“Es una bomba de tiempo”. Así califica la situación del Parque Nacional Lanín el viceintendente Martín Rodríguez. El estrés hídrico que sufre la zona, sumado a los problemas que genera la ceniza, pone en serio riesgo la vegetación del sur de la provincia ante el inicio de la temporada de incendios (noviembre a mayo ante el aumento de las temperaturas). La situación es la misma en el Parque Nacional Nahuel Huapi.
“Para mí, hoy estamos en una situación de previsión de gravedad y puede convertirse en gravedad extrema por lo que seco que está el bosque. Tres cuartos de la provincia están complicados por la sequía y sufren estrés hídrico. El volcán agrega combustible fino y escurrimiento de agua sin absorción. Es una bomba de tiempo”, explicó Rodríguez. El Comité de Emergencia para Incendios Forestales -creado en agosto pasado- elaboró un diagnóstico que refleja el problema. “El mayor problema es en la Zona Sur”, detalló John Cuiñas, director provincial del Plan Provincial del Manejo del Fuego (PPMF). “El estrés hídrico es muy importante en la zona”, agrega Pedro Curuhual, jefe del Departamento de Incendios, Complicaciones y Emergencias del Parque Nacional Nahuel Huapi.
Estrés hídrico
El balance hídrico es el resultado de la diferencia entre el agua aportada al suelo por las precipitaciones, la pérdida ocasionada por la evapotranspiración y la capacidad de los suelos de almacenar agua. Este año, entre la falta de lluvias y la ceniza, el suelo no almacenó todo el agua que podría y genera un faltante para las plantas en época de crecimiento (menor contenido de humedad ante una ignición).
El diagnóstico indica que los valores de este año son similares a los ocurridos en 1998, una temporada muy seca. Así, se califica como “peligro extremo” (ver cuadro) al balance hídrico de la zona. Esto implica que “los incendios podrían tener un comportamiento de tipo explosivo, haciendo imposible su control con técnica de ataque directo”. Además, hace prever que “el fuego alcance superficies muy grandes desde el inicio mismo de la temporada”.
Según los datos que maneja el PPMF, existe un déficit de 55% en lo referente a precipitaciones comparado con el año pasado. Entre mayo y octubre de este año cayeron 327,7 milímetros de agua. En 2010 se recibieron 600,1 milímetros en el mismo período. “Este año bajó mucho. Hubo menos nieve y por la ceniza se derritió más rápido. Es tremendo”, indicó Simón Lewis, de la Dirección de Coordinación del PPMF. “Va a ser un verano muy seco. La media anual no colmó las expectativas”, agregó Cuiñas.
“Se combina la sequía con el nivel de estrés hídrico que hay. Encima donde cayó ceniza, agarró humedad y no permite que penetre en el suelo. Esa falta de humedad terminó de agravar la situación”, explicó Rodríguez.
Según información que maneja el Departamento Provincial de Aguas (DPA) de Río Negro, en el período comprendido entre noviembre y enero de 2012, la zona sur de Neuquén podría sufrir gran parte y hasta la totalidad del período con escasa cantidad de lluvia. “Las precipitaciones totales del período estarían debajo de lo normal en toda la región”, agrega el informe. “Probablemente caigan alrededor de 150 milímetros”, sintetiza Lewis. Además, el informe de DPA estima que la temperatura media se ubicará por encima de lo normal en el sector cordillerano.
La ceniza
El material volcánico no sólo agravó otras situaciones como la sequía sino también desató una serie de problemas que preocupan. A saber: impide la utilización de medios aéreos, reduce el trabajo de los brigadistas, desgasta los equipos y generó una enorme cantidad de combustible fino (vegetación seca).
El primer inconveniente es la casi descartada posibilidad de contar con los medios aéreos para combatir el fuego. “Salvo algunos días muy puntuales no creo que podamos usarlos este año”, indicó Curruhual, del Parque Nahuel Huapi.
La Provincia cuenta con un helicóptero (multiuso) además de otras aeronaves similares que pertenecen al plan nacional en San Martín y en Bariloche. También un avión hidrante en el aeropuerto Chapelco (cuenta con ayuda de uno similar en Bariloche) y se alquilaba un avión Sesna durante la temporada para revisar columnas.
“El problema mayor no son los aviones que apoyan con agua, sino los helicópteros que transportan personal. En un incendio, la clave es el ataque inicial. Cuando el siniestro es chico hay que tener cuadrillas descentralizadas en el campo para que lleguen más rápido. Si te supera, tenés que hacer un ataque ampliado”, explicó Rodríguez, del Parque Lanín.
