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Ex Juez provincial entregaba en adopción chicos de desaparecidos

Un informe del Diario del Fin del Mundo señala que el ex integrante de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones, Mario Eduardo Basso, fue juez de Menores durante el último gobierno militar. Negó la identidad a menores durante la dictadura y hace 11 años es jubilado de privilegio de la provincia.

(Río Grande, 19 de setiembre de 2011) – El ex integrante de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones, Mario Eduardo Basso, fue juez de Menores durante el último gobierno militar. Y en 1977 dio en adopción a dos menores hijas de desaparecidos, sabiendo su origen. Se trata de las primeras dos nietas recuperadas luego por las Abuelas de Plaza de Mayo en 1980. Basso se jubiló en la Provincia hace 11 años por un régimen de privilegio que él mismo ayudó a escribir. Y su pasado permaneció oculto hasta hoy.

El ex juez que les negó el derecho a la identidad a las dos primeras nietas recuperadas por las Abuelas de Plaza de Mayo fue camarista penal de Tierra del Fuego durante siete años, y desde 2000 se convirtió en el cuarto jubilado mejor pago de la provincia gracias a un sistema que él mismo colaboró en redactar.

La historia del ex integrante de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones de la Justicia fueguina, Mario Eduardo Basso, era conocida por su cuestionable desempeño dentro del propio Poder Judicial. Desde la denuncia que enfrentó por presunta privación ilegítima de la libertad hasta su participación en la redacción del famoso régimen de jubilación anticipada instaurado durante el manfredottismo, los antecedentes hablan por sí solos.

Sin embargo, Basso posee un pasado oculto como juez de la última dictadura militar que pasó desapercibido, tanto para el Consejo de la Magistratura que lo seleccionó en 1994, como para todos los fueguinos que acataron sus fallos hasta su jubilación de privilegio otorgada en el año 2000.

El ex camarista del tribunal que funciona en Río Grande se desempeñaba como juez del Tribunal de Menores Nº2 de San Martín, en la provincia de Buenos Aires, cuando la Policía le trajo a una chica de 3 años y a una bebé de 4 meses que deambulaban solas por una plaza de Villa Ballester.

Las pequeñas resultaron ser Tatiana Ruarte Britos y Malena Jotar Britos. La madre de ambas, Mirta Graciela Britos, acababa de ser secuestrada por un grupo de tareas de la dictadura en la plaza donde jugaban sus hijas. Los militares no se percataron de la presencia de las niñas y se marcharon del lugar. Era el 31 de octubre de 1977.

El padre de Tatiana, Oscar Ruarte, había sido secuestrado en la provincia de Córdoba el 17 de agosto del mismo año. Y poco antes del episodio de la plaza también se habían llevado el padre de Malena, Alberto Jotar.

Basso ingresó a las pequeñas como NN (sin identidad) a pesar de que Tatiana sabía su nombre, el de su hermana y el de su madre. No sólo eso, sino que dispuso su internación en diferentes asilos. Tatiana fue al Instituto Remedios de Escalada de Villa Elisa y Malena a la Casa Cuna.

Después, autorizó el trámite de adopción a favor del matrimonio integrado por Carlos e Inés Sfiligoy, quienes desconocían los pormenores de la historia y actuaron de buena fe. La pareja adoptó a ambas pequeñas debido a las sugerencias de algunos empleados del orfanato, que sabía que ambas eran hermanas.

Por entonces, una de las abuelas biológicas de las niñas visitaba asiduamente el juzgado a cargo de Basso, pero quien luego se convertiría en camarista de Tierra del Fuego le contestaba que no tenía información sobre el paradero de las chicas.

El arrepentido

La periodista Graciela Mochkofsky, en su libro “Pecado original. Clarín, los Kirchner y la lucha por el poder” relata el momento del secuestro de las hermanas y la posterior intervención de Basso.

“Un grupo de militares de uniforme bajaron de un micro junto a la plaza de Villa Ballester en que jugaban (las pequeñas) y se llevaron a su madre encapuchada (…) quedaron solas en la plaza durante horas. Al caer la tarde, las encontró un policía. Tatiana le dijo su nombre y que la bebé era su hermana. El policía avisó al Juzgado de Menores Nº 2 de San Martín. El juez Mario Eduardo Basso separó a las hermanas en institutos de menores; las ingresó como NN, aunque Tatiana le dijo cómo se llamaban. Cinco meses más tarde las entregó en adopción a un matrimonio sin hijos anotados en las listas de adoptantes”, señala Mochkofsky en su libro.

