El hecho sucedió frente al autódromo, en cercanías al camping Gerald. Hacia allí habían partido un grupo de petroleros que habían estado media hora antes en la planta deshidratadora de Cañadón Seco, y que fueron desalojados por la Guardia de Infantería con gases lacrimógenos.
Los petroleros más intransigentes decidieron continuar con la protesta, y se trasladaron a metros del autódromo, en el ingreso oeste a Caleta Olivia.
Los policías los siguieron a los petroleros desde Cañadón, y cuando estaban por formar una “línea de grupo de combate” a metros de ellos, los manifestantes atacaron con piedras, en un principio. Después se escucharon disparos al aire desde el mismo grupo petrolero. Y nuevamente la policía reacciona con gases lacrimógenos para dispersar a los rebeldes.
Es en ese momento de confusión, griterío, corridas y disparos cuando la mujer policía siente un crujido en su escudo protector, y cuando se palpa a sí misma observa que cerca del abdomen, en un cinturón plástico tenía alojada una bala de plomo.