Los especialistas explican que el impacto más fuerte es el tiempo de respuesta. Uno de los lugares más alejados del Parque Nacional Lanín es la Pampa de Salamanca (al norte de la zona), que está a una hora y media de San Martín por vía aérea. Está en el medio del bosque y es difícil detectar y acudir rápido. Al no contar con estos medios se demorará cerca de cuatro horas en poder llegar. “Tenemos una cuadrilla en Aluminé que atiende el ataque inicial y recibe el refuerzo. Pero ahora necesitamos sumarle gente para disminuir el tiempo de respuesta por tierra», dijo Rodríguez.
Según el diagnóstico del Comité de Emergencia, los incendios forestales en mayores superficies se dan por causas naturales (tormentas eléctricas). En los últimos tres años se evidenció una paridad entre causas naturales y humanas en riesgos de incendio. La zona de la Norpatagonia registra los mayores índices de incendio por rayos. Y el sistema de monitoreo para detectarlos es a través de los denominados corredores (recorren el bosque y observan las zonas desde puntos altos) y los medios aéreos que sobrevuelan tras una tormenta. “Ante la falta de aviones, tenemos que usar más recorredores y poder relocalizar los helipuertos para poder cubrir al menos una parte del parque”, agregó Rodríguez.
Combustible fino
Todo material vegetal es denominado combustible en situaciones de incendio forestal, tanto vivo como muerto. El más peligroso es el material muerto, que una vez seco queda predispuesto para arder y no ofrece resistencia al fuego. El peso que la ceniza ejerció sobre los árboles en las zonas catalogadas con nivel de afectación “grave” y “muy grave” (ver cuadro) produjo una gran cantidad de ramas partidas dispersas por todo el área boscosa. Así, no sólo aumentó considerablemente la carga total de combustible sino que todo ese material se secará durante el verano. “Es difícil que un incendio se inicie con un árbol. Por lo general arranca en pastizales. Pero en este caso en las zonas complicadas hay muchísima cantidad de ramas caídas”, aseguró Rodríguez.
Según datos del PPMF, la presencia de la ceniza en la atmósfera provoca una baja de la humedad relativa (relación porcentual entre la cantidad de vapor de agua real que contiene el aire y la que necesitaría contener para saturarse a idéntica temperatura). “La ceniza es muy seca y absorve la humedad. Y así los materiales quedan con menor humedad y son más propensos al fuego. Se prenden más fácil”, explicó Simón Lewis. El 19 de octubre pasado se registró una humedad relativa del 19 por ciento con ceniza en el ambiente. Al día siguiente, sin ceniza, llegó al 48 por ciento con una temperatura similar. Otro ejemplo de la inluencia del material volcánico se dio el 23 del pasado mes cuando la humedad fue del 27 por ciento sin ceniza. Al día siguiente, con la misma temperatura, bajó al 18%.
La ceniza, además, también obstruyó las sendas en zonas boscosas que son utilizadas para llegar más rápido a los focos de incendio y también para la búsqueda y rescate de personas, algo habitual para la época.
Personal y equipos
El material volcánico genera complicaciones en todos los sectores. En el caso de los combatientes reduce su capacidad de trabajo y pone en riesgo su salud si no se cuenta con los materiales indicados
“Si antes el personal trabajaba ocho horas en el campo, ahora se va a reducir a 4. Además, el agua de los arroyos no es potable porque viene muy sucia, con un color marrón clarito y llena de sedimentos. Por eso, también vamos a tener que cargar con el agua mineral”, explicó Pedro Curuhual. Según indicó, el Parque Nacional Nahuel Huapi cuenta con 57 personas afectadas al combate del fuego, aunque 16 son administrativos. En el Parque Nacional Lanín, 50 personas forman parte del Departamento de Incendios, Comunicaciones y Emergencias que lidera Alberto Seufferheld. “Pensamos duplicar la gente en Aluminé, fortalecer Junín de los Andes, Hua Hum, lago Hermoso y Quila Quina”, indicó Seufferheld.
Además, los equipos son los que más sufren la presencia de la ceniza. Durante la emergencia por la erupción del Cordón Caulle, resultaron “hiperdesgastados”. “Las motobombas sufren mucho en los sellos, que se compran en dólares. Es una gestión de compra compleja. Los pistones de las motosierras también. La ceniza es muy finita y el filtro no la para. Se rayan enseguida. No sólo es lo que ya se dañó sino todo lo que se va a dañar durante la temporada”, explicó Martín Rodríguez.
“Sufrimos una rotura grande. Durante tres meses trabajamos en Villa Traful y es un problema que se genera con los equipos”, agregó Curruhual.
Según datos del PPMF, la provincia cuenta hoy en la Zona Sur y Aluminé con dos camiones (uno en reparación por ceniza), cuatro camionestas 4×4 (una en el taller) y tres 4×2 (dos están en reparación) y un cuatriciclo. En tanto, cuenta con 28 motobombas (10 en reparación por ceniza), 8 motosierras (1 en reparación) y 210 mangueras (60 en reparación). Además, cuenta con 67 personas que trabajan en el PPMF en toda la provincia.