También menciona que “una de las abuelas paternas de las niñas, que se había unido a las Abuelas de Plaza de Mayo, se presentó ante Basso con fotos y detalles de Tatiana y Laura, pero el juez dijo que por ahí no habían pasado”.

Otros dos periodistas, Franco Mizrahi y Jorge Repiso, publicaron una nota en la Revista 23 titulada “Jueces bajo sospecha: investigan a magistrados involucrados en adopciones ilegales”.

En la publicación del 8 de abril de 2010 puede leerse el siguiente párrafo: “El doctor Mario Eduardo Basso atendía el Tribunal de Menores Nº 2 de San Martín y tuvo en su poder la adopción de las hermanastras Laura Malena Jotar Britos y Tatiana Ruarte Britos, hijas de Mirta Graciela Britos, secuestrada en Villa Ballester en octubre de 1977. La labor de Basso está puesta en cuestión porque mientras se llevaba adelante la adopción de la segunda niña, su abuela paterna se presentaba asiduamente en el juzgado preguntando por su nieta. Siempre se iba con la misma mentira a cuestas: sin noticias”.

Según coinciden ambas fuentes, con el paso del tiempo Basso se arrepintió de lo que había hecho y en marzo de 1980 llamó a las abuelas de las niñas y luego al matrimonio adoptivo para informales que habían aparecido las abuelas biológicas.

“Fue el único juez que volvió sobre sus pasos para facilitar el reencuentro. El primero de todos. El que inició la serie que hoy llega a 101 nietos recuperados. La culpa lo hizo volver sobre sus pasos”, reflexionan Mizrahi y Repiso en la nota de Veintitrés.

Por su parte Mochkofsky agrega que el matrimonio Sfiligoy, que suponía algo de lo sucedido por el relato infantil de Tatiana, se prestó al encuentro con las abuelas y colaboró para la búsqueda de la verdad.

De hecho las chicas permanecieron en casa de sus padres adoptivos y con su apellido, pero recuperaron su relación con la familia de sangre.

Biografía no autorizada

Mario Eduardo Basso nació el 10 de marzo de 1943. Estudió abogacía y se recibió en la Universidad Católica de La Plata.

El 21 de mayo de 1976, dos meses después del golpe de Estado que instauró la última dictadura militar en Argentina, fue designado por el gobernador de facto de la provincia de Buenos Aires como “fiscal en lo Civil, Comercial y Penal” en el “departamento judicial de San Martín”, según se desprende del decreto 1113/76 al que tuvo acceso EDFM.

Un año más tarde, el 24 de mayo de 1977, se convirtió en juez del Tribunal de Menores Nº2 de la misma jurisdicción, a través del decreto 1174/76 firmado por Jaime Smart, entonces ministro de gobierno de Buenos Aires.

En octubre de ese mismo año se produjo el episodio con las hermanas Britos Ruarte y Britos Jotar, y después de ello ejerció el cargo hasta 1984. El 12 de abril de ese año recibió el “acuerdo constitucional” a su designación, ya durante el gobierno democrático de Raúl Alfonsín. Y el 7 de septiembre del ´84 renunció definitivamente al juzgado para dedicarse a la profesión.

El 7 de diciembre de 1993, a poco de fundarse el Poder Judicial de Tierra del Fuego, se postuló ante el Consejo de la Magistratura para integrar el Tribunal Oral en lo Criminal o la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones, concurso que finalmente ganó cuando tenía 50 años de edad, sin que nadie supiera y revelara sus antecedentes anteriores.

Seis años más tarde, el 23 de diciembre de 1999, Basso fue indagado en una causa penal por el presunto delito de “privación ilegítima de la libertad”. Se lo acusaba, junto al ex camarista Héctor Reynaldo Yarade, de haber demorado sin motivo la liberación de Adan Gola y Mario “Lobito” Ampuero, dos imputados en el caso de un robo a un camión blindado de la empresa Brinks.

En su defensa, Basso confesó sin tapujos la estrategia que habían pactado en secreto los máximos referentes de la corporación judicial y los referentes del gobierno justicialista de Carlos Manfredotti, que se disponía a asumir en el cargo a los pocos días.

