Fernández. Su vida estuvo en jaque durante varios días hasta que los médicos lograron estabilizarlo. Fue operado dos veces, pero no pudieron sacarle la bala debido a que quedó a un centímetro de la aorta. Estuvo cuatro días internado en terapia intensiva y diez más en terapia intermedia. Luego lo trasladaron al Hospital Israelita. Hoy pasa los días allí, recostado sobre una cama en una habitación del séptimo piso. Es el comienzo de una rehabilitación que será muy larga. Algunos médicos le dijeron que es muy difícil que vuelva a caminar. Otros, que existen posibilidades. Recién dentro de seis meses tendrá un panorama más definido.
–¿Realmente crees que no hay testigos? Tal vez los hubo y por miedo no se atreven a declarar.
–Yo recuerdo que cuando veníamos caminando había mucha gente. Así que creo que sí hubo testigos y que por alguna razón no se animan a declarar.
–¿Crees que van a atrapar al que te disparó?
-La verdad que no creo mucho en la justicia. Sí me gustaría que se esclarezca el caso, pero no tengo mucha confianza. Sospecho que hay algo atrás, un encubrimiento de algún tipo, o que me atacó un policía o un militar. Por la precisión que tuvo al disparar desde unos 15 metros.
Hugo nació hace 24 años en Ushuaia, Tierra del Fuego, y se vino hace un tiempo a Buenos Aires para estudiar Artes Electrónicas en la Universidad de Tres de Febrero. Según cuenta Enrique, su padre, hasta esa madrugada trágica, Hugo era un chico muy activo. “Se levantaba a las 6 de la mañana para ir a la facultad. A las 12:30 se iba a trabajar y a la noche ensayaba con la banda (Tiratinta) y cada tanto hacia de plomo en otra banda.
–¿Cómo pasás los días?
-Como estoy medicado duermo demasiado. Tengo los horarios de rehabilitación y nada más, después me paso todo el día mirando el techo, escuchando música o leyendo. Acabo de terminar de leer el Eternauta 2.
El disparo que sufrió Hugo cambió también la vida de toda su familia. Su papá y su actual pareja, Gladys, se vinieron desde Tierra del Fuego para estar con él las 24 horas. Su mamá, Flora, también. Los dos primeros, por lo general, están con él durante el día, mientras que la mamá lo hace por las noches.
Sus amigos lo visitan cada tanto, al igual que su hermana. Su hermano mayor estuvo un tiempo en Buenos Aires, pero tuvo que regresar a su provincia por razones de trabajo. Hugo está contenido y lo único que espera es que lo trasladen a un sanatorio más adecuado para su recuperación. Pese a todo lo que tuvo que pasar mantiene una entereza notable. Habla sin resentimiento ni bronca. “No tengo sed de venganza, sólo quiero recuperarme.”<
Investigación
EL ARMA. La causa del ataque quedó en manos del fiscal Martín Mainardi. Todavía no se sabe si a Hugo le dispararon con una pistola o un revólver. En el lugar no fue hallada ninguna vaina. El hecho ocurrió muy cerca de la comisaría 31 y del Regimiento de Patricios.
Apasionado por la música y River
La música es la gran pasión de Hugo García. “Empecé escuchando The Clash, Sex Pistols y Ataque 77”, cuenta. Vino a Buenos Aires hace unos años porque lo que él define como “movida” es mucho más importante aquí que en su Ushuaia natal.
“Comencé a tocar el bajo porque soy un guitarrista frustrado”, dice y sonríe.
Tiratinta es la banda que integra junto a Pablo, el muchacho con el que estaba cuando fue baleado, y otros dos chicos que tocan la guitarra y la batería. “Hasta que me pasó esto, tocábamos bastante seguido en bares, casi todos los fines de semana”. A la banda la define más hardcore que punk y sus mejores canciones son: La libertad, Peter Macana, Una historia más y Algo nuevo.
“Estábamos pensando empezar a grabar un disco de manera independiente a fin de año”, cuenta con cierta nostalgia. Sus amigos le aseguraron que esperaran a que se recupere. Y él tiene la convicción de que se va a recuperar para seguir tocando.
El bajo marca Squier está recostado sobre la otra cama de la habitación. “Me lo trajeron ayer, pero todavía no puedo empezar a tocar porque no me puedo incorporar”, explica.
Cuando la charla termina comenta: “Hoy estoy un poco triste”. “¿Por qué?”, pregunta este cronista. “Porque se murió Gamexane (fundador de una emblemática banda, Todos Tus Muertos)”, responde.
Su otra pasión es River. Enrique, su padre, muestra una foto de Hugo en la cancha. Luce la camiseta del club millonario y sonríe. “Él es un pibe alegre, lleno de vida”, dice el hombre mientras contiene las lágrimas. “Con esto que pasó es como si nos hubieran matado a todos”, concluye el papá.
Fuente: Diario Tiempo Argentino