Usa celular hace solo tres meses, porque su mujer le exigió que tuviera uno. Es que a pesar de sus 68 años, Rubén Rada tiene mucho de niño. Posa para las fotos y parece un chico jugando, divirtiéndose. La gente pasa y lo besa como si lo reencontrara después de años, y él responde con la misma efusividad. “Trabajé mucho para ser un artista conocido y querido”, reflexiona. Para saludarlo, hasta Néstor Fabbri, el exdefensor de Boca, Racing y la Selección Nacional, interrumpe la nota: “¿Cómo anda, todo bien?”, le pregunta. El Negro contesta: “¡Qué tal amigazo! No estoy jugando muy bien últimamente, pero no importa”, y los dos ríen.
En noviembre le entregarán el Grammy Latino a la Excelencia Musical, una forma elegante de nombrar la trayectoria. ¿Cómo toma este reconocimiento?
Gracias a internet las cosas vuelan, la gente se entera de lo que pasa en el mundo y llegaron a encontrarme.
¿Por qué dice eso?
Porque por la venta de discos y por ser un músico uruguayo que siempre tocó en el Río de la Plata, y alguna vez en otro país, no llegaba a la Academia. De los que se enteran son de los que venden muchos discos. Por eso digo gracias a internet: la gente puede elegir y bajar la música que quiere, y he llegado a que me tengan en cuenta. Eso me da mucha alegría. Más que nada por los músicos de mi país, porque somos un país pequeño con poca población y eso va a ayudar a que los músicos uruguayos tengan un poco más de proyección al mundo.
¿Que lo premien por la trayectoria hace que empiece a sentir de otra manera su carrera?
Rada: Sí, yo digo que es como que te dan la jubilación.
Hace poco acá también lo premiaron como revelación.
Sí, raro. Fue por “Richie Silver”, era un personaje que yo había creado.
Noticias: ¿Qué hizo en su carrera que jamás se había imaginado iba a hacer?
(piensa) “Rada para niños”. Siempre pensé que iba hacer mi música, pero jamás un disco para chicos. Se dio la posibilidad gracias a Horacio Buscaglia, que me dijo: “Los niños te quieren mucho y necesitan que vos les cantes”. Él me enseñó cómo trabajar con los chicos y hace diez años que lo estoy haciendo en el teatro con gran éxito.
Da la impresión que se mueve en su carrera con algo de improvisación y frescura, que tal vez es la característica que se requiere para tocar percusión. ¿Esto es así?
Totalmente. Yo cuando compongo lo hago lúdicamente, con sonidos de mi voz, por eso no tengo grandes letras. Si hago (canta una melodía), después le busco una instrumentación a eso que canté. Cuando hice “Dedos” (un lujo: se pone a tocar la mesa del bar como si fuese un instrumento de percusión, con una soltura que asombra, mientras canta la letra del tema), tenía que buscar las rimas con la palabra “dedos”, ahí aparecía “días” y así: “Dedos son dedos/días son días”.
Acaba de presentar su nuevo disco, “Confidence”. ¿La vuelta al Rada “serio”, como usted lo llama, es una de las deudas pendientes?
Exacto, era algo que quería hacer: no cantar. Es todo instrumental. Grabado con grandes músicos uruguayos. Toco percusión, lo que más me gusta en la vida, sacar chirimbolos de una bolsa y hacer magia, y tocar, y divertirme. El 20 de octubre lo presentamos en La Trastienda.
Noticias: ¿Y qué otros proyectos tiene en esa bolsa?
Otra cosa que tengo ganas de hacer es grabar un disco de tango. También otro de blues. Y después, si la vida me lo permite, tener una banda con mis hijos. Si ellos me invitan, estaría encantado.
¿Ellos lo saben?
No, lo estoy diciendo para que me inviten (risas).
En “Confidence” participan los tres.
Sí, Matías (25) toca la guitarra. Lucila (30) y Julieta (20) que cantan maravillosamente bien, hacen coros.
A Matías lo vimos tocar con Martín Buscaglia. Es más grandote que usted.
Sí, mide 2,02 metros. Le encanta el funk, toca la guitarra y le pone mucho “wah wah”. Ahora va a tocar la guitarra con los Illya Kuryaki & the Valderramas (la banda de Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur), que se vuelven a unir.
¿Ya había grabado alguna vez con sus hijos?
No, pero habíamos formado un grupo con Matías, Julieta y tres amigos más. Y Matías le preguntó a la abuela materna qué nombre le podíamos poner al grupo y le dijo: “Pónganle ‘La horizontal’, si se la pasan durmiendo”. Y así le pusimos y tocábamos funk, nos presentábamos en boliches en Uruguay y nos divertíamos muchísimo. Después Julieta hizo un par de shows con Nicolás Ibarburu y se enamoraron. Así que parece que se lleva a mi hija (hace que llora). Están en pareja, en Uruguay.
Fuente: Noticias