Manfredotti quería producir una brusca renovación de la cúpula judicial para nombrar jueces afines, y varios de los magistrados querían jubilarse con un régimen de privilegio, dado que tenían muy pocos años de aportes al sistema previsional fueguino.

Fue en ese contexto que Basso declaró ante el propio magistrado que lo juzgaba: “estuve, como integrante de la Asociación de Magistrados y Funcionarios, realizando un estudio para plantear la posibilidad de una ley de jubilaciones especial para aquellos que hayan cumplido cinco años trabajando en la provincia”.

Después de esta confesión, el camarista con pasado oculto fue sobreseído en la causa penal, mientras que su jubilación prematura en el año 2000 (bajo el sistema que él mismo reconoció haber colaborado en escribir, instaurado por la ley 460)) le permitió zafar de la investigación que había iniciado en su contra el Consejo de la Magistratura, por el asunto de los detenidos no liberados.

Tal como reveló este medio en su edición del 5 de abril de este año, Basso percibía por ese entonces $35.791,84 mensuales y era el cuarto jubilado mejor remunerado de Tierra del Fuego. Ello sin contar los aumentos posteriores otorgados por el Poder Judicial y que repercuten en su haber.

Un retiro más que digno para quien ahora, con 68 años, lleva 11 de jubilado, y tiene tiempo libre suficiente como para olvidarse de los pecados de juventud.

Los investigan por su complicidad en la apropiación de bebés

Jueces de la dictadura bajo la lupa

Los organismos de derechos humanos calculan que unos 500 bebés fueron apropiados ilegalmente por los militares durante la última dictadura militar.

En muchos de esos casos intervinieron jueces que dieron en adopción a los menores a otras familias sin investigar su origen, y que con el paso de los años se fueron reciclando como jueces de la democracia, tal como ocurrió con el ex camarista fueguino Mario Basso.

Los periodistas Franco Mizrahi y Jorge Repiso contaron en la revista Veintitrés los detalles de la denuncia presentada el año pasado ante el Procurador General de la Nación, Esteban Righi, para que se investigue la presunta complicidad de un grupo de magistrados que intervinieron en estos casos entre 1976 y 1983.

La nota menciona que el régimen de apropiación ilegal de bebés que se sistematizó en la dictadura constó de dos mecánicas. Una de ellas fueron las adopciones irregulares y la otra fueron las anotaciones como hijos propios por medio de la falsificación de partidas de nacimiento.

“Tatiana”, el primer capítulo de Televisión por la Identidad

Gustavo Garzón hizo de Basso para la TV

Cuando los fueguinos vieron el ciclo Televisión por la Identidad, que se emitió por Telefé en 2007, nunca habrán imaginado que el personaje interpretado por el actor Gustavo Garzón, en el primer capítulo titulado “Tatiana”, representaba al ex camarista penal de la provincia Mario Eduardo Basso.

Es que los unitarios dirigidos por Miguel Colom, ganadores del premio Emmy en 2008, se dedicaron a contar tres historias de niños apropiados por la última dictadura militar y recuperados luego por la acción de las Abuelas de Plaza de Mayo. Y uno de ellos estuvo dedicado al caso de las hermanas Tatiana y Malena Britos, en el que Basso intervino como juez de Familia y dio a las niñas en adopción sabiendo que eran hijas de padres desaparecidos.

El programa de TV fue parte de un proyecto de Abuelas con el fin de crear en la sociedad conciencia sobre la situación de los niños que aún permanecen desaparecidos y privados de su identidad. Fue declarado de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, recibió el Premio Clarín Espectáculos como mejor ficción unitaria y cuatro Premios Martín Fierro, entre ellos el de mejor unitario o miniserie del año.

Al final del capítulo dedicado al caso, Tatiana Ruarte aparece personalmente junto a su hija mayor, y reflexiona frente a la cámara sobre su vida, sus padres y madres, sus abuelas y su propia condición de madre. En un momento dice que «cada nieto encontrado es como volver a nacer».

El capítulo cierra con la canción Palabras para Julia en versión de Mercedes Sosa, un famoso poema que escribiera para su hija el poeta catalán José Agustín Goytisolo y al que Paco Ibáñez le puso música.

Tatiana se recibió de psicóloga y ejerce su profesión con las Abuelas de Plaza de Mayo, atendiendo las necesidades de las personas secuestradas y privadas de su identidad cuando eran niños. Se casó y es madre de dos niñas.