El Parque Lanín tiene dos camiones hidrantes, tres camionetas 4×4 (una en reparación) y una lancha. Además, cuenta con 24 motobombas (cuatro en reparación), 8 motosierras (2 en reparación) y 342 mangueras (60 en reparación). Finalmente, el Parque Nacional Nahuel Huapi tiene 3 camiones cisterna, 4 camionetas, un cuatriciclo y una embarcación semirrígida. Además, cuenta con 18 motobombas funcionando y 6 motosierras.
“Necesitamos resguardar la salud de la gente. Por eso se necesita una inversión extraordinaria en equipamiento. En una emergencia, el elemento que se le puedo pedir al Estado es la previsión. A diferencia de la emergencia ganadera y turística, corremos con la ventaja que podemos anticiparnos a los problemas. Necesitamos tener más gente en el campo, equipada, transportada y con repuestos de maquinarias. Si en medio de un incendio se plantan tres motobombas no puedo salir a Canadá a pedir los repuestos”, finalizó Martín Rodríguez.
La Nación coincide con el diagnóstico
Neuquén > El Estado, a través del Plan Nacional del Manejo del Fuego, no sólo comparte el diagnóstico y el plan de contingencia creado por el Comité de Emergencia para Incendios Forestales sino que también trasladó la idea a la zona de Bariloche y el resto de la Norpatagonia. Así lo aseguró Norberto Rodríguez, coordinador regional de la Patagonia en el Plan Nacional del Manejo del Fuego. “Aún no tenemos una respuesta a los pedidos. Se presentó en la Secretaría de Ambiente de la Nación y allí tiene su curso normal administrativo”, explicó. Además, distintas fuentes mencionaron que se está tramitando la situación a través de la Cámara de Senadores y también de Diputados de la Nación.
“Es un panorama complejo porque estamos ante una realidad que nunca manejamos. Encima nos agarra con los equipos desgastados porque fueron usados para la emergencia. Y encima hay que sumar los cuatro veranos de déficit de agua en la Norpatagonia y la falta de medios aéreos. Si juntamos estas variables, va a ser un verano complejo”, explicó Rodríguez.
El Plan Nacional del Manejo del Fuego, a través de su regional Patagonia, coordina a los brigadistas de distintas provincias y los traslada en base a las necesidades. Además, cuenta con un personal ubicado en el norte de Chubut que participa de los distintos operativos de emergencia.
Te agitás todo el tiempo
Es una situación novedosa y desconocida. Antes podíamos dejar pasar un día sin limpiar los equipos, pero hoy hay que hacerlo después de cada jornada porque la ceniza es muy corrosiva. Nos trae problemas respiratorios, por lo que tenemos que protegernos nosotros y los equipos. Nos comentaron que quizás no tengamos hoy problemas respiratorios, pero sí podemos sufrirlos en un tiempo. Esto es acumulativo. El personal de Segemar estuvo trabajando acá los primeros días y ellos están sacando informes para que nosotros tengamos en cuenta.
Tuvimos que adaptarnos a trabajar con barbijos. Antes lo usábamos en el caso que existiera mucho humo. Pero sólo por eso. La ceniza te acorta la visión. Y se nota especialmente en el tránsito en la ruta. Pero el mayor inconveniente es la respiración. Los barbijos no son específicos para protegernos del todo de la ceniza, cubren un poco pero no implica que traguemos ceniza. Lo que nos está costando conseguir es mascarillas con dos filtros. Es muy luviano, no molesta tanto y se ajusta a la cara de cualquiera. El tema es que no los podemos ubicar porque son caros, en dólares y es complicado para tener para todo el personal.
Por el esfuerzo físico que requiere nuestro trabajo, los barbijos no alcanzan. Estamos adaptados a estar en aire limpio, con el peso de nuestro cuerpo y equipos que superan los 20 kilos. La ceniza nos genera un desgaste físico importante. Te agitás todo el tiempo pese a estar en estado físico. Por eso desde un principio lo que no está cambiando esta situación es la respiración. Estamos trabajando hoy con el equipo que usamos en el verano. Pero ahora todo el trabajo que hicimos en invierno con la ceniza se agregó al desgaste. Antes nunca usábamos el equipo en esta estación. La ceniza es muy áspera y las mangas para incendio se gastaron mucho más rápido que en los terrenos con tierra a los que estamos acostumbrados.
A nosotros nos gusta hacer nuestro trabajo. Pero necesitamos estar protegidos y hoy los equipos que nos servirían para la respiración no los tenemos. Sí tenemos protección ocular.
(*) Brigadista del Parque Nacional Lanín desde hace 8 años. Trabajó en la emergencia por la ceniza en limpieza de escuelas y asistiendo a distintos pobladores rurales.
(Diario La Mañana – Neuquén)