Nos cuenta Marcelo Arce:
Es indubitable la sapiencia y profundo conocimiento de Freddie Mercury sobre la música llamada “clásica” o escolástica, no sólo por su amor a la ópera sino también por su apreciación de grandes que van de Beethoven a Mahler.
Mercury nos demostrará cómo se fusionan lo clásico y lo moderno.
Y si nos detenemos en su creador lírico preferido, Verdi, hallaremos cómo entrelaza personajes del compositor que revolucionó el drama musical, con vivencias propias y por llamarlas de alguna manera, “modernas”, o mejor, “actuales”.
El espectáculo que compartiremos –siempre en pantalla gigante, con subtitulados, y dirigido “a todos los que no sabemos música”-, comienza con un collage que desemboca en Rigoletto, ópera que Verdi presentó en 1851. Y surgirá la popularísima canción La donna è mobile, y el aria de Gilda, que comienza con el verso Caro nome… Y desde aquí continuarán varias sorpresas apoyadas en Rigoletto, que llevarán finalmente a la virtuosa y espectacular Fantasía para piano que Liszt compuso sobre esta ópera.
Pues bien: Rigoletto es el eslabón con el genial Freddie Mercury. No podemos anticipar los datos, pues eso lo revelaremos en la función. Una famosísima canción de Mercury combina Rigoletto con otra ópera. Toma al “malo” de la historia y nos lo enseña desde otra faceta: ese Duque de Mantua ¿qué siente, qué hará con su vana vida?. Y así Mercury arma su propia “micro-ópera”. ¡Es original, increíble y realmente profundo lo que logra!
Es la ópera que nos llevará a otra “micro-ópera”, la más célebre: la Rapsodia Bohemia. Considerada –hace poco se dio la noticia- como la obra “estigmática en su estilo de todo el siglo XX”. Su estructura es sencillamente perfecta. Armada como el mejor “clásico”, con las “reglas escolásticas”. Y lo demostraremos, por ej, escuchando cada uno de los canales por separado para comprobar cómo, al unirse, aparece construida y magnífica. Pero ¿qué describe?. No debo contarlo aquí. Investigué hace tiempo (y ya lo registré, claro..). Y se lo quiero decir al Público. Tiene cinco secciones, como una sucesión de “escenas”.
¿Recuerdan cuando dicen “Mamma mia, mamma mia”, “Galileo, Galileo”, etc.? Parece algo cómico o delirante… No: es parte de la clave, de la trama que desarrolla. Pero, no debo dejarme llevar por mi vehemencia; no lo debo revelar ahora.
Pero también hallé una conexión -que debí registrar…- entre esta Rapsodia Bohemia y otras dos partituras “bohemias”, una de Liszt y otra de Smetana. Además, tienen la misma manera y la misma significación. Las tres expresan aquello de “Vencer a las Adversidades”. Armamos un clip especial con la música de esa conexión. ¿Saben?. La exclusiva de esta función es del Ciclo Clásico y Moderno que ofrezco en el Teatro Avenida; por contrato no puedo repetirla en el año en el ámbito de Capital y Gran Buenos Aires. El estreno fue en agosto de 2008.
Cuando llegó esa “conexión” que mencioné, el público, mi esposa, mis técnicos, mis asistentes, y yo… todos hicimos una catarsis, mezclando ovación y llanto. Estaba ansioso por repetirla. Los asistentes y los que no pudieron entrar al Avenida pidieron una nueva función. Mi ansiedad creció. La tercera fue en el bello Teatro Municipal de Bahía Blanca. Sucedió la misma catarsis. Que volvió en Santa Fe y en Paraná y en tantas otras salas… Anhelo que aquí ocurra tal cual, conociendo la sensibilidad de este Público. Espero estar a la altura de sus expectativas.
Este creador maneja la ironía, la pasión, el humor, el teatro, lo confesional y la obsesión por el Amor. Y estos elementos irán apareciendo en clips que editamos especialmente para el espectáculo en temas como Pequeñas cosas llamadas amor, Goin’ back (con sus recuerdos de Zanzíbar), En mi defensa, It’s a hard life, He nacido para amarte, etc.
Hay un clip que nunca termina de emocionarnos, que lo esperamos en cada función, armado con la versión orquestal, sin voces, al que superpusimos el piano tocado por Mercury, de su tema Amor de mi Vida. Sencillamente, conmociona.
Los Cantores del Reino -2 tenores, 2 contratenores, barítono y bajo- recrearán su Cita en la playa, con ese humor especial e irónico que combina con el jazz clásico.
Una enorme sinfónica se une a dos coros, coro de niños, órgano y piano para presentarnos dos momentos de su monumental Sinfonía Queen, que otra vez prueban su gran capacidad de compositor y técnica de orquestador.
La misma soprano –de rango y tersura incomparables-, Montserrat Caballé reaparece como su amiga, como la protagonista de varias obras que Mercury escribe a su medida; por ej. Ensueño –en español- o La Japonesa –emulando a Madama Butterfly, combinando el inglés y el japonés.
Y la historia hermosa y conmovedora que los unió en 1987, trae ineludiblemente ¡y por suerte! a ese clásico de clásicos que es Barcelona: la técnica lírica que surge en la cantante, se fusiona con la técnica del cantor, del vocalista –que es también su compositor: Freddie Mercury, genial y sencillo, sabe ubicarse y rinde tributo constante a los grandes.
Como tantos otros, nos enseña una vez más que hay una sola música, la buena música, la que es artística, la que tiene forma y contenido, la que nos atrapa, la clásica música.